Toda la inmediata realidad
'Las bellas durmientes' | Crítica
La pintora Ángeles Agrela inaugura una nueva exposición en la galería marbellí Yusto/Giner con el retrato femenino como protagonista
Granada/De nuevo, Ángeles Agrela, una de nuestras más activas y preclaras artistas, nos ofrece una exposición de su esclarecedor trabajo. Lo hace en la galería con la que viene trabajando en los últimos años, la marbellí Yusto/Giner, una galería que accede, sin solución de continuidad, a las mejores ferias y a los encuentros artísticos con mayor entidad y prestigio.
La conocida artista afincada en Granada, nacida en Úbeda, y segura protagonista de ese gran momento en el que, desde hace años, se encuentra el arte de esta ciudad, acude a los espacios de la calle Madera del Polígono La Ermita de Marbella para presentarnos ese nuevo concepto de la moderna figuración en la que ella ha ido quemando sucesivas etapas, siempre manteniendo un cuerpo pictórico lleno de entidad y trascendencia.
Esta exposición, titulada Las bellas durmientes, viene a continuar la serie El favor de las bellas, que nos situaba ante la presencia de una figura femenina a la que pintaba en curiosas actitudes ficticias, adornadas con elementos que le otorgaban una gran carga simbólica. En aquellas féminas destacaban sus exuberantes postizos y extensiones de pelo que daban a la figura una nota distinta y, quizás, alejada de la realidad, con posturas impostadas y, a veces, hasta imposibles. Eran, no obstante, obras que planteaban claramente ese hilo conductor que siempre ha mantenido la pintura de Agrela, esa que dotaba a la mujer de un sentido icónico y que, en estas últimas series, adquiere una entidad de mayor fuerza representativa.
Si en la anterior exposición, presentada también en esta misma galería en el año 2016, encontrábamos una particular estética pop, enmascarando la realidad de la figura tras los postizos y las exuberantes cabelleras de rocambolescos peinados, ahora, en la nueva serie que titula Las bellas durmientes, la artista rompe con los compromisos estéticos exagerados de entonces y busca la complicidad en la ilustración de un modelo que, aunque recibe posiciones conceptuales pretéritas, se vuelca en el sentido figurativo, en la expresión y en el diseño de una modelo más cercana, que pinta más de realista, más a las claras y sin las imposturas anteriores.
La pintura figurativa resalta, sin reveses, relata la propia dimensión de la realidad y otorga a lo femenino una nueva identidad, más inmediata, con mayor interés hacia posiciones que, podríamos decir, clásicas, nominalizando las obras, incluso con los nombres de las modelos y patrocinándonos actitudes cercanas, sin aquel bello sincretismo de antes.
Un universo personal e intransferible
En la muestra de la galería Yusto/Giner volvemos a entrar en ese universo Agrela, personal e intransferible; que acentúa los perfiles de lo real, en un misterioso juego de complicidades en el que todo queda supeditado a la fuerza expresiva de una realidad felizmente interpretada.
Lo mismo que ocurrió cuando, de muy jovencita, levantó las máximas expectativas artísticas, con aquellas modelos camufladas en el paisaje o formulando acciones de máxima inquietud; igual que aconteció con sus grandes luchadores enmascarados; de idéntica fuerza estructural que aquellas imágenes históricas a las que despojaba de sus poderosas y conocidas encarnaduras, desposeyéndolas del clasicismo que les imprimieron, para bien de la historia, Durero, Piero della Francesca, Holbein o Veermer; en el camino representativo de sus simbolistas imágenes femeninas o con los aplastantes modelos de estas bellas durmientes, la pintora nos vuelve a posicionar en la belleza de una forma artística que ella hace única y que acentúa los perfiles de un arte que en sus manos nunca va a perder intensidad creativa.
Siempre habíamos pensado que una exposición de esta artista era una feliz experiencia que dejaba huella para tiempo. De nuevo, la gran pintura se hace presente en la obra superior de Ángeles Agrela. Testimonio creativo que no pierde intensidad y que nos vuelve a introducir en los convincentes estamentos de una pintura que ella sigue haciendo eterna.
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