El atlas celular humano
"'Back to Follia!' es una oda a la libertad creativa"
Daniel Pinteño | Violinista y director de Concerto 1700
En el séptimo CD para su propio sello, Daniel Pinteño se da con Concerto 1700 un paseo por los ritmos populares del Barroco
La ficha
BACK TO FOLLIA!
1. Zarambeques teques (a partir de Lucas Ruiz de Ribayaz, Santiago de Murcia, Diego Fernández de Huete y Manuscrito de Salamanca)
2. Canarios (a partir de Gaspar Sanz y Paul de la Pierre)
3. Las españoletas de Marizápalos (a partir de anónimo y Gaspar Sanz)
4. Fandangos de Norte a Sur (a partir de Manuscrito de Estocolmo y Antonio Soler)
5. Yo soy el Pasacalles (a partir de Henry du Bailly y Heinrich Ignaz Franz von Biber)
6. La Jotta (a partir de Santiago de Murcia)
7. El que gustare de folías antiguas ponga cuido en estas modernas (a partir de Gaspar Sanz, Manuscrito de Salamanca y Arcangelo Corelli)
8. Marionas (a partir de Santiago de Murcia)
9. El baile de la chacona encierra la vida bona (a partir de Manuscrito de Salamanca y José Marín)
10. Recercadas en el tiempo (a partir de Diego Ortiz)
11. Jácaras de lo humano y lo divino (a partir de Sebastián Durón, Gaspar Sanz y anónimo)
Concerto 1700
Daniel Pinteño, violín y director
Pablo Zapico, guitarra barroca
Ismael Campanero, contrabajo y violone
Pere Olivé, percusión
Víctor Sordo, tenor [invitado especial en 5]
1700
El violinista Daniel Pinteño (Málaga, 1985) no para con su grupo, Concerto 1700, uno de los más formidables de la música antigua española: tras un álbum dedicado a cantatas de Domenico Scarlatti, sorprende ahora con un singular acercamiento al universo de los ostinati barrocos.
–¿Es este su disco más personal?
–Es sin duda el que más aventura tiene y en el fondo es una oda a la libertad creativa, porque hemos hecho algo que es muy barroco por otra parte, que es improvisar, ornamentar, variar… que es lo habitual en el Barroco. Si nos salimos un poco del ámbito más culto de las cortes, creo que los músicos diletantes, los que hacían música por placer, por gusto, componían, cantaban, tocaban a partir de meros bocetos armónicos. Lo de los bajos ostinatos, los grounds que dicen en el jazz, no lo han inventado los del jazz, esto viene de siglos atrás y es lo que hacemos nosotros: partir de un íncipit y a partir de ahí arrancamos y empiezan a surgir las ideas. No siempre es igual en concierto, digamos que el disco es una instantánea de cómo fue ese proyecto esa semana de agosto del 23 en que lo grabamos. Si lo volvemos a hacer suena diferente. Lo hicimos en Málaga y en Madrid y sonó diferente cada vez. Siempre tenemos unos esquemas, como en el jazz, para evitar el caos absoluto, y a partir de ellos pueden pasar cosas.
–En el Pasacalles de repente aparece la voz de Víctor Sordo y después usted se toca la Passacaglia para violín solo de Biber...
–Claro, la idea es que esto fuera muy alocado, una locura, lo que también enlaza con ese concepto de folía tan francés, de follie, de locura, pero en el fondo todo está enhebrado, tiene un sentido, hay caos pero es un caos ordenado. Además esa pieza funciona como eje, es el ecuador, y empieza con esa parte cantada de “Yo soy la locura” y al final, fíjese si es loco, que de ese pasacalles francés con texto en español nos vamos a la Austria de finales del XVII con un Biber muy especial, porque no conozco ninguna versión acompañada por percusión ni con un bajo, que aparece de repente. A la gente le gusta porque en concierto es divertidísimo. Aunque ahí tenemos un problema y es que no siempre Víctor puede acompañarnos, y lo sustituimos con otras cosas. Pero en el CD, cuando alguien lleva escuchando cuatro o cinco pistas instrumentales, que aparezca una voz de pronto es una sorpresa y por eso el nombre de Víctor no aparece en la carátula exterior, sólo dentro, porque queríamos que los oyentes se llevaran esa sorpresa. Tiene algo de locura, sí.
–Luego Gaspar Sanz lleva a la Follia de Corelli. ¿Cuándo se le ocurrió dejar esta locura en disco?
–Empezó porque quería buscar el entorno de estas canciones (No piense Menguilla, Marizápalos) que formaban parte de la música popular que se cantaba en el Madrid, el Toledo o la Salamanca del XVII, y a veces las tenemos idealizadas con una voz muy fina, en la concepción más típica de la música antigua. Y yo lo que buscaba era darle a estas músicas que eran en el fondo populares su tono popular, que no sería tan cercano a la manera en cómo solemos entender hoy la música antigua.
–El tono intencionadamente popular resulta obvio desde el principio...
