Vidas en confinamiento: "Me faltan horas en el día y me da rabia no poder ayudar más"

Coronavirus

La granadina María Angustias Rodríguez no para a sus 74 años y pasa el día entre videollamadas con sus hijos y nietos y su labor de voluntariado

Vidas en confinamiento: "Me faltan horas en el día y me da rabia no poder ayudar más"
Vidas en confinamiento: "Me faltan horas en el día y me da rabia no poder ayudar más"

María Angustias Rodríguez es una vecina de Granada que a sus 74 años (cumplidos este mismo 9 de mayo), es un ejemplo de vitalidad y ayuda en estos tiempos de confinamiento. Ha escrito ya muchos capítulos de su vida y ahora sigue sumando pese al coronavirus. Vive sola en su casa de La Chana pero le faltan horas en el día para hacer todo lo que se propone, incluso estando confinada en casa: videollamadas con la familia, contacto con conocidos, con amigos, seguimiento de la misa en redes sociales, trabajo social, ejercicio...

Tiene 3 hijos y cuatro nietos con los que habla diariamente por la mañana y por la noche y a veces más veces al día. Y se ha sumado hasta a los retos de redes sociales que se han puesto de moda en este confinamiento. "Con las videollamadas con mis nietos me proponen hacer cosas y yo lo hago. Como el reto del plato de harina. Yo le eché hasta cacao y nos reímos mucho", relata. También hablan por el grupo de wasap que tiene la familia. Porque de sus tres hijos, su hija vive en la capital pero tiene otro hijo en Híjar y otro en Madrid, por lo que las tecnologías son fundamentales para estar conectados.

"Vivo sola pero no me siento sola", reconoce. Es más, le ha afectado no poder salir a ayudar más en sus grupos parroquiales y de voluntariado. "Estoy en el grupo de vida ascendente, soy catequista y también voluntaria en Cáritas", a través de la parroquia de Santa María Micaela en La Chana.

Esa actividad le llena mucho. "Mantenemos reuniones por vídeo con el consejo parroquial o con los catequistas. Con vida ascendente no porque son mayores y muchos no tienen la tecnología o no saben cómo hacerlo, por lo que yo los voy llamando a dos o tres cada día para preguntarles cómo están y como van", cuenta.

"Me faltan horas. Al principio me dediqué a limpiar cada habitación a fondo como se hace en verano y podía tardar hasta tres días en cada una porque me entretenía con las llamadas y las conferencias. Ah, además hago ejercicio. Yo iba a natación y a yoga 2 veces a la semana y ahora hago estiramientos en casa y subo y bajo escaleras. No puedo estar sentada mucho tiempo", relata llena de vitalidad.

La salida desde el 2 de mayo durante una hora al día ha sido un soplo de ilusión. "Salgo en el tiempo de la mañana y manteniendo las distancias puedo ver a mi hermana y pasear con ella", dice.

Pero con todo hay momentos en los que se viene abajo. Ha estado muy preocupada por sus hijos y nietos, también por su hijo de Madrid, donde están peor en esta crisis sanitaria. Y por no poder ayudar más presencialmente. "Mis compañeros me dicen que yo me tengo que cuidar y que con lo que hago desde casa también es importante. Aunque no pueda ir llamo por teléfono o hago trabajos de ordenador. Pero me da rabia y a veces me siento cobarde, pero me tenía que cuidar".

Y sigue manteniendo mucha precaución en su día a día. "Salgo con mascarilla y la compra me la traía mi hija y mi otro hijo mascarillas. Si he necesitado algo también están los vecinos, que me preguntan si necesito algo de compra o de la farmacia", agradece, señalando como algo positivo la unión que ha generado esta crisis entre las personas.

"Tengo unos vecinos extraordinarios y a la hora de los aplausos nos vemos por las ventanas. También viene la familia que vive aquí a que los vea por la ventana y me da mucha alegría", reconoce.

Un episodio nuevo para todos y que María Angustias reconoce que es "lo más raro" que ha vivido en su vida "por tanto sufrimiento" que está causando y el dolor por los fallecidos que se han ido y sin despedidas de familiares.

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