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Las autoridades chinas informaron ayer de que más de 140 personas murieron en enfrentamientos entre la población musulmana uigur y las fuerzas de seguridad chinas en la región occidental de Xinjiang, tras una manifestación el domingo en protesta por el linchamiento de dos miembros de esa etnia.
La cifra, facilitada ayer por la Policía china, es la más alta en una intervención militar en China desde Tiananmen, en 1989, cuando el Ejército mató a cientos de estudiantes prodemocracia en Pekín.
El Gobierno chino acusa a los uigures, una etnia turcomana, de haber provocado los disturbios, en concreto a una de sus líderes en el exilio, Rebiya Kadeer, candidata al premio Nobel de la Paz en varias ocasiones, mientras que los uigures culpan a Pekín de reprimir una protesta pacífica con una "violencia feroz".
Liu Yaohua, responsable del Buró de Seguridad de la región, de cuyos 20 millones de habitantes casi la mitad son uigures y el resto chinos de etnia han, expresó ayer su temor de que el número de muertos aumente después de las protestas acaecidas en las últimas 24 horas, que han dejado además 828 heridos.
El toque de queda se implantó la madrugada de ayer en Urumqi, donde se han instalado puestos de control en algunos barrios para detener a unos 90 "instigadores de la protesta" todavía sin localizar, según Liu Yaohua, quien añadió que hay "varios cientos de detenidos".
Las manifestaciones comenzaron el domingo en Urumqi, cuando unas 300 personas empezaron a protestar por el linchamiento de un grupo de uigures que trabajaban en una fábrica de juguetes en Cantón (sur), a raíz de un falso rumor de que habían violado a dos jóvenes locales.
En el linchamiento murieron dos uigures y resultaron heridos otros 118 uigures, pero sólo el instigador, un desempleado de la fábrica, fue detenido.
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