Andreu Alfaro dibuja el jazz en tres dimensiones

El Cuarto Real de Santo Domingo acoge una exposición del creador valenciano con material gráfico y esculturas. La muestra se podrá ver hasta el próximo 10 de diciembre

La exposición podrá verse en la sala superior del Cuarto Real de Santo Domingo hasta mediados de diciembre. / Reportaje Gráfico: Alex Cámara
Belén Rico

03 de noviembre 2017 - 08:27

Granada/Tan larga como fructífera ha sido la relación de la música con las artes plásticas, sobre todo durante las vanguardias. De forma especial, el jazz ha inspirado a artistas como Matisse, Mondrian, Pollock Friedlander y, ya en España, Picasso o Guinovart. Más extraño resulta la aproximación a esta música desde la escultura. Pues es ahí precisamente donde se encaja la muestra que desde ayer, hasta el próximo 10 de diciembre, podrá verse en el Cuarto Real de Santo Doming: Andreu Alfaro, lapasión por el jazz.

Pero, más allá de esa singularidad, su comisaria, Toni Picazo, destaca el gran valor artístico de los trabajos que pueden verse, un conjunto de esculturas y dibujos que el creador valenciano presentó en una galería madrileña en 1994 con el título Jazz. A pesar de su calidad y su singularidad, la colección sólo se ha exhibido otra vez más, por lo que Picazo señaló que su exhibición estos días en Granada constituye un "pequeño acontecimiento".

La muestra que inaugura el Festival de Jazz de Granada está compuesta por una docena de esculturas y una veintena de dibujos. Además se completa con varios grabados ilustrados para los poemas del escritor Marc Granell,y una serie de bocetos preparatorios de las esculturas para mostrar el proceso de trabajo del autor.

Las obras escultóricas están trabajadas en hierro y latón, material en el que están fabricados los instrumentos musicales. Los dibujos están realizados en grafiti y rotulador.

Ambos tipos de trabajos parecen regidos, como destaca Picazo, "por los mismos principios de esa música: ritmo, expresividad y espontaneidad controlada". "Ya sean erguidas en el espacio, ya sea sobre la superficie del papel, las obras evocan la vibrante energía del jazz, su aliento ancestral, el fulgor de los instrumentos, incluidos la voz y el cuerpo, y la atmósfera íntima de un club", resume la comisaria.

Así, el estilo del Alfaro -conocido por el gran público por sus generatrices o esculturas realizadas con barras de metal que pueden ser contempladas en numerosas plazas de España y el extranjero- despliega toda su maestría con el ritmo, la energía y el fulgor que transmite el jazz.

Por eso, el aficionado a esta música encontrará en esta exposición una aproximación al arte y viceversa, el aficionado al arte puede descubrir una aproximación al jazz, tal y como apuntó ayer en la rueda de prensa Mariche Huertas, de la oficina técnica del Festival Internacional de Jazz de Granada.

Por su parte, la representante de la Fundación Alfaro, Remedios Semper, destacó la gran vinculación de este artista internacionalmente reconocido con el jazz, música que siempre le acompañaba en sus procesos creativos y que en este caso inspira directamente. El valenciano fue un especial apasionado de las legendarias figuras norteamericanas. Consagrado como uno de los máximos exponentes de la renovación escultórica española, en 1994 decidió homenajear "a la música de los negros norteamericanos" que tanta alegría "apasionada" le había proporcionado, "desde el corazón a los pies", a lo largo de toda su vida, tal y como comentó en su momento el propio creador.

Con nombres de obras tan sugerentes como Jazz al viento o Swing, el artista rinde tributo a una música que, tal y como puede leerse en un cartel en la muestra, Manuel Vicent calificó como "un producto del alma que se extrae después de exprimirla absolutamente".

Una vida dedicada a renovar las artes plásticas

Andreu Alfaro (Valencia 1929-Godella 2013) formó parte de la llamada Generación del 50, el movimiento que conectó el arte español con la modernidad en un momento de efervescencia creativa. De formación autodidacta, inició su carrera artística como pintor a mediados de esa década, aunque se decantó pronto por la escultura. Como recordó ayer la edil de Cultura, María de Leyva, "Alfaro decía que primero dibujaba, luego pintaba y llegó a la escultura por un problema de espacio". Su generación abrirá la escena artística española al informalismo, la abstracción y el constructivismo, herencia de la que bebería su escultura aunque luego evolucionaría hacia el minimalismo. En los 70 alcanzó gran notoriedad por su generatrices, pero en los 80 abandonó esas esculturas matemáticas para abordar cuestiones como el universo de Goethe, la figura humana o el jazz.

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