Coixet desmitifica la vida en el campo con 'Un amor'
Festival de San Sebastián
La directora triunfa, apoyada en un notable reparto, con su adaptación de la novela de Sara Mesa
Coixet: "Juré que no volvería a adaptar una novela"
San Sebastián/Isabel Coixet desmitifica el amor romántico, las relaciones y la vida en el campo en su adaptación de la novela de Sara Mesa Un amor, con la que compite por primera vez por la Concha de Oro de San Sebastián. "Si hay un terreno que conozco es la intimidad", dijo este martes en rueda de prensa.
Ganadora de siete goyas y del Premio Nacional de Cinematografía 2020, la cineasta catalana explora en el filme las contradicciones internas de Nat (Laia Costa), una treinteañera que acarrea heridas ocultas y busca refugio en un pueblo de La Escapa donde trata de empezar de cero.
Casi todo en su entorno es hostil: una casa en ruinas, un casero cruel (Luis Bermejo) y unos vecinos falsos o manipuladores de rostro amable (Hugo Silva, Ingrid García-Jonsson, Francesco Carril), por lo que decide aceptar una inquietante propuesta sexual del único con quien parece conectar de algún modo, el tosco Andreas (Hovik Keuchkerian).
"Todo el mundo dice que es una novela difícil de adaptar, yo creo que es una gran novela y supongo que ahí estriba la dificultad, pero cuando partes de algo que te apasiona, de una historia que merece ser contada, nada es difícil", asegura Coixet.
La directora, que suele competir en festivales como Berlín (Mi vida sin mí, 2003; Elegy, 2008) o Cannes (Mapa de los sonidos de Tokio, 2009), fue miembro del jurado en San Sebastián en 2006 y el año pasado presentó, fuera de concurso, el documental El techo amarillo.
En Un amor dice haber reunido al "reparto soñado" para contar una historia que es a la vez opresiva y liberadora y con la que la escritora madrileña afincada en Sevilla Sara Mesa se consolidó como una de las voces imprescindibles de la narrativa española reciente.
Sobre las escenas sexuales, Coixet explicó que renunció al uso del coordinador de intimidad que se ha introducido recientemente en la industria del cine, importada de Hollywood tras el impacto del movimiento #metoo, una decisión acordada con los actores.
"Cada director tiene que encontrar su manera de trabajar; yo soy operadora de mis películas y si hay un terreno que conozco es la intimidad", señaló. "Si un director no se encuentra cómodo escribiendo una escena de sexo, quizá no debe escribirla".
Rodada en La Rioja, en cinco semanas, Un amor es para Coixet un cruce entre otras dos de sus películas, La vida secreta de las palabras (2005) y La librería (2017).
Tanto el libro como la película indagan en la dificultad de conectar con los otros debido a la incapacidad de lidiar con las heridas propias y, en particular, en los desencuentros de la protagonista con distintos tipos de hombres.
Keuchkerian, por su parte, afirma que su personaje no es muy distinto de él mismo, un tipo que ha elegido aislarse en sus cien metros de terreno y que ha pasado por una infancia complicada y ha visto sufrir a su madre. "No molesta a nadie y no quiere que le molesten, pero cuando aparece Nat, le revuelve algo", expone.
Bermejo, el personaje más siniestro, confiesa que el reto era precisamente habitar esa crueldad, indagar en "el lado oscuro que todos tenemos"; mientras que Silva ha descrito al suyo como "repugnante", aunque admite que ha sido muy divertido hacerlo.
Laia Costa, que se dio a conocer en 2015 por la película alemana Victoria y este año ganó el Goya a la mejor actriz por Cinco lobitos, dice sentirse "agradecida" por haber podido regresar a España a trabajar.
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