Alonso Guerrero: “Me parece fundamental hablar de los suicidios en estos tiempos”
Entrevista
El emeritense es el primer ganador del concurso de novela jurídica del Colegio de Abogados, un género al que reconoce llegar sin experiencia
Alonso Guerrero (Mérida, 1962) es un outsider de la novela negra. Reconoce no haber leído mucho del género, salvo los autores fundamentales y un poco de los españoles, aunque menciona la tradición norteamericana y británica en varias ocasiones, sin embargo eso no le ha impedido alzarse con el I Premio Internacional de Novela Jurídica del Colegio de Abogados de Granada con Las mujeres felices son una quimera, en la que el policía judicial Enrique Lahoz debe resolver una serie de asesinatos en un Madrid donde confluyen ambientes sórdidos, personajes viles y siniestros, extraños clubes de la deep web, y otros aditamentos propios del género.
–¿Cómo llega un profesor de Secundaria a escribir una novela sobre asesinatos y sectas?
–Me parece que la novela negra, para todos los escritores, es como escribir sonetos para los autores del siglo XIX, quien no sabía escribir un buen soneto no era un buen poeta y lo mismo pasa con la novela negra, quien no sepa escribir una novela negra buena pues parece que tampoco es un buen escritor. Simplemente quería probar un género nuevo, es un género muy cerrado, un género en el que es tan importante la originalidad como guardar las formas. Además, también estoy interesado en saber cuál es el interés del público por este tipo de argumento que creo.
–Muchas veces el interés radica en el morbo, en los asesinatos.
–Desde luego, el asesino en serie es una constante en la novela negra, es algo que hemos sacado de la literatura norteamericana e inglesa, aunque más del cine. Creo que lo cinematográfico está influyendo mucho más que lo literario, salvando los autores consagrados como Hammett o Raymond Chandler. Es algo que hay que tener en cuenta, hay que ser muy cinematográfico cuando escribes novela negra, porque uno siempre desea que algo así se convierta en cine, sencillamente porque el espectador quizá sea el que más sabe de novela negra.
–Hablando de cine, ¿cómo puede un escritor atraer a un lector si ese morbo es mucho más vívido en una película o una serie?
–Creo que ahora mismo el lector moderno lo único que persigue, y es la única forma de atraerlo a un género determinado, es el argumento. El estilo se acabó, la forma en literatura casi se ha acabado, entonces lo más importante ahora es el argumento, un argumento que sea extraño y chocante, que tenga lo suficiente en común con la vida para que el lector esté cómodo, pero que también le sorprenda. La sorpresa es lo más importante en la novela negra, por eso los finales son tan importantes.
–Me decía César Girón (miembro del jurado) que escribir sobre crímenes ayuda a entender la sociedad. ¿Está de acuerdo?
–Totalmente. Eso viene de los escritores americanos e ingleses que han sabido muy bien hacerlo. La novela negra es un espejo de la sociedad, entonces la única forma de hacer un retrato es plantear un problema, buscar un detective que lo resuelva y estar atento a los descubrimientos que hace. Lo más importante es que lo que aparece por debajo sea una visión lírica o social de cómo el autor ve la sociedad en la que vive. La sociedad siempre merece nuestra critica igual que el poder.
–Menciona la novela americana y británica, ¿cuáles son sus influencias del género?
–No he leído mucha novela negra. Me he metido prácticamente en el genero desde la ignorancia y desde la más absoluta originalidad, espero. No he sido un gran lector de novela negra, he leído a los clásicos, aunque a los españoles no los he leído prácticamente. No sé si este genero nace para mí un poco ya muerto, porque no soy un gran lector y me he metido para aprender. De todas formas odio las influencias, intento huir de ellas siempre porque alguien que escribe influido por otras personas, lo mejor es que no escriba, uno siempre tiene que aportar lo propio, evidentemente es imposible no estar influido, pero siempre se puede intentar sacar lo de uno mismo.
–En su novela se hace mención a la deep web junto a otros elementos tradicionales del género. ¿Ha tenido la novela negra que modernizarse?
–Sí, ese es uno de los componentes importantes de esta novela. Ahora la mayoría de los elementos criminales que existen, la parte mala del hombre, se refugia en la deep web y es la mascara perfecta para ocultar quien eres.
–¿Cómo ha sido el proceso de preparación sobre un entorno tan cerrado como la deep web?
–Me he documentado pero es un mundo demasiado extraño. He querido saber cómo se entra ahí, qué hay,… más o menos sé qué hay, pero no la profundidad que tiene, es una de las cosas con las que he jugado en la novela.
–El libro arranca con un suicidio, un tema que en parte de la sociedad, incluida la prensa, es casi tabú.
–Nunca se habla de los suicidios. Ese es un tema que me parece fundamental en los tiempos que vivimos, donde la enfermedad mental está cogiendo un matiz importante. Una cosa tan problemática de la gente a lo que puede dar lugar, como por ejemplo asesinatos y otros hechos delictivos, es algo de lo que se habla poco políticamente es lo más incorrecto que existe, sin embargo el número de suicidios es enorme. Yo soy partidario de romper ese tabú, es una de las tesis de la novela.
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