¿Que viene el lobo? Las consecuencias para Andalucía de la prohibición de la caza

Medio ambiente

La norma tiene un impacto desigual en cada territorio, pero Andalucía, 'tierra sin lobos', podría recuperar su presencia con la llegada de ejemplares desde el norte del país

Con el blindaje del lobo se prevé que se aumenten los ataques al ganado y las pérdidas en el sector
Con el blindaje del lobo se prevé que se aumenten los ataques al ganado y las pérdidas en el sector / G. H.
Ignacio Henares Civantos

01 de noviembre 2021 - 03:01

Granada/Ha entrado en vigor la orden ministerial que modifica el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, que conlleva que todas las poblaciones de lobo ibérico de España, dejan de ser especies cinegéticas, lo que implica que su caza está estrictamente prohibida desde ese momento.

A partir de ahora, la captura de un lobo solo se podrá producir bajo unas circunstancias determinadas y siempre será selectiva. Deberán contar, en todo caso, con una autorización administrativa concedida por la comunidad autónoma correspondiente, y siempre que se hayan aplicado por parte de las explotaciones afectadas medidas preventivas para proteger al ganado y estas hayan demostrado que no son efectivas.

También se deberá justificar que la medida no afecte negativamente al estado de conservación favorable de la especie y a la existencia de perjuicios importantes constatados para el ganado en las explotaciones afectadas. Además esta disposición normativa recoge que la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, aprobará la Estrategia de Conservación y Gestión del lobo en España, antes de final de año.

Esta medida, que ya imperaba en algunas CCAA y ahora se extiende a los lobos que viven al norte del Duero, no sólo afecta a la prohibición de la caza de la especie, castigándola con pena de prisión (de seis meses a cuatro años) o multa (de ocho a veinticuatro meses), así como con la inhabilitación del derecho de caza, sino también a su captura y oferta con fines de venta o intercambio o a la naturalización no autorizada.

La controvertida medida no surge de la nada, lleva, desde su propuesta y anuncio en febrero por el Ministerio, meses de debate, y cuenta con el respaldo de la comunidad científica a través del Comité encargado de analizar y proponer las medidas que afectan a la conservación de la biodiversidad; dicho Comité informó que el estancamiento de la población de lobo ibérico en los últimos años y la congelación de su área de distribución -a pesar de la existencia de hábitats adecuados para su desarrollo más allá del noroeste peninsular-, se ha producido como consecuencia de la elevada tasa de mortandad no natural que soporta la especie. La medida es también en respuesta a nuestras obligaciones en el marco de la Unión Europea.

División de opiniones

Mientras los ambientalistas han celebrado la protección del lobo, diversas organizaciones agrarias han mostrado su rechazo. Las primeras lo consideran un avance para la conservación de esta especie y para el equilibrio de los ecosistemas y exigen más medidas que permitan la coexistencia del lobo y la ganadería como la persecución de la caza ilegal, reclamando que se "deje de alimentar el conflicto social" entre el lobo y los ganaderos. Las segundas consideran que la gestión no debe suponer la total protección del lobo y acusan al Gobierno de "condenar a la ganadería y a las razas autóctonas a su extinción", con el blindaje del lobo y prevén que se aumenten los ataques al ganado, las pérdidas del sector y el despoblamiento.

Hay que indicar que el problema de la despoblación, que afecta a amplias zonas de nuestro país, no es a causa del lobo, hay despoblación, y más, en muchos territorios no loberos y por otro lado los problemas de la ganadería extensiva tradicional, y en concreto de las razas autóctonas, no puede achacarse a la presencia de esta especie sino más bien es un problema más complejo derivado de su falta de competitividad frente a la ganadería industrial y las políticas comunitarias, ahora en revisión y a las que las mismas organizaciones profesionales se resisten a su cambio y a la introducción de medidas ambientales cuya aplicación buscan favorecer precisamente a las prácticas tradicionales.

El problema del lobo es que está regresando a lugares en los que había estado ausente durante décadas, a lugares en los que las actividades agropecuarias, la vida de la gente, han cambiado notablemente y los mecanismos y procesos de coadaptación se han perdido. Es cierto que la ganadería extensiva tradicional es positiva para los ecosistemas y que está en peligro pero el problema no es el lobo, o al menos no es el único ni quizás el principal. Y el regreso del lobo, aparte de un bioindicador de la salud de nuestros ecosistemas, puede suponer un revulsivo para la diversificación de las actividades en el medio rural como ya está ocurriendo en algunos lugares en los que el ecoturismo se está convirtiendo en un elemento de desarrollo y centenares de personas acuden a pueblos 'perdidos' para el avistamiento de ejemplares del lobo, o de otras especies singulares.

