El plan de Escribá ya funciona

Mirandés-Granada CF

El Granada se agarra a la portería a cero y a su eficiente 1-4-4-2 para lograr su segunda victoria de la temporada, la primera con el nuevo técnico y en las seis últimas jornadas

Jozwiak trata de llevarse el balón ante un jugador del Mirandés
Jozwiak trata de llevarse el balón ante un jugador del Mirandés / Agencia LOF

Granada/El Granada de Escribá ya funciona y ya sabe lo que es ganar. Estuvo cerca de conseguirlo en Burgos, en el estreno del nuevo técnico, y lo logró este sábado en Miranda de Ebro, donde se impuso por 0-1 al Mirandés.

Los rojiblancos se agarraron a la portería a cero y a su eficiente 1-4-4-2 para lograr su segunda victoria de la temporada, la primera con el nuevo técnico y en las seis últimas jornadas. Los cambios y Mariño contuvieron el empuje del Mirandés, acabando el equipo en un 1-4-2-3-1, con Manu Trigueros de media punta.

El entrenador del Granada, Fran Escribá, apostó por el mismo once titular de la pasada semana en Burgos con una única novedad, que fue la suplencia de Reinier y la oportunidad para Weissman, lo que hizo aún más claro el habitual 1-4-4-2 del técnico.

El Granada dominó en la primera parte a partir de la posesión, que fue mayoritaria de los rojiblancos desde el mismo pitido inicial ante un Mirandés al que no se le veía incómodo sin tener la iniciativa.

Aunque el Granada apenas tuvo ocasiones en el primer tiempo, con el gol y un chut lejano de Ricard que se marchó fuera por poco, la sensación era que los rojiblancos tenían el partido totalmente controlado y que sólo había que esperar que sentenciara con su calidad en ataque.

Con Hongla y Gonzalo Villar como jefes de operaciones en la medular, trenzaron varias buenas jugadas de ataque los nazaríes. Una de ellas, nacida en área propia y llevada por la izquierda por Brau y por Jozwiak, acabó con el centro del polaco para que Weissman marcara el 0-1 estando donde tiene que estar, en boca de gol entre los dos centrales.

Tuvo el Granada en la acción del gol la suerte que otras veces no ha tenido con los colegiados. Primero porque la jugada nace en un ataque rival con centro al área y mano de Ricard para cortar el balón.

El esférico toca ligeramente en el muslo del lateral antes de golpear en su mano, que está despegada del cuerpo y en posición más antinatural que natural, lo que hace que no sea señalada como penalti ni por el árbitro ni por el VAR.

Después, en el remate de Weissman hay un posible fuera de juego del israelí que las líneas del VAR confirman como legal, aunque acciones similares se le han anulado al Granada en pasadas campañas.

El Mirandés, que jugó de inicio con su habitual 1-5-4-1, trató de irse arriba y de presionar un poco más tras el gol, aunque sólo le hizo cosquillas al Granada con el juego entre líneas de Reina.

Mariño sólo tuvo que hacer una parada tras una contra rojiblanca fallida y, en líneas generales, el Granada controló bien el choque con su ventaja en el marcador.

Un detalle negativo del tramo final del primer tiempo es que vieron tarjeta amarilla de forma casi seguida Loic Williams, Ignasi Miquel y Ricard, tres de los cuatro defensad del equipo.

Empezó el Granada la segunda parte sin cambios ni de jugadores ni de sistema. También con una clarísima ocasión para marcar el 0-2 en las botas de Uzuni, tras robo y asistencia de Gonzalo Villar, pero el albanés remató mal ante Raúl Fernández cuando lo más fácil parecía chutar entre palos.

El dominio alterno beneficiaba al Granada, que alargaba sus posesiones siempre que podía con crecimiento en el partido de Gonzalo Villar y de Hongla con el paso de los minutos, aunque los cuatro jugadores de arriba cada vez tocaban menos el balón.

Pese a que el Mirandés no creaba peligro, cada vez daba más la sensación de que al Granada le hacían falta cambios. Y Escribá los metió a pares en el minuto 65 con la entrada de Trigueros y de Lucas Boyé.

Salieron del campo el goleador Weissman y Jozwiak, por lo que Lucas Boyé se colocó arriba formando pareja con Uzuni, mientras que Trigueros se escoró a la banda derecha para jugar en la posición en que lo colocaba Guille Abascal, ya que Escribá no movió su 1-4-4-2.

Eso sí, el ex del Villarreal tenía total libertad de movimientos y en ataque se iba con asiduidad para el centro buscando en el Granada alargar las posesiones y mantener el control del encuentro. Tener el balón es la mejor forma de que el rival no te ataque.

El Granada defendía bien las posesiones rojillas pero lo pasaba mal cuando los locales colgaban balones al área, recurso que con el paso de los minutos utilizaron cada vez más, con un par de remates peligrosos ante un siempre seguro Mariño.

En el minuto 77 realizó dos nuevos cambios Escribá. Entraron al partido Sergio Ruiz por Hongla y Pablo Sáenz por un Tsitaishvili que completó un partido muy pobre. Cada uno se colocó en la posición del jugador sustituido, por lo que no hubo variación en el 1-4-4-2 del técnico.

Le costó trabajo al Granada en los minutos clave mantener la posesión, con errores groseros de algunos de sus futbolistas fruto del cansancio, por lo que era inevitable que el Mirandés apretara, agarrándose los rojiblancos al buen hacer de Mariño.

El último cambio del Granada, ya en el minuto 87, fue la entrada de Corbeanu por Uzuni, por lo que el canadiense se colocó en la banda derecha, Pablo Sáenz se fue a la izquierda y Manu Trigueros acabó el partido como media punta, por detrás de Lucas Boyé, en un 1-4-2-3-1.

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