“Hubo que poner un hospital en funcionamiento en menos de una semana”
El viejo Clínico de Granada cierra su planta Covid
Emilia Navascués y Lola González, coordinadora y supervisora, cuentan la odisea que supuso reabrir el viejo San Cecilio para atender a pacientes de coronavirus, del que hace una semana dieron la última alta
Granada/El viejo Hospital Clínico de Granada se cerró dos años atrás por la fusión hospitalaria. Se daba carpetazo así a una historia de décadas de servicio a la ciudad y las administraciones empezaron a discutir qué hacer con un edificio que, por sus dimensiones y su capacidad, estando vacío se convertía en un mamotreto de hormigón inservible. Sin embargo, ha tenido que llegar una pandemia global terrible para, de nuevo, imponer la lógica sobre la ilógica que supone tener que cerrar un hospital, con todo lo que ello conlleva.
En esta situación estaba el vetusto complejo, que mantenía una actividad contada de cirugía de alta resolución y maternidad, hasta que el coronavirus obligó a reabrir sus puertas para que el hospital volviera a ejercer su función. Y en esas se vieron envueltas Emilia Navascués y Lola González, quienes en tiempo récord se sacaron de la manga una planta sólo para pacientes de Covid-19 que alivió, y de qué forma, la presión en los hospitales de la provincia. Hace justo una semana ambas echaron el cierre a su obra, que se va a quedar ahí en caso de necesidad, tras dar el alta al último paciente que quedaba ingresado por coronavirus.
"Alegría" es la palabra que ambas facultativas, que desde hace una semana han vuelto a su 'casa' del PTS, expresan sobre el sentimiento que les ha producido despedir con el alta a ese último paciente de un lugar que se creó con urgencia y en los peores momentos de la crisis. Alegría porque "los resultados que hemos tenido en su atención han sido buenos, y porque que se haya terminado la necesidad de trasladar pacientes, lo que quiere decir que la evolución de la enfermedad ha ido a mejor", afirma Emilia Navascués, de 63 años, neumóloga y coordinadora del Hospital Universitario Clínico San Cecilio del PTS para la reapertura del viejo centro de la Avenida de Madrid. "Se crea un vínculo y un apego con los pacientes porque hemos sido sus manos, sus pies, y su corazón porque no tenían a nadie más en este proceso", describe sus sensaciones Lola González, de 49 años, supervisora de enfermería de Enfermedades Infecciosas y encargada de abrir la segunda planta del viejo Clínico cuando dos años antes le tocó echar el cerrojo.
Durante 67 días no pararon de trabajar, atendiendo a personas cuya media de edad promediaba los 80 años. Muchos llegaban desde residencias de mayores, otros directamente desde sus casas. Navascués recuerda que el paciente más longevo al que atendieron y dieron el alta fue un varón que tiene 98 años. "Es muy bonito cuando ves a los pacientes encontrarse mejor", cuenta González sobre las experiencias más reconfortantes de estos dos meses, pero se detiene especialmente en el tema de las videollamadas, en las que el personal derivado al viejo Clínico estaba muy involucrado ya que atendían a personas de avanzada edad que no podían tener contacto con sus familiares: "Ver a un paciente tan mayor acercarse a la pantalla y ver su familia cuando llevan sin hacerlo un mes o más... Incluso muchos no conocen los móviles, no los han manejado nunca, y acercarlos a sus casas y a sus vidas a través de ese medio es impresionante. No tiene precio".
Fue ya durante el mes de mayo cuando ambas empezaron a ver la luz al final del túnel, cuando ya cada vez se hacía menos necesario el traslado de pacientes desde el PTS hasta las dependencias del viejo Clínico. Pero antes se había vivido una verdadera tormenta. Primero, para reabrir un hospital casi cerrado y sin el equipamiento que se requería. "Fue una decisión muy rápida y un reto. La situación era bastante complicada y asusta un poco verte con esto entre las manos. Eres consciente de la gravedad y de la responsabilidad, de verte en un sitio que no estás dentro de tu entorno, y que estás a una distancia de tu equipo de soporte", relata Lola González.
La supervisora ha estado durante este tiempo acompañada de Cristina Jiménez, a quien pidió trasladar al viejo hospital para ser su "otro 50%". Porque el equipo ha sido parte fundamental del éxito y de los buenos resultados de esta planta ("ha habido muchísimos curados", afirman las dos), que ha contado con el trabajo de los doctores Antonio Ramos y Antonio José Martín. "Ha sido un lujo trabajar todos", sentencia González, que es natural de Peligros.
Un equipo que ha tenido que estar coordinado. Y esta ha sido la obsesión de Emilia Navascués, el enlace entre la matriz del PTS y el antiguo complejo. Hubo que "establecer los circuitos por los que tenían que entrar estos pacientes, el tema de los traslados, establecer los criterios para los pacientes que iban a ser trasladados, en qué condiciones tenían que ir, porque allí no había un soporte para tratar a pacientes agudos graves. También el soporte de laboratorio o de farmacia que en un hospital está organizado ya pero que aquí lo hemos tenido que hacer en un tiempo récord porque era urgente", relata Navascués como una retahíla que agota sólo con escucharla.
"El momento crítico fue tener la capacidad de ponerlo todo en funcionamiento en menos de una semana porque el hospital –el del PTS– se estaba desbordando", cuenta esta neumóloga de amplia experiencia. "Ha habido que definirlo todo muy claramente, con una separación muy estricta, en un hospital amplio pero antiguo y cerrado, y adaptarlo", añade. Por eso, su mayor satisfacción en estos dos meses de funcionamiento de la planta Covid-19 en el antiguo hospital fue ver que todo funcionaba como un engranaje perfecto, que los pacientes salían del Campus de la Salud y que llegaban sin problemas a la Avenida de Madrid, que ingresaban, se trataban, y avanzaban.
Lola González, supervisora
"Acercar a estos pacientes a sus casas y a sus vidas a través del móvil ha sido impresionante”
Y por si había problemas, había plan B, C o incluso D con la apertura de al menos dos plantas más en el antiguo hospital, que estaban preparadas y equipadas haciendo falta "sólo poner el personal en el caso de que hubiera hecho falta". "Hemos estado casi al cien por cien, aunque no en todo momento. De las 48 camas posibles hemos estado con 46 o 47", resume Navascués sobre el grado de saturación que han vivido durante este tiempo.
Ahora, la segunda planta del viejo Clínico se queda "dormida", como dice Navascués, a la espera de "despertarla rápidamente" en el caso de que hubiera que hacerlo. "Ojalá no haga falta trasladar a más pacientes", dice esta doctora granadina. Es lo que todos desean.
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