Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Ciencia abierta
Granada/Aristóteles, padre putativo de la Biología, afirmó en algunas de sus obras no dedicadas a los animales sino en las referidas a los otros animales, los humanos, que la virtud se puede encontrar en algún lugar próximo al término medio. Sin duda lo declararía en algunas de sus obras sobre Ética, o quizás nunca lo dijo, ya saben que a Aristóteles o a algún otro griego se le otorgan multitud de saberes y sentencias.
La virtud del término medio es lo que escaseó durante los cien días de confinamiento de marzo a junio. Durante esas semanas pudimos contemplar a cientos de dueños que sacaban a pasear a todas horas a sus mascotas caninas. Estaría por asegurar que, tras el confinamiento, las clínicas veterinarias han tenido que asistir a muchos perros de estrés post-coronavirus. En todo caso, y para dudar de nuestra racionalidad, es llamativo que se permitiera pasear al perro pero no a los niños. Dirán ustedes que exagero. ¿No sale usted a pasear con la familia? ¿No hemos observado tratos a animales de compañía casi tan o más cariñosos que a los propios seres humanos
¿Cómo reaccionaría usted si en el chiringuito de la playa le dijeran que ya no le pueden servir un espeto de sardinas porque han prohibido ese plato por maltrato animal? Eso es un bulo, es una noticia falsa. No se ha producido ninguna denuncia por maltrato animal aunque se usen imágenes de plaza llenas de gente que parecen llamarse sardinas, es todo un montaje que utiliza unas protestas políticas en Italia. Repito eso es falso. Lo cierto es que desde hace ya mucho más de dos décadas, la sensibilidad por el trato hacia los animales se ha modificado en nuestro entorno.
Siguen apareciendo noticias de maltrato animal que al leerlas nos hace dudar del carácter racional de los humanos, de la pretendida humanidad del animal que es el Homo sapiens. Abandonos de mascotas en ciertas épocas del año, ahora ante el veraneo, es lo más suave que se puede describir. La crueldad en el trato y el abandono en zonas cerradas sin agua ni comida de algunos équidos, el ahorcamiento de ciertas razas de perros, son noticias que aparecen de forma repetida. Y estos comportamientos se refieren a animales domesticados que comparten el hogar, mascotas, o que nos ofrecen algún tipo de servicio, aunque ya en desuso (caballos o asnos para transporte y carga).
Los cambios en nuestra visión del mundo animal se han extendido a muy diversos y variados campos. Pedimos que los animales que criamos para alimentarnos desde hace miles de años tengan condiciones de vida mejores; que su sufrimiento en el sacrificio sea el mínimo; que las gallinas corran en libertad para poner sus huevos…, la conciencia ecológica ha calado no sólo para preservar el medio ambiente de forma global, sino para pensarnos cómo llenamos nuestra nevera o incluso si debemos llenarla de algunos productos.
En el extremo de esos cambios, podemos decir que en un extremismo ético, tenemos la ética del veganismo. Vegano es aquel que defiende la postura de evitar dañar a los animales, incluyendo agredirles directamente (no cazar, no pescar) y prescindir del consumo de sus productos si en la producción hay que matarlos o dañarlos de algún modo. Esta posición llevada a formas de vida cotidianas nos puede parecer ciertamente difícil de realizar en el mundo actual, aunque va ganando adeptos e incluso hay opciones políticas que lo promueven. Desde hace más de 50 años los partidos verdes o ecologistas promueven posturas próximas a esta ética. Podemos identificar sus acciones políticas en movimientos contra el maltrato animal, petición de prohibición de espectáculos como los toros u otras fiestas donde se utilizan animales de forma violenta y todo un conjunto de posturas que implican cambios profundos en nuestra relación con los animales.
El veganismo es una ética que supone defender a los animales no porque me gusten o porque les tenga cariño o porque los ame. Un defensor de los derechos humanos no defiende a los refugiados porque los ame sino porque considera que es lo justo, lo correcto. En el caso de los animales tendríamos la misma situación. Los seres humanos tienen unos derechos. Los animales tienen derechos, esa es la cuestión que plantean los defensores de esta ética.
En España hay un partido político, PACMA, fundado en 2003, que lucha por los derechos de los animales, el medio ambiente, la justicia social, promueve el vegetarianismo y el veganismo. En las elecciones de 2008 obtuvo 44.795 votos; en 2011, 102.144 votos; 219.182 en 2015; en 2016, 284.848 votos (el 1,19%, aunque no obtuvo ningún diputado; por el contrario el PNV concentrando sus 286.215 papeletas, obtuvo cinco escaños en el Congreso); en abril de 2019, 326.045 votos y en diciembre del mismo año, 226.469. En esas últimas elecciones, Teruel Existe, con 19.696 votos, obtuvo un diputado. El problema de PACMA es la dispersión geográfica de sus votos. Hay mucha conciencia general sobre el tema del maltrato animal, la ecología, etc., pero en ninguna elección autonómica o municipal, que conozca, han conseguido representación política hasta ahora.
Las implicaciones económicas, entre otras muchas, que se derivan de esta posición ética, son objeto de profundo debate. ¿Es posible aplicar la ética animal a todos los animales? ¿Y podemos extender los derechos a otros reinos de seres vivos? ¿Le preguntamos a los ecólogos vegetales?
Yo me planteo: ¿estamos olvidando las sabias palabras de Aristóteles y olvidamos los términos medios? Mientras escribo este Ciencia Abierta, mi canario Arturo no para de cantar y saltar encerrado en su jaula (lo conocen todos mis compañeros de Facultad que le escuchan en las continuas reuniones online sostenidas en estos meses). No tengo muy claro qué podría sucederle si lo dejara en libertad. Repasaré la Ética de Aristóteles en busca de alguna respuesta.
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