El vino como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
Origen. Los eurodiputados destacan la contribución de los vinos a la fundación de las primeras civilizaciones La producción se desarrolló con la expansión del Imperio Romano
COMO en muchos otros aspectos del mundo del vino, los franceses fueron los primeros: en diciembre del año pasado, más de 100 parlamentarios franceses presentaron en la Asamblea Nacional del país galo una proposición de ley para que el vino fuera reconocido legalmente Patrimonio Cultural y Gastronómico Protegido en Francia, reconocimiento que ya se concedió al foie gras en 2006. Ya en 2010, la gastronomía francesa fue declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, y el vino forma parte esencial de dicha gastronomía. Evidentemente, los parlamentarios franceses también alegaron que la industria del vino aporta cada año al PIB francés más de mil millones de euros y que en 2011 generó 6,5 millones de euros de superávit comercial. Asimismo recuerdan que el vino está presente en 66 provincias francesas y que el paisaje de viñedos francés atrae cada año a más de 7,5 millones de visitantes, de ellos 2,5 millones son extranjeros.
Siguiendo la estela francesa, pero a nivel europeo, en mayo de este año, un grupo de eurodiputados promovieron una declaración escrita para que el Parlamento Europeo apoye el reconocimiento de la Cultura del Vino como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
En su declaración, los eurodiputados destacaron la contribución del vino a la "fundación de las primeras civilizaciones" y su papel de señal de identidad, "un elemento importante en nuestras prácticas tanto religiosas como culturales". "La producción de vino se desarrolló junto con la expansión del Imperio Romano, y algunas de las regiones principales de producción surgieron durante ese período", prosigue la declaración. También destaca que "el vino ha sido durante siglos parte de la dieta y la cultura de la humanidad, y se le ha considerado un alimento cuyo consumo responsable es compatible con un estilo de vida saludable".
La Asociación para la Cultura y el Intercambio Turístico (ACTE en sus siglas en inglés) -creada al amparo de la Comisión Europea, con sede en Estrasburgo, que desarrolla la cultura del vino y está presidida desde 2011 por Santiago Vivanco, bodeguero riojano-, lidera esta candidatura, que supondría, si tiene éxito, un revulsivo económico para el viñedo. Sería el primer alimento en conseguir tal distinción, ha precisado Vivanco en declaraciones a Efeagro, aunque cree que otros podrían presentar sus solicitudes próximamente, como el aceite.
Y también sería la primera vez que se reconozca la cultura del vino en su generalidad, pues hasta ahora la Unesco sólo ha declarado Patrimonio de la Humanidad zonas vitivinícolas concretas de Burdeos y Borgoña, en Francia, o Los Arribes del Duero, en España, por su riqueza paisajística.
La Asociación -que cuenta con el soporte de bodegas, museos del vino y la Organización Internacional el Vino (OIV)- ha pedido a los parlamentos nacionales de los países productores o que históricamente han tenido relevancia en este sector, una declaración de apoyo. En España se han asegurado el apoyo de la mayoría parlamentaria (PP y PSOE) y también cuenta con el beneplácito de Chile o Argentina. Actualmente hacen gestiones con los grupos parlamentarios de Francia e Italia -fundamentales para la asociación, por su carácter de potencias vitivinícolas mundiales- y con los Gobiernos de Georgia, Armenia y Turquía, naciones que se disputan cuál de ellas fue "la cuna del vino".
Entre los principales obstáculos que encuentran los defensores de este movimiento de apoyo al vino -que ya no sólo es europeo, sino global- citan la oposición de los países que ven este producto como una mera bebida alcohólica, que consideran que no es ni alimento, ni cultura, y lo vinculan incluso con las "drogas", sometiéndolo a restricciones en su venta o fuertes gravámenes. Europa está dividida, y los países del sur pugnan para que la candidatura se abra paso frente a los de norte, como Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Lituania, Letonia o Estonia, además de la oposición de naciones musulmanas.
"El vino y el hombre han convivido 8.000 años desde que se descubrió, sobre el año 6.000 a.C.", y por encima de si tiene alcohol o no debe reconocerse su valor porque "el mundo no sería igual sin el vino, ni tampoco los paisajes sin la viña", ha declarado Vivanco.
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