¿Cómo conseguir la coexistencia entre ganaderos y lobos? Apuesta por el diálogo

En lo que sí coinciden la mayoría de los implicados, polémicas políticas aparte, es en la necesidad del diálogo y la cooperación para la necesaria coexistencia entre la actividad de la ganadería extensiva tradicional y la presencia de esta simbólica especie. Esta, difícil pero no imposible, coexistencia, requiere de muchos esfuerzos económicos, y se necesita mucho trabajo y cooperación y diálogo en el que se vislumbra el papel de 'la Academia' para aportar conocimiento riguroso sobre la situación de la especie y el impacto social, económico y ambiental de las medidas a implementar, así como un seguimiento y evaluación de su aplicación y resultados.

Lo que tenemos que aceptar es que si queremos conservar al lobo, como el lince o el águila imperial, la sociedad en su conjunto debe asumir los costes económicos de la conservación de nuestra rica biodiversidad, de la misma forma que es nuestra sociedad la que se beneficia de los múltiples bienes y servicios que una naturaleza sana nos aporta, y los riesgos diversos, en sentido contrario, que corremos si se produce su deterioro.

Entre las medidas que hay que abordar se encuentra la reforma de la Política Agrícola Comunitaria para el fomento de la ganadería extensiva reconociendo los beneficios ambientales y los servicios ecosistémicos que aporta este sector a nuestros espacios naturales. Tan negativa es una sobrecarga ganadera como la pérdida de esta actividad. En ese sentido los ganaderos tienen que adecuar sus prácticas tradicionales, volver a ser pastores, protegiendo a sus animales encerrándolos durante la noche, acompañándolos a pie o a caballo, cuando sea preciso, durante el día y manteniendo perros guardianes del ganado con sus rebaños en todo momento. De igual forma se requiere una revisión y adecuación de los mecanismos de compensación por ataques de lobos.

El lobo en Andalucía

Vaya, vaya, aquí no hay lobos… La situación en nuestra Comunidad Autónoma es muy diferente a la dibujada con anterioridad. Mientras que en la mitad norte de España el problema actual con el lobo es la gestión de las poblaciones en expansión, en Andalucía el problema es que ya no hay lobos y si los hay su población no es viable por su exiguo tamaño. Desde los años 90 en los que se censaron ocho grupos con apenas medio centenar de individuos, la población ha ido perdiendo efectivos. No ha habido avistamientos recientes 'creíbles' ni hay constancia de grupos reproductores desde hace bastantes años, por lo que hay que considerar al lobo extinguido, o muy al borde del precipicio de la extinción, lo que nos daría el negativo 'título' de primera región europea donde se produce la extinción de esta especie, una pésima tarjeta de presentación para acudir a la convocatoria de Fondos Europeos.

En Andalucía, el rechazo social hacia el lobo, que acaba en su persecución y muerte ilegal, no viene, como en otros tiempos, y en otros lugares de España, desde la ganadería, sino principalmente desde el sector de la caza y el conflicto se centra en el impacto económico que supone la entrada del lobo en un coto, que lleva a que sean perseguidos y eliminados. Los últimos lobos andaluces han vivido en grandes superficies dedicadas a la explotación cinegética (mayoritariamente caza mayor) en donde los sistemas de gestión de la caza se han mostrado incompatibles con la supervivencia de uno de los últimos grandes carnívoros de Europa. La persecución ha sido intensa y constante hasta hace no demasiados años, quizá cuando ya ha sido demasiado tarde y las poblaciones se han situado bajo los umbrales desde donde la recuperación es prácticamente imposible. Como "a lobo flaco todo se le hacen pulgas", a sus poblaciones ya mermadas les afloran problemas derivados de la hibridación con otros cánidos (perros asilvestrados probablemente), la pérdida de variabilidad genética y, posiblemente, enfermedades. La realidad es que a día de hoy la recuperación del lobo en Andalucía solamente pasa por el refuerzo poblacional o la llegada ‘natural’ de ejemplares de otras zonas.

Incertidumbre y cambio de rumbo. En la Junta de Andalucía no ha habido nunca una acción decidida sobre la conservación del lobo y con el cambio de gobierno en San Telmo se ha producido un punto de inflexión al haberse hecho fuertes los planteamientos de determinados grupos de presión.

