Guille Abascal no coge el paso ni con un tambor

La resaca

El entrenador del Granada tiene principalmente dos problemas: uno futbolístico basado en que su equipo no da la talla en Segunda División y otro de percepción de la realidad

Guille Abascal, en la banda durante el Elche-Granada / Agencia LOF

Granada/El entrenador del Granada, Guille Abascal, tiene principalmente dos problemas: uno futbolístico basado en que su equipo no da la talla esta temporada en Segunda División; el otro es de percepción de la realidad y lo refleja con demasiada asiduidad en sala de prensa, viendo mejoría y evolución en los suyos donde no las hay.

Han pasado cinco jornadas y el Granada, con un calendario amable que incluye tres partidos en casa y rivales que no son los de perfil alto de la categoría, sólo tiene cinco puntos en la clasificación, quedando lejos de la cabeza y con una sola unidad de ventaja sobre la zona de descenso. El balance, siendo generosos, es paupérrimo.

Han pasado cinco jornadas y la mayoría no sabemos bien cuál es la propuesta del equipo, qué quiere hacer con balón y sin balón, cuáles son sus fortalezas. Las debilidades, desgraciadamente, sí que se ven, apreciándolas y explotándolas continuamente los equipos rivales.

Lleva Guille Abascal ya más de dos meses trabajando con el equipo y la mayoría de ratos de la mayoría de los partidos son un esperpento. Hay momentos aseados, hasta algunos en los que se aprecian ciertos brotes verdes, pero predomina el desacierto, el error, el fallo defensivo, el mal posicionamiento. Predomina una desoladora falta de ideas con balón y una preocupante debilidad defensiva.

En el fútbol está todo inventado, y en Segunda División más aún. Sé fuerte atrás, asegura tu meta, y a partir de ahí llegarán las ocasiones y los goles a poco que trabajes el ataque y tengas talento, y el Granada tiene más desequilibrio que ningún equipo de la categoría. Cuál es entonces el problema. Que es un coladero, que cualquier equipo le hace gol, que las porterías a cero son los padres, y así es imposible ganar partidos. De hecho, venció el único en el que no recibió.

Se trata, simplemente, de empezar la casa por los cimientos. Se sabe aquí y también debería saberse en Italia, Suiza o Rusia, donde estaba entrenando un Guille Abascal al que le viene grande el equipo y el proyecto, un técnico que cambió de sistema tras la tercera jornada para seguir sin mejorar y que no coge el paso ni con un tambor.

Siendo desesperante lo del campo, lo es más lo de la sala de prensa, con el sevillano hablando de evolución, de mucha mejoría, de pasos adelante, de alto progreso. Aceptemos el ‘frikismo’ para ‘comprar’ que es necesario colocar a un lateral derecho de extremo zurdo para remontar porque va bien de cabeza al segundo palo, nos agarramos al ‘panenkismo’ para justificar jugar con tres centrales por una mejoría de la salida de balón en lugar de con motivaciones defensivas, pero insistir en lo de la mejora (irreal) del equipo ya es mear fuera del tiesto, es ver lo que nadie ve.

No son pocos los aficionados que piden ya el despido de Abascal, que insisten en que mañana es tarde. Basan su opinión, tan aceptable como seguramente acertada, en los resultados y, sobre todo, en las sensaciones. Ver jugar a este Granada es tedioso, da la sensación, igual que ocurría la pasada campaña, que no es capaz de ganarle a nadie. De hecho, los suaves gritos de “Guille vete ya” que hubo contra el Deportivo serán masivos y sonoros seguro el viernes si las cosas ante el Málaga no fluyen.

Es una más de este desastroso Granada, de un club ruinoso que va a la deriva sin que nadie haga nada por evitarlo. El viernes el Nuevo Los Cármenes será una pequeña Rosaleda, y a nadie se le caerá la cara de vergüenza. Eso sí, dardos a la afición todos los que se pueden. Del director deportivo, del entrenador y hasta de los jugadores. Que si remar, que si positivismo, que si todos juntos. Como si hubiera que decirle a la grada lo que tiene que hacer, a estas alturas. Y la temporada no ha hecho más que comenzar. Va a tocar apretarse los cinturones.

  

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