Gilberto Navarro, oro en el olimpo rojiblanco

Granada CF | Obituario

Fallece el que fue jugador del Granada entre 1956 y 1958 y entre 1962 y 1964

Navarro militó en el Granada en la segunda mitad de los años 50 y en la primera de los 60
Navarro militó en el Granada en la segunda mitad de los años 50 y en la primera de los 60
Ramón Ramos

31 de enero 2019 - 20:41

Granada/Y al Granada sí le hacía falta un extremo. Era el verano de 1956. Con la descolonización de Marruecos, los jugadores (Atletico Tetuan, España de Tánger...) que jugaban la Liga española en equipos del Protectorado quedaron de repente en tierra de nadie. Uno de ellos fue Gilberto Navarro, nacido en Alcoy el 27 de noviembre de 1935.

Había probado en el Español, pero los dirigentes del club de Sarriá -para fortuna del Granada- no supieron apreciar las virtudes de este extremo potente y goleador. Y fue así que el presidente del España de Tánger se lo ofreció al del Granada, José Bailón, con la frase que abre este artículo.

Primera etapa

Navarro se incorporó así al Granada 56-57, destinado a entrar en la historia porque esa temporada se puso fin a lo que entonces parecía una travesía larguísima en Segunda.

En efecto, el Granada culminó el ejercicio futbolístico inscribiendo en la historia el segundo ascenso rojiblanco.

Para que ese logro fuese efectivo fueron pieza clave los goles de Navarro, generalmente alineado en la banda izquierda del ataque, formando ala con Rius o Vidal, el primero de contrastado rendimiento y muy querido de la afición durante los ocho años que estuvo en Granada; el segundo, ‘regalado’ por el Granada al Murcia en una operación de escasas luces incapaz de apreciar en aquel joven futbolista la proyección que solo un año después le llevaría al Real Madrid de Di Stéfano y los primeros títulos europeos del equipo merengue.

A ellos y a otros tantos, como los veteranos Pahíño, Suárez e Igoa, internacionales fichados por el Granada para complementar la juventud general de una plantilla en la que formaban granadinos como Vicente, Cea, Olalla, Guerrero o los asentados guardametas Candi y Piris, se acopló Navarro en aquel Granada que culminó su ascenso en Extremadura después de superar el difícil trance de un choque en Puente Genil, jugado bajo la tremenda presión de un flagrante intento de soborno por parte del Granada al portero local, Torollo.

Goles para el ascenso

El campo transformado en caldera de pasiones cuando horas antes del partido se conoció la argucia que pretendían los rojiblancos, hubo que jugarlo ‘a cara de perro’ y allí surgió la figura de Navarro, autor de dos de los tres goles con los que el Granada se abrió paso en uno de los más difíciles trances de su lacerada historia.

Y en esa historia tiene Navarro un merecido puesto en el cuadro de honor rojiblanco. Porque su rendimiento en Primera continuó la estela de la temporada anterior.

Internacional

De forma que instalado entre los máximos goleadores de la Liga 57-58, el seleccionador Meana se acordó de él para integrarlo en una delantera que se enfrentó a Portugal, en la que formaron los cinco mejores realizadores españoles.

Esa eficacia no podía pasar inadvertida para los principales equipos españoles y, así, el Sevilla, que debutaba la temporada 58-59 en la Copa de Europa, desembolsó una buena cantidad en las arcas rojiblancas, a escasas fechas de comenzar el campeonato.

Traspaso

Con el traspaso, el Granada completó una de las operaciones más rentables de su historia porque al dinero ingresado añadió la incorporación de Ramoní y Arsenio, más la cesión de Loren, tres de las piezas clave que llevaron al once rojiblanco a la final de Copa de 1959.

Navarro no triunfó en Sevilla. Comenzó en el club de Nervión una plaga de dolencias que le acompañarían a partir de ahí en los restantes añlos de su trayectoria deportiva.

Un exceso de masa muscular que hasta entonces no le había afectado pero fue causa de ausencias tanto en el Sevilla como en el Mallorca -también de Primera- donde jugó otras dos temporadas antes de regresar a Granada, en el verano de 1962.

Vuelta y retirada

De nuevo en Los Cármenes Navarro siguió marcando goles en su primera temporada, de mejor rendimiento que la segunda, donde otra vez se reprodujeron sus problemas musculares.

Todo desembocó en una prematura retirada del fútbol en junio de 1964. Fue un cruce de caminos entre un veterano con 39 goles en sus 85 partidos como rojiblanco que decía adiós en convivencia con los jóvenes que se incorporaban al Granada para inscribir su nombre de inmediato en el tercer ascenso rojiblanco: Santos, Eloy, Tinas, González, Almagro... más Pirri, que un año después era ya insustituible en el Real Madrid.

Herencia

Gilberto Navarro, que este 31 de enero nos ha dejado, vivió en Granada desde entonces y entre sus méritos y aportaciones añade además la herencia de un segundo Gilberto Navarro, que a finales de los 80 y primeros 90, con sus goles, se abrió camino para un traspaso al Figueras que solo el mejor Cádiz pudo frenar en su asalto a la Primera División.

Navarro, en letras de oro en el olimpo rojiblanco por derecho propio. Descanse en paz.

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