Los retos de Fran Escribá en el Granada CF

Fútbol

Fran Escribá en su puesta de largo como nuevo entrenador del Granada CF. / Antonio L. Juárez / PHOTOGRAPHERSSPORTS

Granada/En el Granada CF parece que se respira cierto aire de tranquilidad tras el convulso encuentro que disputó en el Estadio Nuevo Los Cármenes ante el Málaga CF el pasado viernes. La fulminante destitución de Guillermo Abascal con tan sólo seis jornadas disputadas, el ‘caso Neva’ que mandó callar a la grada tras su golazo siendo además el capitán, y la situación en la tabla clasificatoria generó un clima nada propicio estando aún en el mes de septiembre.

De contar con entrenador de tan sólo 35 años se optó por contratar a uno de 59 como es Fran Escribá, que cuenta con una amplia experiencia y que tiene la difícil misión de mejorar ya no sólo el juego y la posición en la clasificación de Segunda División, sino también de calmar un tanto el ambiente enrarecido que existe en la instalación del Zaidín cada partido y ya no sólo esta temporada sino también desde la pasada.

Obviamente la misión de Escribá es deportiva, pero si los resultados llegan en el mundo del fútbol casi todo se olvida y la tranquilidad parece llegar, aunque eso no significa que todo lo que se hace en una entidad esté bien hecho. Ni mucho menos. Pero así es este mundo. Para empezar, y aunque en su comparecencia de prensa no le dio mucha importancia, el nuevo inquilino del banquillo rojiblanco debe cortar la sangría de goles en contra.

En cuatro de los seis duelos que se llevan disputados en la actual campaña, el Granada CF de Abascal ha encajado dos o más goles. Una cifra que hace, en esta categoría, casi inviable ganar un partido porque obliga a marcar al menos tantos para ganar. Si por algo se han caracterizado los equipos de Escribá han sido por el orden defensivo que normalmente ha provocado que sus equipos hayan encajado pocos goles.

Pero hay muchos más aspectos en los que tiene que emplearse el valenciano para lograr un cambio de dinámica. Entre ellos, está la recuperación de piezas que se suponen que son fundamentales en la plantilla. Son los casos de futbolistas como Manu Trigueros, Józwiak, Weissman o Lucas Boyé. A dos de ellos los ha tenido en sus anteriores equipos. Es el caso de Trigueros, al que dirigió en el Villarreal, y que con el sistema de tres centrales abarcaba demasiado terreno, no mostrando sus verdaderas virtudes.

Tampoco Boyé, ahora lesionado, ha rendido como se esperaba de él ni en la pasada ni en esta temporada. Dijo Escribá en su presentación que el delantero argentino “sigue siendo el jugador que tuve y lo va a seguir siendo. Debe ser muy importante”. Con él, el ariete logró sus mejores registros goleadores, siete tantos, aunque no estuvo una temporada completa con el preparador.

Está por ver qué sucederá con Weissman, que con Abascal contó con muchos minutos, pero un penalti fallado en el último minuto ante el Málaga provocó la destitución del sevillano. Porque es evidente que de haberlo marcado, el anterior técnico habría seguido en el cargo. A nadie lo echan tras ganar un partido y eso es así. El israelí está falto de confianza y está por ver que la recupere con Escribá.

El caso de Józwiak es algo diferente. Sobre el extremo polaco se crearon grandes expectativas. Destacó en un equipo a la deriva en Primera División, pero una lesión en la recta final y otra en el arranque de esta han provocado que su rendimiento en el campo sea escaso. No parece el mismo y recuperarlo sería importante.

Al margen de ello, el nuevo entrenador tendrá que decidir quien ocupe el arco. Con Luca Zidane lesionado, deberá elegir entre Marc Martínez y Diego Mariño de cara a la primera cita de este domingo en El Plantío de Burgos (16:15 horas). Al primero lo tuvo en el Elche en su primera etapa cuando el guardameta tenía tan sólo 23 años en el curso 2013-2014 pero no le dio minutos, aunque fue tres veces convocado. Mariño tiene más experiencia aunque en dos años tan sólo ha jugado tres partidos. Será otra de las decisiones que deba tomar en su primera semana en el Granada CF. Le quedan, por tanto, muchas tareas por hacer al nuevo míster rojiblanco.

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