El Granada hace los deberes con pereza
La Resaca
El equipo rojiblanco se acerca a la buena nota a final de curso, aunque saca adelante la tarea semanal con problemas más por desgana que por falta de capacidad

Granada/La pereza es uno de los siete pecados capitales y está considerado por la Iglesia Católica como una falta de disposición y voluntad para realizar acciones necesarias o deseadas, tanto en el ámbito físico como espiritual.
Hay más, se entiende como una falta de motivación, una actitud de desapego y una tendencia a la inactividad.
Con esta definición nadie puede dudar de que el Granada CF juega a veces con pereza. El equipo rojiblanco es como ese estudiante que saca adelante la tarea a última hora y a regañadientes.
Los últimos buenos resultados han hecho que el Granada se acerque a la buena nota a final de curso, aunque realiza la tarea semanal con problemas más por desgana que por falta de capacidad.
Cada partido, sobre todo fuera de casa, es un dolor de muelas. Hasta hace poco porque los perdía; en las dos últimas semanas los gana, pero sin convencer. El clásico vence pero no convence. Que, todo sea dicho, a estas alturas de temporada lo firmamos con sangre.
Hay un detalle que habla bien a las claras del sufrimiento rojiblanco en las tres últimas victorias, ante Almería, Albacete y Cartagena. El mejor de esos encuentros ha sido el portero, Diego Mariño.
Después de existir dudas durante toda la temporada acerca de la portería nazarí, el veterano Mariño ha emergido como el salvador del equipo cuando más falta hacía.
Su mano ante el cabezazo de Luis Suárez cuando el Granada-Almería estaba empatado es una de las paradas de la temporada. Igual de importante que los paradones realizados ante el Albacete con 0-0 en el marcador.
A la altura del penalti parado en Cartagena y que sirvió para hacer reaccionar al equipo después de salir al campo con una torrija de dimensiones inabarcables, que para eso es época de torrijas.
Escribá ha sabido adaptarse, no ha sido presa de sus cabezonerías, como en muchas ocasiones le ocurre a determinados técnicos, el último su antecesor Guille Abascal.
Ha visto que Rubén es mejor que Ricard, que el trivote en la medular es básico, que Sergio Ruiz es indispensable. Se pone pesado con Tsitaishvili, más conocido como Casitaishvili, porque siempre se queda en el casi y no termina de romper. Se le permite al técnico, que no todo va a ser perfecto.
Lo mejor de esta temporada es la afición. Casi mil en Albacete en Domingo de Ramos, más de mil en Cartagena en Domingo de Resurrección, colas este lunes en las taquillas para sacar entradas para el Granada-Elche.
La grada sigue estando muy por encima del equipo y sólo con un ascenso podrán llegar a compensar los jugadores lo mucho que ha crecido la masa social rojiblanca.
Quedan seis jornadas, que es un mundo, pero a las que es mejor llegar enganchado y en plaza de promoción como ahora que más lejos del objetivo. Aunque sea con un grado de pereza que por ahora no impide que el equipo haga los deberes y saque su tarea adelante.
Otra cosa es que en un hipotético cruce por el ascenso esa pereza le impida seguir avanzando hacia Primera División. El próximo fin de semana el Elche será una buena prueba de fuego.
Lo que haga el primer equipo en lo que queda de curso servirá para poner la nota final a una temporada que por ahora tiene una buenísima noticia con la campaña del Granada femenino y una malísima realidad que es el descenso del Recreativo Granada.
Los dirigentes siguen alejados de la realidad, los hechos siguen decepcionando, pero casi todo se taparía con un ascenso a Primera, con la vuelta a la ansiada máxima categoría. Todos se agarran a ella, pero los jugadores son los que tienen la sartén por el mango. Ellos, una vez más, son los que deciden con sus actos en el terreno de juego.
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