Rodajas de historia

Jazz

El auge del vinilo propicia el rescate de títulos emblemáticos de sellos legendarios del jazz como Impulse! o Verve

Charlie Mingus. / D. S.
Salvador Catalán

19 de marzo 2023 - 06:30

La ficha

Charlie Mingus: ‘The Black Saint and the Sinner Lady’ (Impulse!; 1963)

Archie Shepp: ‘Four for Trane’ (Impulse!; 1965)

Yusef Lateef: ‘Live at Pep’s’ (Impulse!; 1965)

The Oscar Peterson Trio: ‘We Get Requests’ (Verve; 1964)

Wes Montgomery: ‘Bumpin’ (Verve; 1965)

A estas alturas, supone una perogrullada apuntar que el vinilo ha vuelto. Obviamente, no con la misma fuerza que en sus años dorados, aunque sí recobrando posiciones e incluso superando en ventas al cedé, hasta hace poco su dominante competidor en el territorio físico.

Por ello, se agradece que el acuerdo entre Universal Music Group y Elemental Music para España y Portugal permita ahora el rescate de referencias procedentes de los fondos de catálogo de míticos sellos de jazz como Impulse! o Verve, bien seleccionados, publicados con unos rigurosos criterios que reproducen las ediciones originales, en muchos casos en gatefold, y a unos precios más normalizados.

La portentosa terna dedicada a Impulse! llega encabezada por una obra colosal, con la cual Charles Mingus inició su relación con el sello de Bob Thiele. The Black Saint and the Sinner Lady (1963) fue concebido como un autorretrato en forma de suite, que fijaba basamento –con Duke Ellington en el epicentro–, bagaje y vías de expansión de su música, activas hasta su muerte en 1979. La New Folk Band de once músicos que lo secundó incluyó a colegas como Jerome Richardson, Jaki Byard o el fiel Dannie Richmond para construir un exuberante mosaico con identidad cien por cien mingusiana, que su autor señaló en ocasiones como su preferido en una monumental discografía.

Dos años después de The Black Saint… llegaría a las tiendas Four for Trane (1965) suscrito por un joven llamado Archie Shepp. El mismo John Coltrane facilitó su entrada en Impulse!, coproduciendo el trabajo, y el saxofonista tenor agradeció la tutela registrando un álbum dominado por cuatro composiciones de Trane y rematado por un único tema propio titulado Rufus. El disco simbolizó también la irrupción de una flamante generación, encarnada aquí por John Tchicai, Roswell Rudd o Alan Shorter, que abrazaría las maneras del jazz libre y que dilucidó el reto con tremenda potencia y calado.

La tripleta Impulse! la completa Live at Pep’s (1965), una de las más jugosas grabaciones de ese ecléctico músico que fue Yusef Lateef, interesado tanto en sonoridades orientales como en timbres tradicionalmente ajenos al jazz. De hecho, en este directo se responsabilizó de saxo tenor, oboe, el árabe argol o el hindú shenai, en quinteto y secundado por la trompeta del gran Richard Williams para desgranar una música viva y penetrante, cuyo impacto provocó incluso la publicación de un segundo volumen, extraído de este mismo concierto del 29 de junio de 1964 en el club de Filadelfia, con el título de Club Date (1976).

Wes Montgomery. / D. S.

Por su lado, Verve desembarca de la mano de dos clásicos del peso del pianista Oscar Peterson y del guitarrista Wes Montgomery. La relación de Peterson con la marca Verve fue prolífica y se extendió durante más de una década. El trío fue su formato preferido y así se muestra en este We Get Request (1964), con el gigante Ray Brown al contrabajo y Ed Thigpen en la batería remando a favor de su magistral y virtuoso –en el mejor sentido del término– pianismo. En su interior, un guion de estándares, más guiños brasileños a la pujante bossa nova, con Tom Jobim al frente, y, para cerrar, un Goodbye J.D. de propio cuño, dedicado a Jim David, productor del disco. Por su parte, la alianza de Montgomery con Verve deparó también capítulos de interés, dirigidos a audiencias más amplias. Con su increíble guitarra envuelta en las acariciantes cuerdas de Don Sebesky y combinando pulso latino de vocación lounge, refinada bossa nova o hardbop marca de la casa, este Bumpin’ (1965) puede presumir de figurar entre las mejores producciones para la disquera del productor Creed Taylor, sin lograr el nivel de algunos de sus soberbios trabajos para la etiqueta Riverside, pero muy por encima de su postrera producción para A&M. Rodajas de historia de las que se espera y desea una feliz continuación.

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