El ambicioso objetivo de descarbonizar el cemento en 2050
La industria del cemento se enfrenta el reto de descarbonizar su producción, lo que requerirá tecnologías avanzadas y un sólido marco regulatorio para alcanzar un futuro más sostenible
La industria del cemento, vital para construir y renovar los edificios en los que vivimos, satisfacer numerosas necesidades y construir valiosas infraestructuras se enfrenta actualmente a uno de los desafíos más significativos de su historia: la descarbonización de su cadena de valor.
Para dimensionar al sector cementero en Europa, la cifra de producción de cemento anual sobrepasa los 175 millones de toneladas, genera un empleo directo de 35.000 personas y está presente en todos los países de la Unión Europea con 200 plantas de producción integral de cemento y clínker (el principal componente del cemento).
En cuanto al contexto normativo, a lo largo de las últimas décadas la Unión Europea y numerosos organismos internacionales han enfatizado la necesidad de desacoplar el desarrollo industrial y económico de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto implica seguir creciendo sin contaminar.
Recientemente, la Asociación Europea de Fabricantes de Cemento (CEMBUREAU) ha actualizado su “Hoja de ruta de cero emisiones netas”, inicialmente elaborada en mayo de 2020. Este ambicioso plan busca alcanzar las “cero” emisiones netas en toda la cadena de valor del cemento y el hormigón para el año 2050. Cuatro años después de su publicación, el sector cementero europeo ha recalculado el balance de este plan, en función de los avances tecnológicos y los resultados de investigaciones y proyectos que ya han sido desarrollados.
En la nueva hoja de ruta, CEMBUREAU ha llevado a cabo una revisión de sus metas y estrategias, estimando que las emisiones de CO₂ en la fabricación de cemento disminuirán un 37% en 2030 (en comparación con un 30% en la versión anterior), estableciendo un objetivo intermedio del 78% para 2040 y con la meta final de alcanzar las cero emisiones netas en 2050.
Para lograr este objetivo, el empleo de combustibles alternativos se ha incrementado a un nivel de sustitución del 95% en 2050 (anteriormente fijado en 90%). Además, ha sido revisada la proporción del clínker presente en la composición final del cemento, reduciéndose de un 65% a un 60% en 2050.
También se detallan en el documento las nuevas previsiones para la implementación en las fábricas de cemento de nuevas tecnologías de Captura, Almacenamiento y Uso de CO₂ (CAUC).
La transición hacia una producción de cemento con cero emisiones de carbono exige una innovación tecnológica sin precedentes. Los métodos tradicionales de producción de cemento son intensivos en emisiones de carbono (debido principalmente a la calcinación de la piedra caliza, que libera grandes cantidades de CO₂). Para descarbonizar la producción, será necesario implementar tecnologías muy avanzadas, como la modernización de los hornos existentes, el empleo masivo de combustibles alternativos, el desarrollo de nuevos tipos de cementos (utilizando materiales alternativos y disminuyendo la cantidad de clínker presente en el producto final) y, sobre todo, mediante la implementación de tecnologías de Captura, almacenamiento y usos del CO₂ (CAUC), que permitirán reducir las emisiones directas del proceso productivo y su reutilización en otros procesos industriales o su almacenamiento seguro en formaciones geológicas.
Esta transformación tecnológica requerirá inversiones masivas, ya que las plantas cementeras deberán actualizarse y renovarse para adoptar las mejoras descritas anteriormente. Se estima que cada fábrica de cemento necesitará una inversión de entre 200 y 500 millones de euros para poder implementar la tecnología necesaria para la captura de carbono, incluyendo la adaptación de infraestructuras existentes y la construcción de nuevas instalaciones. Esto supondrá un desafío económico considerable, por lo que los mecanismos de financiación, tanto públicos como privados, resultarán esenciales para apoyar esta transición.
Tanto el sector cementero como otros sectores industriales, también involucrados en esta transición, consideran que el marco regulatorio será fundamental para impulsar los objetivos de descarbonización. En este sentido, la “Alianza por la Competitividad de la Industria Española” (agrupación que está integrada por nueve asociaciones sectoriales, cuyas empresas generan el 55% del Producto Industrial Bruto de España, y entre las que se encuentra el sector cementero representado por Oficemen), lleva ya tiempo reclamando la importancia de la creación de un instrumento financiero comunitario, para que se pueda garantizar el éxito de la política industrial europea. Las inversiones necesarias requerirán que la UE articule un modelo de financiación permanente, dado que un 35% de las tecnologías esenciales para la transición no son todavía económicamente viables ni competitivas.
Por otro lado, este marco de ayudas a la inversión debería ser suficientemente atractivo y ágil para desincentivar el traslado de operaciones industriales a otras áreas económicas y asegurar una distribución económica eficaz que incremente la competitividad de la UE a escala global.
Adicionalmente, el sector cementero continúa defendiendo la necesidad de implementar distintas regulaciones políticas que se consideran imprescindibles, tales como: establecer un mecanismo hermético de ajuste fronterizo de carbono (CBAM), que nivele las condiciones en materia de emisiones de CO₂; que las autoridades garanticen el acceso a energías y materias primas descarbonizadas y, por último, crear y fomentar mercados de materiales y combustibles circulares.
La transición hacia una industria cementera descarbonizada también puede tener efectos positivos en la sociedad ya que se generarán numerosos puestos de trabajo en sectores como la ingeniería, la construcción y la investigación. Además, la industria del reciclaje y la gestión de residuos también podría ver aumentada la demanda de mano de obra.
A modo de conclusión, se podría afirmar que la descarbonización de la industria del cemento para 2050 es un objetivo ambicioso que presenta numerosos desafíos técnicos, económicos y sociales. Para ello, el sector cementero ha desarrollado y revisado una “hoja de ruta” que proporciona una guía clara para recorrer este camino, pero considera que su éxito dependerá en gran medida de la implementación de un marco normativo sólido, políticas y medidas que permitan acometer las inversiones intensivas en nuevas tecnologías. La colaboración entre gobiernos, industria y sociedad será clave para alcanzar este ambicioso objetivo y asegurar un futuro más limpio y saludable para todos.
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