Barros granadinos
En los márgenes
El barro cocido se ha utilizado para realizar figuras religiosas, tipos populares, personajes y animales de belenes y también zambombas
Pequeñas figuras de barro las encontramos desde la prehistoria para representar la fertilidad así como en el imperio romano. En al-Andalus y el reino nazarí de Granada eran muy populares los silbatos de barro cocido. Averroes decía que se compraban en las ferias como juguetes infantiles, algunos con figuras zoomorfas y antropomorfas. Los silbatos de agua eran muy apreciados porque imitaban el gorjeo de los pájaros. En el Museo de la Alhambra se pueden ver algunos ejemplares de estos silbatos.
Los hermanos Miguel y Jerónimo García eran famosos en la Granada de 1600 por sus imágenes religiosas en barro cocido. José Risueño Alconchel (1665-1732) realizaba primero figuras en barro cocido para después pasarlas a la piedra.
En el siglo XIX las pequeñas figuras de barro de tipos populares tuvieron un gran desarrollo para clientes burgueses y viajeros extranjeros. Muestra de ese interés de los viajeros ingleses por estas figuritas fue la colección que formó Peter Winckworth, a mediados del siglo XIX, y que acabó vendida a la antigua Caja de Ahorros Provincial de Málaga, formando parte actualmente de la exposición permanente en el Museo Unicaja de Arte y Costumbres Populares. El Museo de la Casa de los Tiros de Granada tiene una colección muy interesante de figuras de barro cocido policromadas.
Mencionar en Granada a los escultores Luis Molina de Haro (1889-1967), gran escultor barrista, y su discípulo Luis Heredia Amaya (1920-1985) magnífico “escultor gitano”, como a él mismo le gustaba denominarse, que tenía su estudio en una cueva en la Cuesta de San Agustín, en el Peso de la Harina, vecino y muy amigo de mis padres.
Pero donde las figuras de barro perviven con gran pujanza es en los belenes. La tradición considera que el belén tuvo su origen en 1223, cuando San Francisco de Asís montó su belén viviente en Greccio, aunque con anterioridad existían representaciones pictóricas y en relieve de la Natividad. Gracias a los franciscanos y clarisas se fue extendiendo por Italia y otros países. A la Península Ibérica llegará por el puerto de Valencia, por los contactos quea la Corona de Aragón tenía en sus territorios del sur de Italia.
En 1465 aparece en París en primer taller belenista de figuras de barro cocido y policromadas, seguido del de Alcorcón (localidad madrileña) en 1471, en Siena en 1475 o en Lisboa en 1479.
En el siglo XVIII el rey Carlos VII de Nápoles se convertío en el rey Carlos III de España y trajo consigo la tradición de los belenes napolitanos. Francisco Salzillo y Alcazar (1707-1783) realizó un gran belén compuesto de unas 556 figuras de barro cocido y policromadas, de 25 a 30 cm de altura, entre 1776 y 1783. En él se relata la historia del Nacimiento de Jesús, desde la Anunciación a la Huida a Egipto, compaginando escenas religiosas con otras de carácter costumbrista.
En Granada también hay una gran tradición. En primer lugar citar a Antonio Jiménez Rada (1873-1949), quién se trasladó a Sevilla donde fundó un gran taller en Triana, con unos 20 y en ocasiones hasta 30 trabajadores. Después regresa a Granada, al taller de su maestro José Román, y al fallecer este sin herederos, se quedará con este negocio. Seguirán la tradición sus hijos Josefa y José Jiménez Mariscal , su nieto, Jesús Jiménez Gómez (nacido en 1949) y su biznieto, Héctor Jiménez Jurado (nacido en 1975), hasta la actualidad. Interesantes son las figuras de barro de José Jiménez Mariscal esmaltadas por el gran alfarero Agustín Morales Aguacil (1913-1999).
Entre otros nombres de artistas de figuras de barro granadinas podemos mencionar a José Lozano Gómez, José Miranda, Familia Román, Francisco Morales, y la Alcaicería como el lugar donde de forma permanente se venden figuritas de barro cocido policromadas. Los conventos de Granada también tienen importantes colecciones, como el Museo del Monasterio de la Concepción.
Si estas figuras de barro modelado y realizado con moldes están presentes en nuestros belenes, el barro torneado constituye otro elemento de la alfarería muy presente en las fiestas y la música de la Navidad, nos referimos a las zambombas.
El origen del término zambomba es onomatopéyico y podría proceder de zimbembo, cantos fúnebres y de ritos iniciáticos de paso de los jóvenes en el Congo. Pudo pasar a la Península Ibérica en el siglo XV traída por los esclavos procedentes de Zaire. Se extendió por Latinoamérica, y los Tercios de Flandes la introdujeron en Holanda en el siglo XVI.
La zambomba es un membranófono o tambor de fricción. Según sea su cuerpo podemos distinguir entre la zambomba del pitón (planta) de la Axarquía de Málaga; las zambombas de barro como la caduf o cangilón de Conil de la Frontera (Cádiz), la zambomba cántaro de Hinojosa del Duque (Córdoba), las tipo orza, puchero y maceta, como las realizadas en Cenes de la Vega (Granada), la zambomba tinaja, como las de Rociana (Huelva), o la zambomba arcaduz como las de Níjar (Almería). En 1991 Soledad Asensio e Inmaculada Morales realizaron una interesante investigación y exposición sobre los instrumentos musicales de barro desde el Centro de Documentación Musical de Andalucía, una parte de esa muestra se quedó de forma permanente en la Casa Museo Afonso Ariza en La Rambla (Córdoba).
El parche de la zambomba se realiza de piel, de lona o tela. La barilla de fricción es un carrizo. En 2015 las zambombas son declaradas Bien de Interés Cultural.
Mencionar la recopilación que hace Manuel de Falla de Cantares de Nochebuena, donde, al menos, de las nueve canciones las dos primeras están acompañadas con zambomba, rabel o chicharra.
En 1933 se estrena el espectáculo Las calles de Cádiz, en cuyo origen intervienen Rafael Alberti y Federico García Lorca. Encarnación López, “La Argentinita” será el alma del mismo, registrándolo en un disco de pizarra de 78 r.p.m.
La fiesta de las zambombas de Jerez es muy famosa. Recordar también el interesante documental Saca cuatrocientas sillas, la Navidad gitana de Curro Albayzín (2019).
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