Un vivero de 'genyos'
LOS ROSTROS DEL I+D+I
El Centro de genómica es un referente de investigación ligada a las necesidades de médicos y pacientes
Todos los días tiene presente que en esta vida solo hay dos tipos de personas: "Las que están enfermas y las que se van a poner". La lucha contra las enfermedades no concierne solo a los médicos y sus pacientes, si no a toda la sociedad, jóvenes y mayores, pobres y ricos, sin distingo de nacionalidad u origen; y eso incluye especialmente a las instituciones, empresas y personas dispuestos a aportar fondos, así como a los investigadores que optan por dedicar su vida al estudio de las enfermedades.
La bióloga granadina María José Serrano Fernández, autora de esta reflexión, y Juan José Díaz Mochón, especialista en química biológica, son exponentes de una forma de concebir el trabajo científico como algo pegado a la realidad y a la vida real de las personas. "Lo que me motiva para trabajar son las cosas con aplicación, que ayuden a alguien y que yo pueda ver antes de que me muera", explica el investigador.
Ambos tienen trayectorias profesionales muy consolidadas, con proyectos de primer nivel en el ámbito de la Biomedicina mundial, pero apenas superan los 40 años, por lo que cabe esperar grandes avances que sean producto de sus mentes y su trabajo. Y para esa tarea los dos están seguros de encontrarse en uno de los mejores centros de investigación, referente en el estudio de la base genética de las enfermedades, especialmente el cáncer.
El Centro Pfizer-Universidad de Granada-Junta de Andalucía de Genómica e Investigación Oncológica (Genyo), ubicado en el Parque Tecnológico de la Salud, surgió desde la institución académica como una iniciativa para propiciar un modelo de investigación traslacional "ligada a las necesidades de los médicos y de sus pacientes", en palabras de su director, el catedrático de Medicina Legal José Antonio Lorente.
Por eso, la alianza entre la institución universitaria y la Administración que gestiona la Sanidad andaluza es clave en el desarrollo del trabajo de investigación que se realiza dentro de este edificio. Los científicos trabajan en contacto directo con los médicos que tratan a sus pacientes en los hospitales.
"Siempre le digo a mi grupo que tengan en cuenta que no trabajamos con cultivos in vitro, si no con muestras de pacientes que sufren y nuestro objetivo es encontrar una solución de futuro o, al menos, una mejora en la calidad de vida", explica María José Serrano, que ha dedicado casi toda su carrera investigadora al cáncer, en concreto al estudio de las células tumorales circulantes y su vertido a la sangre.
Nada más finalizar su carrera universitaria comenzó a investigar sobre la forma de detectar las células tumorales en la sangre de pacientes con cáncer de mama. Esos estudios, que despertaron el interés de José Antonio Lorente para atraer a Serrano hasta Genyo, fueron el germen y la estructura de su trabajo actual, que ya está dando importantes resultados. Gracias a este trabajo, en colaboración con otros grupos de Genyo, recientemente han registrado una patente para que, con un simple análisis de sangre, se puedan conocer muchos más detalles sobre la futura evolución del cáncer en un paciente. Es la llamada biopsia líquida.
Las células tumorales circulantes son aquellas que, desde un tumor original en el cuerpo de un paciente, pueden pasar a la sangre. Algunas de ellas tienen la capacidad de dar lugar a otro tumor en otro punto, la temida metástasis que, una vez que llega, tiene pocas soluciones.
Pero estas células tumorales en sangre no son homogéneas y de ahí la dificultad de su estudio. La científica que ha dedicado su vida a conocerlas lo explica de un modo muy sintético: cuando pasan a la sangre unas se mueren porque no se adaptan al nuevo medio; otras se acomodan pero no tienen capacidad para la metástasis, así que están latentes o durmientes, y por último, las más temidas, viven un tiempo en la sangre y luego invaden otros órganos.
Hasta ahora la distinción y reconocimiento de todo esto era casi como buscar una aguja en un pajar, pero las nuevas técnicas desarrolladas en Genyo permiten detectarlas. El objetivo es hacerlo con tiempo suficiente para eliminarlas (antes de la metástasis). El avance permite detectar las células, poner al paciente en vigilancia y eliminarlas caracterizándolas, con el tratamiento más adecuado.
Esta última parte es muy importante porque los médicos insisten en que la cáncer no tiene un mismo tratamiento ideal para todos los pacientes ni en cada momento de la enfermedad. Conocer cómo se desarrolla a través del estudio de esas células tumorales circulantes, permitirá diseñar fármacos y tratamientos específicos que además minimicen los daños colaterales para el paciente.
Serrano sostiene que "a muy corto plazo" la aplicación de esta técnica de detección de las células tumorales circulantes será una prueba habitual en los hospitales.