–Sí, la idea era buscar cómo se cantaban esas melodías del XVII. En el 2019 empezamos a darle vueltas a este programa y poco después conocí a Ana Lombardía, la musicóloga que hace las notas, y le conté esta historia de que partimos de estos íncipit musicales y fue la que me iluminó poniéndome en la pista del Manuscrito de Salamanca, un libro datado en torno a 1659 que contiene una decena de piezas con los íncipit en una tablatura de violines. Era un violinista que para acordarse de cómo era la chacona portuguesa se hacía una tablatura de violín con una guía de los primeros diez compases. Esto se enmarca en el ámbito universitario de Salamanca. Y yo dije, pues en el fondo es lo que estamos haciendo: un violinista que se juntaba con otros y para recordar el patrón armónico, la melodía de turno, los foligones que decían ellos, unas folías arcaicas, se lo anota. Y obviamente no tocaría esos compases solo, era una fórmula mnemotécnica, luego improvisaría.
–El acompañamiento lo tenía claro, sin teclado, por el toque popular...
–Claro, yo me imaginaba como tocando en una taberna, algo más ambulante, más portátil. Con la guitarra barroca, que es uno de los instrumentos por excelencia de la música española del XVII y el XVIII. Y por supuesto, la percusión porque la música popular sin percusión… si ya te dan ganas de darle a la mesa para acompañar los ritmos… creo que era fundamental. Luego, el toque del contrabajo y el violone engarzan perfectamente con nuestro siglo y con el XX, con el jazz y este tipo de sonoridades.
–¿Cómo funciona en concierto?
–Es un programa que enamora a la gente. Este año, después de la presentación que hicimos en el Club Matador de Madrid, lo hemos hecho en la Sala María Cristina de Málaga y en la Fundación BBVA de Madrid. Durante el concierto voy explicando, haciendo de cicerone, porque es importante que la gente conozca que los pasacalles tienen una relación muy estrecha con España, o los canarios, los zarambeques, que son las danzas de los esclavos africanos en América, que luego han viajado mucho. Gusta mucho. A casi todo el mundo se le hace corto.
–¿Tienen planes de hacerlo próximamente?
–Si todo va bien iremos a Cádiz, al Festival de música española.
–Cuénteme cómo va el grupo...
–Hemos tenido un arranque de año intenso, ahora estamos relajándonos, hemos tenido una ópera internacional, la fundación BBVA, hemos tocado un concierto con los cinco stradivarius del Palacio Real, haciendo música de la época de Carlos III, que no sé cuántos años hacía que no se juntaban los cinco, el cuarteto palatino y el chelo, el que se llama 1700, y también tuvimos un concierto maravilloso con nuestra querida Ana Vieira Leite, haciendo arias alemanas de Haendel, que fue con el que abrimos el año y grabamos para el canal Arte. Por eso ahora estamos relajándonos un poco. Yo me voy el lunes de vacaciones y desconectaré diez días, porque el verano se prevé movidito.
–¿Qué hay previsto?
–Vamos a hacer con Quiteria Muñoz un programa que se titula L’amore alla italiana, cantaremos al amor italiano con muchas piezas célebres del siglo XVII, un programa muy veraniego, muy relajado. Lo haremos en el Festival Mare Musicum de Roquetas y después un par de citas en el Festival de Santander. También un par de conciertos que hicimos hace tiempo y vamos a reponer en el Palacio de Liria, un programa muy curioso, casi en espejo: la música de José de Herrando, que se compuso para el duque de Alba, y la contraponemos con las versiones que hicieron en el siglo XX Joaquín Nin y José Subirá. Así que hay un juego de espejos entre el XVIII y el XX, vamos pasando de clave y violín barroco a piano de cola Steinway con violín moderno. Este juego de espejos de cómo veían en el siglo XX la música del XVIII y cómo la vemos nosotros. En el Palacio de Liria se custodiaba esta música hasta que se incendió el palacio en la guerra civil.
–¿Cómo será el próximo disco?
–Posiblemente será de música de cámara, estamos cruzando los dedos con las subvenciones.
–Es casi imposible cogerles el ritmo y la orientación porque hacen muchas cosas y muy variadas.
–Eso es lo importante, no encasillarse. Ahora tenemos varias líneas abiertas, una de ellas la música vocal española, Literes, Torres, Nebra; con la de Castel y Brunetti se abrió la línea de la música de cámara; y ahora mismo se ha abierto otra línea que es esta de Back to Follia!, que es una línea más gamberra. Y podríamos hacer un Back to follia! 2, 3 4 y 5 porque España estaba muy de moda, no solo pasó eso en el siglo XIX o el XX, también en el XVII, muchas de estas danzas, la jácara, la mariona tiene que ver con nuestro patrimonio musical y está bien que lo conozcamos, porque no tienes que irte muy lejos para descubrir este mundo. Quizás el siguiente trabajo pueda ser con voz, no lo sé todavía. Me motiva este terreno, porque hay mucha gente, y hablo de músicos profesionales, que no saben nada de esto. Además me interesa mucho porque sirve para que muchos le pierdan el miedo a escuchar música antigua o barroca. Si les pones lamentaciones de miércoles santo igual les parece un terreno complejo, pero si empiezas con esto se dan cuenta de que no es tan complicado. Es un buen comienzo para el que quiera meter la patita en la música barroca, aunque nosotros no hemos inventado la rueda. Esto lleva haciéndose mucho tiempo.
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