El yacimiento granadino de Orce, el 'Silicon Valley' de la Prehistoria
investigación de la universidad de Granada
En Barranco León han aparecido siete esferoides, un útil de piedra que demuestra que los humanos que habitaron este enclave hace 1,4 millones de años tenían capacidad de elaborar mapas mentales complejos
Orce se mantiene como un foco de interés internacional para conocer cómo vivían los humanos que habitaron este paraje hace 1,4 millones de años. Un nuevo estudio enmarcado en el proyecto de investigación ProyectORCE que dirige el profesor Juan Manuel Jiménez Arenas, del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada (UGR), ha puesto de manifiesto la complejidad del comportamiento y el carácter vanguardista e innovador de estos grupos de humanos, los más antiguos del continente europeo.
Este trabajo, que publica esta semana la prestigiosa revista PLoSOne, revela que los habitantes de esta comarca granadina emplearon hace 1,4 millones de años técnicas innovadoras a la hora de fabricar sus útiles en piedra que no se volvieron a utilizar hasta 400 mil años después. Dicho de otro modo, “esta región puede ser considerada el 'Silicon Valley' de la Prehistoria, porque supuso un motor del progreso tecnológico en el que se desarrolló una tecnología visionaria, muy adelantada a su tiempo”, señalan los autores.
La investigación ha sido liderada por Stefania Titton, del Instituto Catalán de Paleocología Humana y Evolución Social (IPHES),y ha sido financiada por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
Los yacimientos arqueopaleontológicos de Orce no solo revelan, una vez más, el inmenso potencial patrimonial y científico que atesoran. También fueron vanguardia tecnológica durante la Prehistoria. En este caso nos remontamos a hace 1,4 millones de años. Concretamente al yacimiento de Barranco León, donde se ha hallado el resto humano más antiguo del continente europeo. Un individuo que perteneció a una población humana mucho más innovadora de lo que se pensaba.
Siempre se ha considerado que en esos tiempos pretéritos, los más remotos de la Prehistoria europea (1,4 millones de años – 1 millón de años), la cultura material conocida (tecnología lítica tallada) se reducía a lascas de piedra con filo cortante, para el procesamiento de los cadáveres de los animales de los cuales se alimentaban los humanos y a piedras más contundentes (percutores a la manera de martillos) para tallar otras rocas y fracturar huesos de herbívoros para acceder a la médula ósea, rica en grasas y otras sustancias nutritivas que influyeron en el desarrollo del cerebro. A estas ‘cajas de herramientas’ se las denomina Olduvayense.
Se consideraba que solo en momentos más recientes florecieron determinados útiles en piedra tallada que presentan una fabricación y más cuidada y estandarizada. Es el caso de los denominados esferoides, que se asocian con el Olduvayense Evolucionado (1 millón de años de antigüedad) y los bifaces, o hachas de mano, típicos del Achelense (que emergen en Europa hace 800 mil años). El yacimiento de Orce demuestra que no.
La publicación de PLoSOne se centra en los esferoides, un tipo especial de útil que, en nuestro continente, se encuentra en algunos conjuntos líticos del Olduvayense Evolucionado y, sobre todo, del Achelense. En Barranco León, en los albores del Olduvayense europeo, han aparecido siete de estos artefactos esféricos, lo que implica la emergencia de complejos esquemas operativos resultado de una configuración intencional.
“De esta manera, podemos considerar a los esferoides de Orce como a las famosas máquinas de Leonardo da Vinci, diseños emergidos de un intelecto visionario y privilegiado siglos antes de pudieran ser fabricadas. Pero al contrario de aquéllas, las piedras futuristas de Orce, se materializaron y han llegado hasta nuestros días”, destaca el director del ProyectORCE y coautor de la investigación, Juan Manuel Jiménez Arenas.
Los esferoides denotan que los humanos de Orce poseían la capacidad de elaborar mapas mentales complejos. Elegían concienzudamente la materia prima en función del tipo de útil que buscaban, y lo que es más importante, desarrollaron rutinas de talla relativamente estandarizadas. Esto indica, desde un punto de vista de las capacidades cognitivas, una idea preconcebida del producto final y, desde el de las capacidades motoras, una jerarquización de los gestos de talla. No se trata de útiles donde el azar juega un papel relevante. Los golpes para su consecución son precisos. Como hiciera en el Renacimiento Michelangelo Buonarotti, los humanos de Orce eliminaron lo que sobraba de los toscos cantos rodados.
Una de las técnicas utilizadas para caracterizar estos singulares útiles es localizar el lugar preciso donde se ha impactado, la dirección de los levantamientos y la relación entre los levantamientos. Esta técnica es conocida como ‘dibujo diacrítico’. Otra de las técnicas es la reconstrucción virtual tridimensional de los esferoides para llevar a cabo medidas de alta precisión. Así, cada uno de los golpes fue ejecutado siguiendo un patrón estricto.
“Los yacimientos de Orce se consolidan como una zona arqueológica clave para entender el comportamiento de los humanos más antiguos del continente europeo. Esperemos dar la razón el novelista, arqueólogo y antropólogo canadiense Steve Erikson quien afirmó que “el futuro [de Orce] solo promete una cosa: sorpresas”. Como Silicon Valley, pero en la Prehistoria”, destaca Jiménez Arenas.
Este estudio ha sido posible gracias a la colaboración de arqueólogas/os del IPHES de Tarragona (StefaniaTitton, Deborah Barsky, Josep MariaVergès y Robert Sala-Ramos), la Universidad de Granada (Alexia Serrano-Ramos, José Antonio García-Solano -actualmente profesor en la Universidad de Sevilla- y Juan Manuel Jiménez-Arenas), el University College de Londres (Amèlia Bargalló) y el Museo Provincial Arqueológico y Etnográfico de Granada (Isidro Toro-Moyano).
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