Abu l-`Abbas

En los márgenes

Abu l-`Abbas, un elefante que representa las interconexiones internacionales y los grandes cambios de un fascinante siglo IX

Abu l-`Abbas, elefante que recibió Carlomagno como regalo de Harún al-Rashid en el año 798 / E. M.

Abu l-`Abbas era un elefante asiático que el Emperador Carlomagno recibió como regalo de parte del califa de Bagdad, Harun-Rashid, en el año 798, tras una embajada despachada por Carlomagno hacia el califato el año anterior. A este regalo sumaba el califa otro más: un reloj mecánico del que salía un pájaro que anunciaba las horas. El nombre del elefante, así como los acontecimientos de su vida, están recogidos en los Annales regnum Francorum. El elefante surcó el mar Mediterráneo en un barco que desembarcó en Italia en octubre del año 801. Venía con un judío llamado Isaac que era su mahout, es decir, la persona que conducía al elefante.

El siglo IX presenta un panorama internacional muy interesante dado que se configuran con personalidad propia los grandes centros culturales del mundo medieval. La Europa carolingia, con Carlomagno y el Sacro Imperio Romano-Germánico, la unificación de la liturgia de la Iglesia Católica y el desarrollo de los tropos y secuencias, así como el inicio de una lírica épica en lengua romance que tendrá composiciones posteriores inspiradas en ese momento histórico. El Imperio Bizantino vive una etapa de oro, desarrollando un protocolo cortesano muy elaborado. El poder del Califato `Abbāsī en oriente, con la Casa de la Sabiduría y los famosos cuentos de Las mil y una noches –posteriores que se inspiraron en esta época–, o el Emirato independiente Omeya en occidente de al-Andalus, con Ziryab y a finales del siglo con el nacimiento de la muwassha. La convivencia con los mozárabes y su influencia posterior en la ideología del reino Astur-Leones.

Estos ejes tendrán mutuas influencias y relaciones, como aliados y como enemigos. Serán el espejo en donde se miren para ser más, competir y erigirse como las grandes potencias mundiales del momento.

Carlomagno accede al trono franco en el 768. Llamado para su defensa por el papa Adriano I destruyó el reino lombardo, sometió a protectorado los ducados italianos independientes y nombró rey de Italia a uno de sus hijos. Sofocó una sublevación del duque de Baviera e incorporó este ducado al reino franco; conquistó Sajonia y Frisia; destruyó al pueblo ávaro, mantuvo a raya a daneses y eslavos y, después de sufrir un primer fracaso ante la ciudad de Zaragoza, arrebató a los musulmanes de la Península diversas localidades y territorios situados en o al sur de los Pirineos, creando la Marca superior. En el año 800 León III corona emperador a Carlomagno iniciándose una nueva etapa.

En el terreno artístico Carlomagno centrará su programa cultural, llamado por diversos historiadores posteriores renacimiento carolingio, en crear una gran corte de sabios en Aquisgrán, unificando la liturgia con el rito romano, utilizando el latín como lengua y asignando un papel fundamental a la educación, confiada a la Iglesia y a los monasterios. Eruditos de Inglaterra, Italia o España fueron traídos al reino franco. Precisamente, Pedro Machuca para el Palacio de Carlos V (1526) en la Alhambra, se inspira en la capilla de Aquisgrán de Carlomagno para realizar la capilla octogonal que articula el cuadrado y el círculo inscrito en él de la planta del palacio, porque Carlos V se consideraba heredero del Imperio de Carlomagno.

Por su parte, el imperio Bizantino, después del período de la lucha de los iconoclastas, en torno al año 850, comenzó el arte bizantino medio o Segunda Edad de Oro, siendo la verdadera etapa creadora y definidora de la estética bizantina, coincidiendo con el cambio de dinastía, llamado renacimiento macedónico en el año 867.

Importante fue el ceremonial de la corte, muy elaborado, que pretendía impresionar a los embajadores que llegaban a palacio. Un prisionero musulmán, Harun ben Jahjá, llevado a Constantinopla hacia el 867, relata este ceremonial y su música. El órgano hidráulico y después neumático, se utilizaba en la música profana y protocolaria. Ya el emperador Constantino V Coprónimo, mediante unos monjes bizantinos, envió un órgano a la corte de Pipino en el 757. El órgano hidráulico tenía tal potencia que, dicen las crónicas, llegaba a producir espanto a las embajadas extranjeras.

En al-Andalus en el siglo IX se producirá la consolidación del Emirato Omeya independiente (756-929). En el 750 el califato tenía una nueva dinastía en oriente. La familia `abbasi mataba a todos los omeyas durante un banquete cuidadosamente preparado. Solo el nieto del califa omeya, `Abd al-Rahman, logró escapar. Aprovechando el descontento de las tribus de al-Andalus, `Abd al-Rahman se ofrece para, desde al-Andalus independiente, lograr algún día unificar todo el califato y expulsar a los `abbasi-es que habían matado a su familia (aunque este propósito no lo logrará nunca). `Abd al-Rahman I (756-788) creará las bases de un al-Andalus que ya no es una provincia de oriente sino que quiere competir con las cortes internacionales y tener un lugar destacado como corresponde a sus aspiraciones. Sus sucesores: Hisham I (788-796), al-Hakam I (796-822), `Abd al-Rahman II (822-852), Muhammad I (852-886), al-Mundhir (886-888), y `Abd Allah (888-912), otorgarán una personalidad propia a al-Andalus.

En el año 840 al-Andalus recibió una embajada bizantina que le traía diversos regalos y que buscaba una alianza contra del enemigo común `abbasi. `Abd al-Rahman devolvió la cortesía mandando una embajada a Bizancio encabezada por el poeta Yahya al-Gazal.

Tras la conquista musulmana muchos de los grandes centros culturales de la época visigoda quedaban en territorio islámico, Toledo, Sevilla, Zaragoza o Mérida. Así que la mayoría de las bibliotecas estuvieron en manos de los mozárabes que iniciaron un lento traslado de estos fondos a los reinos cristianos del norte, sobre todo a Oviedo y León, sin su concurso no habría sido posible el florecimiento cultural de las cortes de Alfonso II y Alfonso III.

Rayuela de formas, de tradición y nuevas creaciones, préstamos e intercambios, que conforman el crisol del siglo IX y que dotan de personalidad propia a extensos ámbitos geográficos, cuyos vestigios aún hoy se mantienen.

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