Escribá dota al Granada de identidad

La Resaca

Dos partidos han sido suficientes para que el equipo sepa qué quiere y qué tiene que hacer para conseguirlo, algo que llevaba mucho tiempo sin ocurrir

Escribá, en el partido ante el Mirandés
Escribá, en el partido ante el Mirandés / Agencia LOF

Granada/Igual que toda persona está obligada a tener un documento identificativo, todos los equipos de fútbol buscan como uno de sus pilares principales ser reconocibles, que los jugadores sepan qué quieren que pase y qué tiene que ocurrir para que pase. El camino hacia la identidad propia es la primera inquietud de un entrenador. Muchas la consiguen, otros se quedan en el camino porque, en la mayoría de los casos, son despedidos precisamente por tardar mucho en hallarla y no encontrar mientras tanto el respaldo de los resultados.

El Granada de esta temporada es un vivo ejemplo de cómo encontrar o no la deseada identidad. Guille Abascal tuvo una pretemporada completa y seis partidos para dar con ella sin conseguirla. Fue presa de la presión del favorito, de una exigencia inversamente proporcional a la capacidad de sus dirigentes. Se estrelló sin remedio contra la exigencia de la Segunda División.

A su sustituto, Fran Escribá, le han bastado dos partidos para dotar al equipo de una identidad propia. Más allá del empate de Burgos o la victoria de Miranda de Ebro, independiente de desperdiciar una ventaja fabulosa en El Plantío o de las manos salvadoras de Mariño en Anduva. Uno ve a este Granada y, por fin, da la sensación de que sabe lo que quiere hacer y, lo más importante, tiene claro cómo conseguirlo.

Llevaba tiempo sin ocurrir esto en el Granada. No sólo porque con el anterior entrenador no pasaba, sino que no ocurrió en ningún momento de la pasada campaña y sólo a medios, pese al éxito, en el curso del ascenso del equipo a Primera de la mano de Paco López hace un par de temporadas.

Dicen los futboleros más pragmáticos que con un buen portero y un buen delantero tienes casi todo el trabajo hecho. A Guille Abascal no se lo contaron, porque el Granada pareció jugar muchos partidos con el técnico sevillano al frente sin portero y sin delantero, con la malafollá de que insistió con Weissman sin resultado, mientras que a Escribá le resolvió el partido el israelí la primera vez que lo puso de titular.

Luego está la sala de prensa, donde Guille Abascal ofrecía un discurso irreal y nulo de autocrítica, viendo a los suyos mucho mejor de lo que realmente estaban, y Fran Escribá sólo habla de mejorar y de los conceptos en los que tienen que evolucionar pese a hacer conseguido una victoria. Aquí se trata simplemente de inteligencia y de ser capaz de ver las cosas con los mismos ojos con los que todo el mundo las ve.

El Granada ha reseteado con Escribá, ha vuelto a la casilla de salida para empezar a construir la casa por los cimientos. El domingo comprobaremos si la afición también lo ha hecho tras los convulsos últimos partidos en casa, con empates y derrotas, goles encajados y polémicas innecesarias como la protagonizada por Carlos Neva en el choque más reciente.

Seguro que el domingo se volverán a escuchar gritos de “Directiva dimisión”, que no sobran porque es necesario decirle a los necios que dirigen el Granada que su sitio está fuera del club, pero seguro también que la afición está más que nunca con los suyos y hace frente con más ánimos y cánticos que en el pasado más reciente a la afición del Córdoba que se desplazará. Además de darle identidad al equipo, la llegada de Escribá, con su calma y su capacidad, ha sido un bálsamo que ha devuelto casi todas las aguas a la tranquilidad. Ahora ya solo falta ganar en el Nuevo Los Cármenes.

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