Ni el agua retrae a los granadinos
La lluvia caída, sobre todo a mediodía, no merma los primeros almuerzos de Corpus
Buen ambiente en las casetas y ganas de pasarlo bien a pesar de las nubes
Hay ganas de Corpus. No cabe duda. Lo demuestra el hecho de que la lluvia no retrajo a los granadinos, que esperaron a que remitiera para repartirse por las distintas calles y casetas del recinto ferial de Almanjáyar. No es que hubiera un gran gentío, pero más que considerable teniendo en cuenta las previsiones climatológicas, la intensa lluvia caída por momentos sobre la capital y el día en cuestión. Domingo, primer mediodía de feria, que de no ser por las precipitaciones a buen seguro habría dejado una imagen muy positiva de cara a las jornadas más fuertes en el recinto ferial de Almanjáyar.
Entre sevillanas y aguaceros caprichosos anduvo la tarde. Y es que si bien es cierto que el día amaneció prometedor, un banco de nubes muy densas fue cubriendo el albero y el asfalto del recinto conforme se acercaba las primeras horas de la tarde. Para el almuerzo era ya casi un hecho que, antes o después, iba a descargar el cielo con fuerza. Y así fue. A muchos les pilló comiendo las primeras raciones de carne y fritura bajo las carpas. A otros llegando y buscando refugio bajo un árbol, otra caseta de paso o cualquier estructura sirviente como techumbre de ocasión.
Entre los primeros, los visitantes de La Pecera que asistieron a la mesa de debate Precariedad y mujer, que contó entre otras ponentes con la delegada sindical de Comisiones Obreras, Elena Díaz. Se habló de feminismo y del papel de la mujer en la sociedad actual. Y es que el del 2018 va a ser un Corpus con un marcado acento feminista. Las marchas del 8-M y la campaña Me too, entre otras, han contribuido a remover conciencias entre la sociedad civil, agitando también el sentir del colectivo feminista. Y la feria, como termómetro social no es una ciencia exacta pero, al congregar a tanta gente, muchas veces escenifica los debates y problemas que se abordan en el día a día.
El agua por momentos chocaba contra el albero con más fuerza de lo habitual.Está siendo habitual a lo largo del año esa inestabilidad climatológica que va a volver locos a los granadinos, y que, de alguna forma, preocupa a los feriantes y socios de las casetas. Aunque mientras llovía era complicado pasear por la explanada de Almanjáyar, cuando amainaba o, directamente, cesaba la arena se asentaba evitando las clásicas nubes de polvo en suspensión. Por contra, la humedad dejaba en el ambiente cortinas de mosquitos, insectos y dientes de león muy molestos para los viandantes de las calles de todo el ferial. Bueno, no para todas;porque este año la parte alta de la calle Maimones se ha quedado huérfana de casetas ‘disco’. Desaparecidas y reubicadas en una sola. Novedad que durante las noches más movidas va a concentrar la marcha en otras zonas, dejando un panorama poco habitual en el ala este de la explanada de Almanjáyar.
La nubosidad no remitió por la tarde, más bien todo lo contrario, aunque las precipitaciones fueron desapareciendo. Conforme iba cayendo la noche, a falta de luz solar, el color lo pusieron las atracciones. Disparatadas, alocadas y mareantes en muchos casos para adornar y dibujar un improvisado skyline de siete días. El flujo de visitantes al ferial decayó. En parte por la desangelada postal, y en parte por ser la víspera del lunes. Aun así la atmósfera todavía era agradable entre las nueve y las once de la noche.
Si a mediodía lo más común es almorzar en familia, en las casetas, en plato;por la noche toca rendir visita a los food truck. Restaurantes de comida rápida portátiles con los últimos gritos en comida grasienta. Kebabs, bocadillos, roscas, hamburguesas, trozos de pizza, churros, garrapiñadas... Todo vale, y más que lo hará a partir del miércoles; cuando las madrugadas se hagan largas y el alba rellene las cajas de estos negocios ambulantes y los estómagos de sus clientes.
Entre los platos más demandados durante la jornada de día, patatas a lo pobre, paellas, migas y variedades de pescados. La digestión se hace con un café, un buen mojito o incluso un rebujito. En la Casa de Motril, claro está, triunfa el palito de Ron Montero. Y en las tradicionales, los cócteles. Aunque para cóctel, el vivido en la caseta de La Bien Pagá. Bailes flamencos a ritmo del Vivir mi vida de Marc Anthony. Lo nunca visto. En Carambirubí, en cambio, lo de la fusión de estilos se lo tomaban con más calma. Allí la danza folclórica acompañaba la música de Niña Pastori. Cada uno tiene sus propias maneras y gustos musicales.
Llega el lunes. El primer día entre semana promete adquirir claros tintes gastronómicos. Por la actividad en las casetas institucionales, con iniciativas como la de Sabor Granada en la caseta de Diputación, y también por los concursos en las tradicionales. Habrá momentos que se recordarán más por los sentidos del olfato o del gusto que por los de la vista o el oído.
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