“La muerte de Lorca se ha tratado muchísimo porque no hay un final”
Antonina Rodrigo, escritora
La autora presentó ayer en Condes de Gabia la reedición de sus Aleluyas de Federico García Lorca con una editora y distribuidoras granadinas, Azeta
Granada/–¿Por qué el formato de una caja de cerillas para la reedición de las Aleluyas de Federico García Lorca?
–Ha sido más cuestión de la editora pero a mí me ha parecido muy divertido y nunca hubiese pensado que ahí cupiese un aleluya grande. Además hay que doblarlo a mano. Es un libro juguetón.
–A principios de los 80, cuando lo utilizó por primera vez para la biografía de Mariana Pineda, y un par de años después para este homenaje a Lorca, ¿por qué se decantó por el formato del aleluya?
–Porque Lorca trabajó esta literatura popular, el aleluya, el romance o los títeres. Su teatro tiene una vertiente muy popular en la que salen personajes vendiendo aleluyas. El género nació por la iglesia, las hacía para tirarlas al aire para celebrar la alegría del día de Pascua de Resurrección. Luego se hizo popular y se extendió a todos los temas, la historia, la biografía, la lucha, los acontecimientos como el nacimiento de un príncipe. Era muy impactante para aquellos públicos que eran analfabetos. Los ciegos copleros, con un instrumento y un puntero, iban haciendo los relatos de los acontecimientos acompañados de cuadros. Cuando la guerra, como era una cosa popular, se puso otra vez de moda. Así se iba enterando la gente de las noticias.
–¿Cómo entró en contacto con Gallo, el dibujante que le acompaña en estas aleluyas?
–Él era un dibujante universal. Él tuvo que salir de España. Como Gallo es Coq en francés, decidió usarlo porque era muy divertido. Con ese nombre tuvo un papel muy importante. Y luego, cuando ya con noventa años decide volver, se encontraba sólo, no tiene a nadie. Mi marido y compañero Eduardo y yo lo conocimos cuando estábamos trabajando sobre el exilio y lo admiramos. Cuando decidió volver estaba solo y lo protegimos. Se volvió a nuestra casa y para nosotros era como un padre o como un tío. Hizo estas aleluyas con más de noventa años. Pero tenía un pulso, un ojo y una mano increíble.
–Como biógrafa de Lorca. ¿Qué cree que queda por decir?
–Creo que es inmenso, inabarcable. Uno lee un libro de él que ya ha leído y siempre encuentra imágenes nuevas. Está fresco como si hubiese escrito ayer y siguiese diciéndonos cosas al oído.
–¿Pero se ha estudiado mucho su muerte o detalles de su biografía y poco, por ejemplo, sus primeras obras o algún otro aspecto?
–Sin duda. La muerte se ha tratado muchísimo, como todos sabemos, pero como no tiene un final, la gente sigue tratando de encontrar a Lorca. Que por cierto no está allí y eso lo sabe la familia. Su padre, que tenía mucho dinero, sacó a su hijo, como era de esperar.
–¿Cree que esta próxima excavación resultará infructuosa?
–Lorca no está allí entre otras cosas porque allí iban a hacer un campo de deportes –que es otra de las ignominias que se han cometido contra él–. Excavaron aquel terreno y no quedó nada. Además están las aguas, porque aquello era un terreno movedizo. Pero claro, como no tenemos una conclusión, sigue vigente el tema. Pero la gente que podía haber hablado o se ha muerto o no habló. No quedan casi protagonistas de ni de la muerte de Lorca ni del exilio.
–¿Se han desperdiciado unos años de investigación cuando aún había testigos?
–Muchísimos, pero aquello estaba rodeado de Guardia Civil. Cuando iban los investigadores los echaban, Fernández Castro lo comenta.
–¿No espera entonces que aporte nada nuevo?
–Bueno, siempre tenemos la ilusión. Por ejemplo, se habla mucho del reloj de Lorca y el espacio en el que fue a parar. Detalles de que alguien no haya hablado y se lo haya trasmitido a la hija, algún documento... Porque queremos saber dónde está el cuerpo de Lorca, aunque sea para llevarle unas flores. Por otro lado, su ausencia forma parte del misterio. Lorca siempre estuvo hablando de la muerte, “esa muerte novia mía”, y luego al final en Poeta en Nueva York dice: “Y no lo encontraron, y no lo encontraron”. A mí se me pone el bello de punta porque no lo encontramos.Es tremendo.
–¿Por qué el formato de una caja de cerillas?
–Ha sido más cuestión de la editora pero a mí me ha hecho mucha gracia porque es una cosa que nunca hubiese pensado que ahí cupiese un aleluya grande. Además hay que doblarlo a mano.
–Usted ha trabajado muchísimo el género de la biografía, y además extensamente documentada. Incluso ha ganado el Premio de Periodismo Manuel de Falla. ¿Se siente más escritora o periodista?
–No veo la diferencia. Hay un trasvase entre los dos pero si tengo que elegir, soy escritora. Pero cuando voy a buscar los testimonios de las personas hago periodismo.
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