El excepcional yacimiento prehistórico de Granada que se ve desde el cielo
Patrimonio
La muralla de Fuentes de Cesna tuvo unos 300 metros de perfecta circunferencia y hasta cinco metros de altura, unas medidas inverosímiles hace 5.000 años y que constituyen un ensayo de arquitectura monumental
La muralla prehistórica de Villavieja, cerca de Fuentes de Cesna, Algarinejo, es extremadamente singular. A nivel nacional, e incluso europeo, hay pocos enclaves tan bien conservados.Tanto que los restos de la defensa son visibles desde el cielo. La forma circular se destaca entre campos de olivos en un enclave próximo a Iznájar, entre las provincias de Córdoba, Málaga y la de Granada. Semejante tesoro ha sido hallado en el siglo XXI. Y eso también lo hace excepcional.
Entre 2012 y 2014 se registraron los primeros indicios para la ciencia. La existencia de los restos era ya conocida a nivel popular. De hecho, el enclave fue bautizado como Villavieja. Los posibles restos arqueológicos descubiertos durante las tareas agrícolas se comunicaron a Cultura. Se compraron los terrenos, se adecuaron los caminos, se le dio protección como Bien de Interés Cultural –bajo la denominación de castillo de Cesna– y se comenzó la intervención arqueológica del sitio, un “hallazgo singular”, destaca el arqueólogo Antonio Morgado, responsable de los trabajos.
“Lo que se ha recuperado está en alzada, visible. Visible incluso por fotografía aérea”. Google Earth lo corrobora. “Es reconocible desde lontananza”. La alzada de la muralla que ser conserva es de tres metros, y se supone que pudo llegar a cinco. Un hecho excepcional si se tiene en cuenta que la muralla se construyó hace 5.000 años, en la Edad del Cobre.
“El gran tesoro aquí es el sitio”, destaca el investigador del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada. Dentro de la muralla había un poblado, chozas adosadas y otra serie de infraestructuras domésticas “que no podemos calibrar” y que no se han conservado al estar hechas con materiales perecederos. Sin embargo, dentro de las murallas “hay mucho material” por estudiar. Se prevé encontrar ajuares de poblaciones agrícolas y ganaderas, molinos de mano, útiles de piedra para cortar, elementos de caza y restos de fauna doméstica. “Hemos encontrado un tesoro, información sobre la vida cotidiana” de los pobladores de la zona hace 50 siglos. Y esa información se extraerá con metodología novedosa, del siglo XXI.
En un yacimiento se pueden encontrar evidencias “macroscópicas y microscópicas”, detalla el investigador.Las primeras se ven a simple vista. Las segundas no. Al excavar en el terreno se hayan sedimentos que, a la luz del microscopio, son una auténtica cápsula del tiempo. “Hemos detectado trabajos de metalurgia de cobre”, y no porque se hayan localizado elementos de este metal, sino por la contaminación por metales pesados que quedó en el terreno. Otros yacimientos, en los que se trabaja desde hace décadas no poseen esta capacidad de dar datos, al haberse removido los sedimentos. Han podido desaparecer los cañizos, pero en los restos carbonizados de los hogares se pueden encontrar semillas, de leguminosas o guisantes, “que dan información sobre el tipo de cultivo” de aquella remota época. Se puede incluso hallar polen o establecer los usos que se les dio al suelo mediante la micromorfología de éste.
“Es como el CSI, tenemos pruebas microscópicas”, reseña Morgado. “Es como si hubiera ocurrido un crimen y a partir de lo que queda se trata de reconstruir”, algo que “no tiene sentido si se ha modificado el contexto”, añade el investigador. En Fuentes de Cesna se hace arqueometría, la documentación de estos estudios par relatar una historia global. La muralla es el elemento patrimonial visible, “pero la historia que van a contar los libros será a partir de la evidencia científica” que se determine en el laboratorio.
Tarea tienen. En el interior de la muralla hay dos metros de sedimentos que preservan los niveles inferiores “que hay que exhumar con cuidado” en los que, hace 5.000 años, se desarrolló una sociedad muy particular. Tanto que quiso evidenciar su singularidad con un elemento único, imposible para la época. Una gran muralla. “Pudieron darse acontecimientos puntuales de agresión... pero dada la extensión de la muralla [300 metros], la alzada... hay valores añadidos. Hay un proyecto de monumentalizar, colectivo, de decir ‘aquí tenemos poderío’, que les separa de otro tipo de poblados”, desarrolla Morgado. Dentro pudieron vivir unas 500 personas, pero posiblemente el grupo humano fuera mayor, y disperso por la zona. “La sociedad se erige como elemento de referencia, en un lugar destacado del paisaje” que por un lado tiene a Iznájar y por el otro la depresión kilométrica de Granada. “Se elige el sitio más prominente”.
"No ha habido rebusca, esa ha sido nuestra suerte"
Antonio Morgado, como arqueólogo, habla con amargura de expolios y el daño que hacen al patrimonio los amigos de lo ajeno. “Supongo que ha habido rebuscas, pero no ha habido mucha, esa ha sido nuestra suerte”, destaca sobre el hallazgo de Villavieja, en Fuentes de Cesna. “Hay gente que no tiene conciencia cívica, colectiva”, critica sobre quienes se dedican a buscar materiales y generan un daño que puede ser irreparable a lo largo y ancho de Andalucía. El de este investigador y su equipo estudian los yacimientos como los policías la escena de un crimen. Si alguien se lleva el arma homicida, el relato de ese delito se altera. Lo mismo ocurre cuando una punta de sílex se descontextualiza.
Elementos excepcionales se han hallado en Antequera o Los Millares –descubierto en el siglo XIX–, pero en Granada hay esta excepcionalidad. Mientras que los dólmenes eran elementos funerarios, Villavieja es una arquitectura monumental “para los vivos”. Se usó barro como aglutinante de una estructura de dos metros de ancho en un momento en el que “arranca la arquitectura”. Hay conocimientos sobre la materia y un determinado reparto de las tareas para una obra que no se prolongó en el tiempo en exceso.“Se ve que es un proyecto que tuvo una planificación”. Se realizó un círculo perfecto que albergó a aquellos pobladores.
“Hay que consolidar” lo ya descubierto, unos 20 metros de un total de 300. También se avanzará en detalles como determinar dónde está la puerta de acceso y una visión “fidedigna de la estructura”, aunque se descarta aflorar todo el perímetro. “Generaciones futuras tienen que seguir excavando, con técnicas futuras”.
No se han localizado restos humanos, ya que posiblemente los enterramientos se realizaran en otro lugar. No se sabe por qué dejó de estar habitado. “No hay evidencia de abandono rápido”, explica Morgado, que añade que posiblemente “lo que le dio sentido, dejó de tenerlo”, vino otro tipo de sociedad y la reorganización de la población propició otro tipo de asentamientos.
Por lo pronto, ya tienen todo preparado para una nueva campaña arqueológica el próximo verano. La de 2021 contó con el patrocinio del Ayuntamiento de Algarinejo y la Diputación de Granada dentro del Plan Provincial de Conservación y uso del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico Rural, junto a la colaboración de empresas Bujarkay y Granada Comunicaciones y la colaboración de los propios vecinos de la zona, como la Asociación de Mujeres de Fuentes de Cesna. “Volveremos en verano”, adelanta el investigador.
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