Entre 2017 y 2020 se ha desarrollado un proyecto con financiación europea de Gobernanza y Comunicación Ambiental para la recuperación del lobo ibérico en el que han participado junto a la administración ambiental andaluza colectivos cinegéticos y ganaderos. Esta iniciativa ha contado con un presupuesto de 1,6 millones. El proyecto ha tenido como objetivo involucrar a todos los sectores implicados en la recuperación y la preservación de este cánido a través de diferentes acciones de comunicación y divulgación. Denominado El Lobo en Andalucía: Cambiando actitudes, nos da una idea de que se dirigía, antes que a otras medidas de conservación y recuperación, a eliminar, o al menos minimizar, las amenazas que han conducido al lobo a esta situación dramática. El proyecto ha culminado ‘a oscuras’ en su fase final y es sintomático que la titular de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible no haya participado en ningún acto del Life lobo y que la Junta de Andalucía no haya presentado ningún proyecto al respecto a la Unión Europea en la reciente convocatoria para darle proyección y continuidad a este trabajo, teniendo en cuenta que nuestra Comunidad está obligada por la normativa española y comunitaria a aprobar un Plan de Recuperación de esta especie.

Por otra parte Andalucía ha sido una de las comunidades, sin lobos, (junto a Murcia) que votó en contra de la prohibición de la caza del lobo que ahora entra en vigor.

Por contra, hace unos meses, surgió una Plataforma en defensa del lobo compuesta por numerosas y diversas asociaciones y colectivos de defensa del medio ambiente y de la conservación de la naturaleza, (incluida la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente), que elaboraron un Manifiesto para la catalogación del lobo ibérico como especie "en peligro de extinción" y que están recabando apoyos para la aprobación de un decálogo de medidas urgentes para la recuperación de la población del lobo ibérico (Canis lupus signatus) en Andalucía. Diversos colectivos están preparando una manifestación para mediados de octubre.

El futuro: preparar la llegada desde el Norte. Lo más probable es que el lobo en unos años vuelva a Andalucía, a sus zonas históricas, bien vía medidas proactivas de refuerzo o reintroducción, bien por su propia pata por la expansión de la especie, a través de Extremadura y Castilla-La Mancha, hasta llegar a las dehesas del Norte de Córdoba y a toda Sierra Morena. Ante esta situación caben dos actitudes: esperarlo en las trincheras para abatirlo y procurar su exterminio o prepararnos y adaptarnos para convivir con esta especie.

Mientras tanto deberíamos ir avanzando en una serie de medidas como la recuperación de técnicas tradicionales de ganadería extensiva abandonadas (uso de perros especializados, guardar por la noche el ganado, que los ganaderos sean ‘pastores’...), así como adaptar las infraestructuras para evitar los daños (rediles, pastores eléctricos, barbacanas, ahuyentadores luminosos, etc.), además de un sistema ágil y justo de indemnizaciones económicas para compensar los eventuales daños producidos por el lobo sobre el ganado doméstico.

Situación en Granada y Sierra Nevada. Los programas de recuperación del lobo en Andalucía, que ahora han quedado en suspenso, tenían otros territorios históricos de presencia de esta especie en su punto de mira, como Sierra Nevada o las Sierras de Baza y Filabres. La llegada por tanto de lobos hasta nuestra provincia quedará postergada hasta la colonización, en su caso, de puntos intermedios como Sierra Morena o la Sierra de Cazorla, y el eventual uso de ‘pasillos’ ecológicos hasta zonas propicias para su asentamiento.

El lobo fue abundante en Sierra Nevada en la Edad Media. Debió aumentar mucho su población tras la expulsión de los moriscos y el abandono posterior del campo. El ocaso de la especie por nuestros lares hay que encontrarlo tanto en la desaparición de herbívoros silvestres, (paralelamente a la deforestación del territorio, los otrora abundantes ciervos, gamos, corzos o jabalíes habían ido desapareciendo y solo quedaban cabras monteses), como en las severas campañas de envenenamiento a que fue sometido, siendo la estricnina el causante principal del ‘enrarecimiento’ del lobo a principios del siglo XX. Se cita el año 1933 como el del último avistamiento de un lobo, en la provincia granadina, un ejemplar solitario, que deambulaba por los en los alrededores de los Peñones de San Francisco, mientras se construía el Albergue Universitario.

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