Los culpables del mal inicio de temporada del Granada

Granada CF

Desde dirigentes a jugadores, pasando por el entrenador, todos tienen parte importante de culpa en la pésima situación del equipo rojiblanco

Gonzalo Villar en acción en el partido ante Osasuna / Pepe Villoslada / Granada Cf

No siempre es fácil en el mundo del fútbol encontrar culpables ante la mala situación de un equipo. De hecho, la culpabilidad en la mayoría de los casos suele estar repartida entre todos los protagonistas que forman un club, desde los que están en los despachos hasta los que pisan el verde, pasando por el que hace garabatos en la pizarra.

Eso es justo lo que ocurre con el actual Granada CF, en fase depresiva por haber perdido por 2-0 el viernes en Pamplona ante Osasuna para sumar la pobrísima cifra de seis puntos de treinta posibles en las diez primeras jornadas del campeonato en Primera División.

El decepcionante arranque de temporada en el regreso a la máxima categoría encuentra como causas una deficiente planificación deportiva, con algunos problemas que se veían venir de lejos y no se solucionaron, una dirección del técnico Paco López y su equipo que no termina de encontrar los resultados adecuados y un nivel por debajo del esperado de la mayoría de los que se calzan las botas.

Pocos aprueban actualmente la gestión realizada por la dirección deportiva en verano. Los resultados tampoco. Es fácil coincidir en que los refuerzos traídos han mejorado, en líneas generales lo que había, con el asterisco puesto en los conocidos problemas musculares de Vallejo que están apareciendo más que nunca esta campaña y en el rendimiento de Manafá, que aún no sabemos si es que no vale o que no le vale a Paco pero sí le valdría a otro.

Los dirigentes

La crítica no está ahí, porque tienes el derecho a equivocarte en alguna pieza cuando refuerzas un equipo en verano, sino que está en aquellos que no han venido y en los que no han salido, en aquellos jugadores que deberían de haber abandonado el club y no has podido sacar y en aquellas posiciones que tendrían que haber sido reforzadas y no ocurrió.

Sin entrar a valorar lo ocurrido hasta ahora, que tampoco deja en buen lugar a los dirigentes, un simple vistazo a la disponibilidad del Granada en el siguiente partido contra el Villarreal, demuestra que en verano tendría que haber llegado, y no llegó, un central y un centrocampista más. Y el problema es que no es un análisis actual ni de los llamados a posteriori, sino que esto se veía venir desde el final mismo de la pasada temporada.

Quizás hubiera sido posible si el Granada llega a ser capaz de hacer salir a jugadores que no contaban para Paco López y que están poco menos que de relleno en el plantel, caso de Alberto Perea, Famara o Weissman. Esto también se sabía desde el final de la pasada campaña y el Granada no fue capaz de hacerlos salir en todo el verano. Lamentable.

Esta equívoca planificación, y también el hecho de que algunos de los fichajes llegaron al final del mercado invernal y/o en baja forma, hace que el técnico Paco López haya tenido problemas para desarrollar su labor.

Esto no exculpa de responsabilidad al preparador en el mal inicio de temporada del Granada, al menos no del todo. Porque si solo eres capaz de ganar un partido de diez y tu equipo es el más goleado de toda LaLiga, con la friolera de una media de 2’5 goles recibidos por encuentros, las miradas de la culpabilidad también tienen que ir al banquillo.

Paco López

Aunque no va a ocurrir, porque Paco López ha dicho por activa y por pasiva que ‘morira’ con su idea de ver el fútbol, no estaría de más que el técnico se replanteara la forma de afrontar los partidos, sobre todo viendo que no está funcionando la imagen alegre y valiente del equipo.

No sólo a la hora de hacer planteamientos ofensivos, sino que también al alinear a uno u otro jugador en un momento determinado se puede culpar a Paco de la situación actual.

El técnico aún tiene la confianza de los dirigentes del Granada, pero eso de la confianza en un entrenador es como los caramelos a la puerta de un colegio, que tardan poco en pasar de existir a no existir.

Y ya se sabe que en el mundo del fútbol ni dimiten los dirigentes ni expulsan a toda la plantilla cuando los resultados no son los adecuados.

Los jugadores

Porteros que no terminan de transmitir confianza, defensa que hace aguas, fichajes de los que se espera más, errores individuales graves un partido sí y otro también, veteranos lejos de su mejor versión, una ‘Bryandependencia’ cada vez más acuciada… las miradas también tienen que ir hacia la plantilla, que es el último y definitivo eslabón de lo que ocurre.

El partido de Pamplona es el perfecto ejemplo que resume todo los citado en el párrafo anterior. Las cosas no están saliendo a unos jugadores capaces de dar mucho más, tanto los que estaban como los que han venido, y que no puede condenar al equipo partido tras su partido con sus graves errores, tanto individuales como colectivos.

El futuro

Lo único buena de la situación es que es reversible, que el campeonato apenas ha completado un cuarto del mismo y que el Granada está a apenas una victoria de salir de los puestos de descenso, gracias a que hay un buen puñado de equipo tan defectuosos como el rojiblanco.

La visita del dubitativo Villarreal, pese a las bajas del Granada, es un test perfecto para el técnico y los jugadores, para conocer si son capaces o no, si se puede tener fe en ellos o la confianza se sigue mermando. Será el lunes por lo que otra cosa no, pero tiempo para reflexionar todos hay de sobra.

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