"Somos el único contacto con la gente y las instituciones"
Roberto Rodríguez, alcalde de Bubión (PP), ha cavado zanjas y puesto luces. "Y lo hice con gusto"
Tal como lo cuenta, lo de Roberto Rodríguez (PP) y la corporación que preside es para quitarse el sombrero. Hace tres años, el Ayuntamiento de Bubión compró unos terrenos para hacer una escuela y se metió en una deuda de 360.000 euros que se va pagando, palabras textuales, "a trancas y barrancas". Y claro, en esa situación "no es cuestión de ponerse un sueldo". Así que cobra 388 euros por asistencia a plenos y vive de su trabajo en una fábrica de Vélez de Benaudalla.
También ve mal la medida. "En los pueblos pequeños somos el único contacto con la gente y con otras instituciones, como la Diputación. Aquí somos políticos por vocación", afirma.
Esa vocación es la que le ha llevado a tomar personalmente la iniciativa en situaciones como ésta: cavar una zanja e instalar una tubería en darro a instancias de un vecino que le había llamado porque tenía un escape de agua. También ha instalado luces en las fiestas del pueblo, ha recogido la basura en ocasiones especiales... Y todo eso, sin poner pegas. "Lo hago con gusto", confiesa.
Tiene la ventaja de que es un manitas. De hecho, compaginó el puesto de alcalde con el de peón de albañil, aunque esa duplicidad de funciones le resultó difícil y poco productiva desde el punto de vista económico. "Llegué al acuerdo de que el Ayuntamiento me pagara por las horas que dejaba de trabajar en la obra, pero al final la cosa no me compensaba, terminaba ganando 500 euros al mes. Ahora estoy mejor", reconoce.
Se alegra de que en este asunto no haya diferencias partidistas, de que el alcalde de Soportújar y él tengan una opinión prácticamente idéntica. "Es que aquí no hay política, en estos sitios estamos para servir a la gente, no somos profesionales. Esos son los que están mal vistos y los que nos contagian la fama", se queja.
Porque esos políticos de grandes instituciones (y también otros de pequeñas que hacen de su capa un sayo y a los que aplica sin dudarlo el calificativo de "bribones") tienen "sueldos excesivos en momentos de necesidad, y eso es lo que la gente le echa en cara".
Ahora bien, el alcalde de Bubión termina con una reflexión interesante: "Hace unos años, cuando un peón cobraba tres mil euros al mes y un albañil se ponía en cuatro mil, nadie se acordaba de cuánto ganaban los políticos".
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