Actualmente los estudios de estos científicos se realizan con muestras de pacientes reales, seleccionados para su estudio y con su consentimiento. Pero los resultados que se obtienen no se pueden utilizar aún para diseñar el tratamiento de esos pacientes concretos. De los resultados se beneficiarán los enfermos en el futuro.
Este estudio es un ejemplo perfecto del modo de trabajo en Genyo, donde hay actualmente 14 grupos de investigación que trabajan en unos 30 proyectos diferentes, pero que habitualmente colaboran y se complementan. A este grupo de Biopsia Líquida y Metástasis dirigido por Lorente y en el que se inserta la bióloga María José Serrano, se suma el trabajo del equipo de Díaz Mochón, dedicado a la química biológica. Ellos desarrollan los reactivos para identificar y marcar las células tumorales circulantes. "Nosotros aportamos las herramientas para su trabajo y ellos ponen un paquete en manos de los médicos", explica el investigador tratando de hacer comprensible su colaboración.
La participación y la conexión directa con los médicos que tratan enfermos en el hospital es fundamental y en este trabajo están implicados importantes oncólogos: José Luis García Puche y José Expósito.
Para el investigador Díaz Mochón, el funcionamiento de Genyo y, en general, el PTS de Granada, con un modelo de permeabilidad entre diferentes ámbitos de trabajo e, incluso, entre lo público y lo privado, es una excepción en el sistema actual donde se asienta la investigación en España. Este científico tiene un buen número de patentes y durante sus años de trabajo en Edimburgo fundó una empresa, DestiNA Genomics, para la explotación de algunos avances, que luego abrió una filial en el PTS de Granada. "Hay dos caminos, dejar la patente en el cajón para que no sirva para nada, o tratar de incentivar su desarrollo", porque "explotar tus ideas no es contaminarte", agregó el científico en alusión a las dificultades legales actuales para que los investigadores del sistema público puedan participar en empresas. "Hay una gran dificultad para llevar una idea del laboratorio al mercado". A su juicio, un cambio sería imprescindible para incentivar la economía del conocimiento en este país.
Díaz Mochón volvió a Granada con un contrato Ramón y Cajal y luego el trabajo de su grupo encontró acomodo en Genyo hasta convertirse en una pieza fundamental, pues su nanotecnología química se aplica a muchos de los estudios de biomedicina que se hacen en este centro y fuera de él. Moléculas inhibidoras antitumorales, hidrogeles, biomateriales sintéticos...
Un "vivero" de talento, dice María José Serrano que es Genyo. Allí conviven nombres reconocidos con una "gran cantera" de investigadores jóvenes de los que se esperan resultados casi desde ya. Pero también es un vivero en el sentido más etimológico del término, pues sus investigaciones tienen que ver con la vida, la vida de las personas de carne y hueso.
Proyecto europeo contra el cáncer
Investigadores de Genyo, entre los que se incluyen Juan José Díaz Mochón y María José Serrano, además del director, José Antonio Lorente, participan ya en un nuevo proyecto financiado por Europea dentro del Horizonte 2020, que es un ejemplo de colaboración entre distintos ámbitos del conocimiento. Es un consorcio entre empresas y centros de investigación de distintos países dotado con 2,9 millones de euros para el desarrollo de la tecnología que permita hacer las biopsias líquidas de ADN, de detección del cáncer, de una forma rutinaria, con bajo coste y alta fiabilidad en cualquier centro. Granada será clave en el proyecto porque aquí se hará la validación de la tecnología con pacientes y su implementación en el ámbito clínico.
María José Serrano
Bióloga
Recorrido En la pedanía de Peñuelas, donde nació, inició su formación del modo más precario posible: compartía clase con compañeros de tres cursos distintos, luego tuvo que desplazarse a otro pueblo y desde los 14 años permanecer interna en centros. Estudió Biología por Félix Rodríguez de la Fuente e Isaac Asimov y desde siempre supo que quería investigar, aunque para eso tuvo que convencer ella misma, recién licenciada, a una empresa local de Jaén para que le diera 10 millones de pesetas.
Proyecto Fue una de las pioneras en el estudio de las células tumorales circulantes, y lo que comenzó en 1998 con aquella pequeña ayuda fue el germen de su trabajo actual contra el cáncer.
Juan J. Díaz Mochón
Química Biológica
Recorrido Este jienense de 42 años estudió Farmacia en la UGR, institución a la que ahora ha vuelto después de años de experiencia en Europa. Supo desde pronto que tenía que viajar y fue uno de los primeros estudiantes erasmus. Su vida y su trabajo en Edimburgo desde 2005 son los que más lo han marcado. Allí creó una empresa para explotar una de sus patentes, pero ha vuelto a Granada mediante un contrato Ramón y Cajal.
Proyecto En España no estaba muy desarrollada la química biológica, así que junto a la investigadora principal de su grupo, Rosario Sánchez, recalaron en 2013 en Genyo y hoy trabajan a destajo con muchos grupos de investigación.
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