El Ateneo de Granada reflexiona sobre 'Joker' y la salud mental
Debate
La asociación organiza hoy una mesa de debate sobre la cinta de Todd Phillips y las patologías psiquiátricas
Granada/Toc toc, la cinta española de 2017 que reunía a varios personas con trastorno obsesivo compulsivo en la sala de espera de un psiquiatra, dibujaba el retrato de una paciente obsesionada con los gérmenes y las bacterias. Interpretada por Alexandra Jiménez, la joven se lavaba las manos cada vez que tocaba una superficie que podía estar contaminada por el contacto de otras personas. Tres años después, las recomendaciones de las autoridades sanitarias por el coronavirus como lavarse constantemente las manos (durante el tiempo que se canta dos veces cumpleaños feliz según el consejo de Boris Johnson) o en su defecto usar geles con alcohol; desinfectar las superficies de los transportes públicos, evitar los sitios concurridos y cerrados o incluso guardar una distancia de seguridad de un metro han convertido en norma lo que hace poco sería patológico.
¿Dónde están los límites de los trastornos psicológicos y psiquiátricos? ¿Qué es normal y qué locura? Desde una perspectiva absolutamente dramática, hay una cita mucho más reciente que trata lo que se denominan enfermedades mentales graves: Joker. En este caso es Joaquin Phoenix interpreta a una persona con una especie de risa compulsiva que se esfuerza denodadamente por llevar una vida ‘normal’ mientras va perdiendo asideros en los que agarrarse en esa lucha.
Por este argumento esta última película de Todd Phillips se ha elegido para la mesa redonda del ciclo La salud mental que tenemos, que organiza el Ateneo de Granada mañana por la tarde en el Salón de Actos del Palacio de Condes de Gabia.
Jesús Ambel, presidente del Ateneo de Granada y coordinador del ciclo junto al catedrático de Psiquiatría Francisco Torres, explica que el objetivo de la serie de mesas redondas, que se prolongará hasta mayo es reflexionar sobre "la extensión de problemas de salud mental". "Hasta hace veinte años estaban casi reducidos a las enfermedades psicóticas. Sin embargo, en los últimos 10 o 15 años, tenemos una avalancha casi epidémica que tienen que ver con la ansiedad o la depresión y que está agotando los servicios de atención primaria y los servicios de salud mental”.
Pero el abandono del sistema sociosanitario en el que queda el protagonista no es el principal motivo de la elección. “Vamos a hablar de Joker porque es una manera de hablar de la enfermedad mental desde el sitio en el que la quieren meter, que es el de la marginación y el crimen, para traerla al sitio de lo humano en el sentido de que la psicosis, la locura, es el límite de la libertad”, cuenta Ambel.
Con ese desasosegante planteamiento, la mesa de esta tarde reunirá a Fernando, activista del colectivo Locomun; el abogado Sergio Berbel para hablar de la cinta desde el punto de vista cinematográfico; al psicólogo Francisco Vílchez que responderá al colega Jorge Jiménez que desaconsejaba ver la película porque era “una exaltación a la violencia gratuita”.
También contará con la presencia de psiquiatra Laura Martín, que no se muestra partidaria de ningún tipo de censura y menos a alguien por tener un diagnóstico. Ella, en su práctica clínica, habla precisamente con pacientes que han visto esta película y que le han aportado su visión. “Yo no soy una gran lectora de cómic pero he hablado con personas a las que acompaño a diario por mi trabajo y que sí lo son. Ellos me comentan que se trata de un personaje que refleja muy bien esa realidad insoportable que a veces te pone en el disparadero por la decepción que a sienten cuando de pequeños no se les acepta y de adultos tampoco. Porque muchas veces a su consulta llegan pacientes más que por el sufrimiento de los síntomas, por el sufrimiento de no encajar en la sociedad".
“Realmente los asideros o las posibilidades de una persona con un sufrimiento psíquico grave pasan siempre por el fármaco y el diagnóstico y pocas veces por la pregunta más cotidiana ¿qué necesitan?”, explica sobre las alternativas de este tipo de personas, aunque la psiquiatra rechaza hablar del colectivo de personas con enfermedad mental "porque es como hacerlo de mujeres o de afroamericanos: no todo el mundo es igual. Lo único que tienen en común es la psiquiatría”.
En la película, el protagonista se queda sin trabajo, sin relación sentimental y incluso la posibilidad de tener una familia. “Como digo, lo ponen en el disparadero. Es una persona 'no aceptada' que de pronto ve que la diferencia que tiene es irresoluble: nunca va a encajar con una sociedad que le ha rechazado de entrada. Ante eso, él toma la decisión de ser libre, muy drástica, muy de cómic, pero libre”.
Aunque vuelve a incidir en que es peligroso relacionar la violencia con el sufrimiento psíquico, porque “la maldad no es una condición del diferente sino de la condición humana”. “No podemos caer en el error de si no tolero que alguien cometa una atrocidad es porque le pasará algo. No es igual a mí”, explica Martín sobre la asociación que se hace con cualquier acto de maldad y la enfermedad mental.
“Estamos en una época en la que se reivindica la diversidad en muchos aspectos sociales pero con la enfermedad mental no se reivindica la diversidad, sólo medios tratarla, normalizar al enfermo pero no integrar al enfermo como es”. Su posición es clara. “Yo no defiendo que el diferente sea enfermo y que hay que tratar de echar una mano a la gente que sufre, aunque no es la opción mayoritaria en la Psiquiatría”.
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