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Ascenso de las temperaturas en la provincia de Granada durante el fin de semana
AVE a Granada | Primer viaje
Granada/Estación de Atocha. El calor canicular que asola Europa se ceba en la capital de España. No despunta el sol y la camisa ya se pega al cuerpo. Aguardan tres horas y pico de un viaje para la historia de Granada. En la vía 12 aguarda impoluto un tren de la Serie 112, uno de esos ‘Patos’ que intentarán volar todo lo que puedan en la provincia. No hay ningún rastro de suciedad en el exterior porque debía relucir a ojos de la ‘gente importante’ de este país. Y también de los periodistas, más de cien acreditados para el viaje inaugural del AVE Madrid-Granada.
No era un día cualquiera para Granada, pero sí para Madrid. Los viajeros que pasaban por la clásica terminal pasaban por delante de los periodistas sin inmutarse, mirando sus móviles o las pantallas informativas. Es Madrid amaneciendo. Mientras que el personal de seguridad y protocolo de presidencia del Gobierno se afanaba en poner un orden imposible entre los reporteros gráficos, empezaban a aparecer los primeros representantes políticos de Granada en el andén. José Antonio Rodríguez Salas –que ya puede trabajar en Madrid y dormir en Jun–, José Antonio Montilla, Elvira Ramón y Paco Cuenca se paraban con los informadores de su tierra para saltarse el protocolo y expresar una alegría en Alta Velocidad. Las sonrisas volvieron al Partido Socialista de la capital tras un mes agrietadas.
Ya habían dado las 9:10 de la mañana y Pedro Sánchez no había aparecido. Los cámaras estaban nerviosos porque el tren salía en cinco minutos y el tiempo para recoger los aperos y montarse en la máquina iba muy justo. Pero un minuto después apareció raudo el presidente del Gobierno en funciones, que sin mediar palabra posó ante la prensa y se subió al coche uno acompañado por su mano derecha, José Luis Ábalos, ministro de Fomento también 'en barbecho', el secretario de Estado de Infraestructuras, Pedro Saura, y los y los presidentes de Adif y Renfe, Isabel Pardo de Vera e Isaías Táboas. Nueve y cuarto. Todo en hora. No vaya a ser que el primer AVE a Granada saliera con retraso, con la fama de puntualidad que se ha ganado la marca.
El maquinista lo tiene claro. No han terminado de desaparecer las urbanizaciones del extrarradio cuando ya supera ampliamente los 200 kilómetros por hora. El AVE progresivamente se aproxima a los 300 mientras que los trigales manchegos pasan raudos ante la mirada del pasajero. A diferencia de aquel Talgo que ya no funcionará con Madrid, aquí no da tiempo a sacar a pasear la imaginación. No es un treno che va lassù. Es un treno del siglo XXI, con su desnaturalización del viaje, en el que se disfruta del fin pero no del durante. Una pantalla, unos cascos, y basta.
En la cafetería, todo gratis. Eso no lo verán nunca ustedes como usuarios. Hombres trajeados y casi ninguna mujer. Durante la travesía, el coche 9 es la redacción soñada por cualquier periodista. Se teclea con ansiedad, se graba con teléfonos móviles, se hacen entradillas televisivas y se montan improvisados estudios de radio en las mesas plegables. El wifi, como en la sede de Telefónica, va de maravilla... Hasta que entra en la provincia de Granada, donde no es sólo decimonónico el tramo adaptado de Loja.
La Mancha se pasa como un tizne. Los túneles de Sierra Morena anuncian que Córdoba está a un suspiro que, tras cerca de hora y media de trayecto, se pasa como si nada. Queda poco para las once de la mañana y en media hora empieza lo fuerte. En Antequera-Santa Ana, los gabinetes de prensa organizan a los periodistas para hacer la foto del encuentro de Pedro Sánchez con Juanma Moreno. “¿Qué parte de no paséis de aquí no habéis entendido?”, dice un encargado de seguridad de esos con traje de Armani y auricular transparente. Los fotógrafos obedecen.
Moreno saluda con efusividad a Sánchez ante el morro del 112 y Susana Díaz mira con un cariño inusitado al presidente del Gobierno. Marifrán Carazo luce el gesto radiante de quien dice “por fin”. Un pasillo de autoridades, con Carlos Rojas, Elías Bendodo y Vicente Azpitarte en la comitiva, aguarda protocolariamente aunque al senador popular se le escapa un choque de mano muy rollo deportivo al ver un colega.
En el centro del vestíbulo de la Estación de Santa Ana se descubre una placa de recuerdo. Se suma el alcalde antequerano Manuel Barón. Si en Madrid era el PSOE quien sonreía, en Andalucía era el PP quien se sumaba a la fiesta.
Eran las doce menos cuarto cuando de verdad empezaba la inauguración del AVE granadino. 122 kilómetros entre Antequera y la ciudad. Y pronto cambió el panorama de lo que hasta ahora había sido el viaje: de cruzarse con trenes cada pocos minutos y tener una sensación constante de velocidad se pasa a un sucedáneo, a una cerveza sin alcohol, a un huevo sin sal. Internet empieza a ir y venir para desesperación de quien trabaja mientras circula.
El tren baja poco a poco de velocidad, aunque la máquina pide más. Pero no se puede. Empieza el tramo de Loja y los tres dígitos desaparecen del velocímetro de las pantallas del tren. Un tráiler que sube desde Riofrío por la A-92 adelanta al convoy. La magnitud de la chapuza que decidió el Gobierno central en 2014 rebaja la euforia de los presentes. Se pasa de lo bonito a lo macabro, a lo vergonzante. Lo bueno es que Pedro Sánchez y Juanma Moreno no sólo lo han visto, si no que lo han sufrido. Es peor que sobre el papel. Un ciclista aficionado va más rápido por el túnel de San Francisco que el AVE, que se pone a 37 kilómetros por hora en ese enclave. Son 15 segundos eternos.
Durante el trayecto entre Antequera y Granada se notaba la expectación. Al paso por Loja, quizás aprovechando que el AVE se convierte allí en mosquito, en la nueva estación de la localidad hay varios curiosos que grababan el paso del 112. Les daba tiempo a enfocar, echar una foto y hasta un vídeo. En las pasarelas y travesías de Huétor Tájar, Tocón o Pinos Puente, siempre había quien estaba apostado con su cámara para inmortalizar la llegada del AVE. En apenas veinte minutos, y ya sí a una velocidad más parecida a lo que debe ser un tren de Alta Velocidad, aparece La Chana. Ya sí, el AVE está en Granada.
Por fin, tras décadas de decepciones y fracasos, el tren de Alta Velocidad está disponible para los granadinos y para todo el mundo. El viaje inaugural duró 3 horas y 23 minutos. El cronómetro se paró en Andaluces a las 12:38, con cientos de granadinos llamados, dos minutos después de lo previsto. Una minucia comparada con una espera de casi dos décadas.
Los políticos se bajan del tren, los fotógrafos y los cámaras se agolpan. No pueden llegar al nuevo edificio de la estación, donde se hará el acto central de la inauguración, que fue un vídeo lacrimógeno, discursos buenistas, poco reivindicativos en general, y una placa que ya pondrán en alguna pared. Pósteres gigantes de Granada, Madrid y Barcelona tapaban los locales comerciales aún por equipar de la terminal. A un periodista de tele casi le cuesta un disgusto que se cayera un cartel de ‘Granada’ colgado en el andén 2. Murphy no falló a su ley: ese indicador lleva colgado meses. Granada, ya tienes tu AVE.
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