Ana María Matute en estado puro

'Demonios familiares', su libro póstumo, es una narración que, en opinión de su hijo Juan Pablo, reúne todo su universo y obsesiones con una historia enmarcada en el año 36

La escritora Ana María Matute.
La escritora Ana María Matute.
Carmen Sigüenza (Efe) Madrid

24 de septiembre 2014 - 05:00

Se fue sin terminarla. Ana María Matute se fue el pasado 25 de junio sin poder acabar su última novela Demonios familiares, una narración que es "la Matute en estado puro", en opinión de su hijo, Juan Pablo, porque reúne todo su universo y obsesiones, y un libro que sale hoy a la calle.

Y las obsesiones que guiaron el trabajo literario de la escritora catalana a lo largo de su vida fueron "la falta de comunicación, la incomprensión, cómo se podía vivir junto a personas cercanas, familiares o amigos con muros de silencio, los rencores no curados o la traición", como dice en el libro María Paz Ortuño, profesora, "amiga del alma" y ayudante de Matute hasta el final de su vida.

Así lo reconoció ayer durante la presentación de Demonios familiares, publicada por Destino, la propia Ortuño, la mujer que pasó horas y horas junto a la escritora y quien pasó el manuscrito al ordenador después de que ella lo hiciera en su máquina de escribir; primero en una vieja Olivetti y después una sofisticada Brother.

La presentación del libro póstumo de Matute sirvió de homenaje a la escritora y se ha llevado a cabo en la sede del Instituto Cervantes con la presencia de Víctor García de Concha, Almudena Grandes, María Paz Ortuño, la editores de Destino, Emili Rosales y Silvia Sesé y la presencia del único hijo de la escritora, Juan Pablo Goicoechea, y su esposa.

Goicoechea reconoce que todavía habrá alguna sorpresa de la escritora. "Hay material que estamos revisando Mari Paz Ortuño y yo y no es que salga una novela, pero sí hay cosas muy interesantes", comenta su hijo, que llegó a ser su sombra en los últimos tiempos, cuando ya la escritora no podía andar y llevaba en su silla de ruedas.

En Demonios familiares, la autora de Olvidado rey Gudú vuelve o cierra el círculo de Paraíso inhabitado, en una historia con el trasfondo de la Guerra Civil, en julio del 36, en una pequeña ciudad del centro de España, donde la protagonista, Eva, vuelve a su casa tras la quema del convento donde estaba de novicia. Una casa con muchos personajes simbólicos y donde priman los secretos, los rencores, los silencios y las emociones reprimidas, y donde, a pesar de la soledad y las dificultades, estalla el amor.

¿Una novela de corte realista? se pregunta Pere Gimferrer en el prólogo del libro, donde también se contesta: todo ello es real, pero no necesariamente realista; verdadero muy hondamente, pero no necesariamente verídico o veraz como una crónica...".

"Todo ello en ella es muy de verdad, pero esta verdad se encuentra en ella misma", escribe Gimferrer. En este sentido, la escritora Almudena Grandes, gran admiradora y amiga de Matute, a quien califica como una de las mejores autoras en lengua española del siglo XX, "mejor decir uno de los mejores escritores del siglo XX", exclamó que "ojalá esta novela sirva para volver a títulos" como Los hijos muertos, libro que considera "la mejor novela del siglo XX".

Grandes, que destaca "la honradez y la coherencia" en la escritura de Matute, "y hasta en su piel", explica que con Demonios familiares, el lector puede terminar a su gusto la historia de la protagonista, Eva.

Ortuño dice que la novela estuvo a punto de llamarse Vértigo, por los vértigos que atenazaban a la escritora en los últimos meses de su vida, para recordar el sentido del humor que tuvo la autora de Los Abel hasta el final de su vida. La ayudante de Matute recuerda cómo se fue gestando la obra, cómo la autora trabajó hasta el final de su vida, lo perfeccionista que era y como corrigió todo hasta el último momento. "El arte de la fuga, una de las mejores obras de J.S. Bach, está inacabada. Los músicos cuando la interpretan dejan de tocar en la última nota que compuso, nadie le ha añadido nada, y no hace falta. La última palabra que Matue escribió fue 'Mada', Tal vez no quisiera o no pudiera escribir más..", concluye Ortuño en el epílogo del libro.

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