Andrés Marín: “La danza es la pintura en movimiento"

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El coreógrafo sevillano estrena el espectáculo Picasso y la Danza de Carlos Saura que se ofrecerá en el Generalife entre los días 2 y 26 de agosto

Andrés Marín (d.), con Carlos Saura Medrano en la presentación del espectáculo. / Efe
Paloma Ortí

30 de julio 2023 - 19:16

Granada/Andrés Marín, reconocido coreógrafo sevillano, es el director coreográfico del último espectáculo que creó que Carlos Saura antes de morir titulado Picasso y la danza y que ahora retoma su hijo Carlos Saura Medrano para estrenarlo este agosto –entre los días 2 y 26– en el teatro del Generalife, dentro de la vigésimo segunda edición del programa Lorca y Granada. El espectáculo es la confluencia del flamenco, la danza contemporánea, las artes plásticas y las artes visuales en una propuesta única que deleitará al público en las noches estivales.

¿Qué le atrajo inicialmente de la danza y cómo ha influido en su estilo de coreografía?

Mi padre era bailaor y mi madre cantaora, yo me he criado viendo la danza como una profesión, era parte de mi educación. Para mi la danza ha sido la forma de entender y conocer el arte y otro tipo de manifestaciones y es mi espacio de libertad donde me muevo y donde puedo poner mis creaciones, mis dudas, mi universo, intereses y curiosidades, es mi vehículo para la vida.

¿Cuál ha sido su mayor desafío como coreógrafo hasta ahora y cómo lo ha superado?

Las coreografías son como cuadros, cada coreografía requiere muchas veces deshacer lo que aprendiste para ponerlo al servicio de lo que se quiere contar. Cuando empecé en flamenco lo hice en una casa de flamenco tradicional, con su ética y valores, y luego fui muy rebelde y transgredía las normas cambiándolo todo. Había un trasfondo de respeto a la tradición pero con una necesidad de escape, y en ese sentido las normas me las cargaba todas para crear un universo propio.

¿Cómo describiría la evolución del flamenco? ¿Hay alguna tendencia o cambio en la forma en que se aborda y se interpreta en la actualidad?

Sí. El flamenco es un arte cambiante como todas las artes vivas. El flamenco marca épocas y etapas, ha cambiado la estética e incluso la ética, pero eso siempre ha pasado. Hoy se baila con mucha técnica y hay una gran cantera, pero hay artistas que cuentas cosas y otros que no cuentan nada, en realidad todo depende del intérprete. Creo que el que esté más en la raíz se podrá escapar más porque conoce más de donde vienen los mimbres y le da más luminosidad a lo que vaya a aparecer luego. Hay artistas jóvenes que no son tan vanguardistas como lo fueron algunos antiguos.

Teniendo en cuenta esa evolución, ¿diría que el flamenco ha envejecido o rejuvenecido?

Ambas cosas, porque hay artistas de determinadas épocas anteriores (que pasa en todas las artes, como en la pintura, como Picasso) que son universales, inmensos e inmejorables, pero ellos contaron lo que tuvieron que contar en su época, y hoy los artistas cuentan lo que están viviendo hoy en día y todo el mundo no llega ahí. Por eso diría que de ambas cosas.

Cómo describiría la relación entre la danza y las obras de Picasso y Lorca en el espectáculo?

La danza es una pintura en movimiento. Es el trazo, la energía, la técnica, la reflexión, el estar contigo mismo y a la vez expandirte para contar algo… Picasso es un pintor que dijo en una entrevista “yo soy un bailarín que pinto”. De hecho, cuando abrimos el espectáculo lo hacemos con ese prólogo. Lorca es poeta y de alguna manera se puede decir que dibuja la palabra. Picasso y Lorca no se conocieron pero comparten la universalidad, son artistas que hablaron desde la raíz, que transgredieron de una forma muy potente. Tenían un compromiso con lo social, la vida y el arte y querían contar lo que contaron y en este sentido creo que el espectáculo está muy bien armado. Se le ha hecho un guiño a Lorca porque estamos en Granada, haremos una romería-procesión sobre el poema del Pastor Bobo con muchas máscaras en escena. Hay otro guiño sobre el poema del Cante Jondo. Aunque el protagonista del espectáculo sea Picasso, no podíamos dejar de lado a Lorca, teníamos que cuidarlo y darle su espacio.

Este espectáculo está coreografiado por usted y cuenta con la dirección artística de Carlos Saura Medrano y la dirección musical Daniel Doura ¿Cómo ha sido trabajar con ellos?

Este es el proyecto póstumo de Carlos Saura padre, que firmó el día antes de fallecer. Ahora Saura es otro de los artistas universales de España y para mi ha sido un honor poder trabajar con ellos y desarrollar lo que traía entre manos Carlos Saura y que ahora continúa su hijo. En este sentido para mí es una satisfacción. Igual que trabajar con Daniel Doura. Hay que tener en cuenta que estamos trabajando sobre la relación que tuvo Picasso con la danza, con los ballet rusos en París… y me tuve que meter en lo que hizo Massine, por ejemplo, y con la música de Stravinski… Me interesa que fueron rupturistas y que hoy en día lo siguen siendo. Lo que me atrajo del proyecto es que queríamos dejar el espíritu de las piezas y los vestuarios de aquella época para no perder la identidad y cómo eso se aborda en los cuerpos de hoy, cómo se puede comportar con los bailarines de vanguardia de hoy. Es decir, la música de antes con la indumentaria y la estética cercana a aquellos años en los cuerpos de hoy.

¿Ha tenido otras experiencias o influencias significativas que hayan moldeado su enfoque coreográfico?

Siempre he estado influenciado por los mejores porque uno cuando tiene gusto e interés mira y busca en todos los orígenes, en toda la antropología de la danza. Me he empapado de toda manifestación de movimiento para adentrarlo en el flamenco, pero eso lo hicieron muchos creadores antes que yo. Todo el que tenga interés no puede obviar cualquier manifestación estética, aunque hay que adentrar las cosas sin perder la raíz, porque así te aseguras de mantener tu identidad. Afortunadamente la contaminación o hibridación en el flamenco ha sido absoluta y eso es bueno porque lo vuelve universal.

¿Cuál fue el proceso de investigación y preparación que llevó a cabo para crear esta obra?

Esta obra se montó rápido, porque yo sabía que tenía que buscar personajes que me pudiesen dar el papel, es decir, que había que apostar a caballo ganador. Cómo tengo interés y curiosidad por los bailarines actuales de todas las disciplinas, tanto de urbano, neoclásico o contemporáneo, fui buscando los personajes que me interesaban para poner esto en cuerpos de hoy. A cada bailarín le he pedido unos fragmentos y unas mudanzas coreográficas que salieran de su cuerpo. Para cada parte he buscado a un personaje concreto que sabe defender una estética concreta. Al final es una combinación de materia, cuerpo y coreografía.

¿Qué papel juega Granada en este espectáculo?

La coreografía está enfocada en Picasso y la danza, que es algo más universal… no tiene tanto que ver con Granada, la mirada hacia Lorca, que deviene de esas dos piezas que se hacen, de cierto modo es también universal. Esta es una obra con mucha hibridación y versa sobre la relación de Picasso con los coreógrafos y músicos de la época, porque Picasso hizo vestuarios, telones de fondo, etc.

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