Beethoven, protagonista ¿con mascarilla?
Festival de Música y Danza de Granada
Las integrales de sus sinfonías, conciertos y algunas sonatas en un cuidado elenco nacional e internacional
Sobresalen los nombres de Sokolov, Zimerman, Igor Levit, Leonskaja, Gómez-Martínez, Pons y la granadina María Dueñas
Granada/Hay que reconocer que Antonio Moral ha hecho un esfuerzo por trazar un plan B a la 69 edición del Festival, convocando a orquestas, conjuntos y solistas preferentemente nacionales, aunque no faltan nombres de relevancia internacional. Incluso ha mantenido ballets extranjeros como los de Montecarlo y Biarritz, junto al de Antonio Najarro. Se ha centrado más copiosamente que en el primer programa en la celebración del 250 aniversario del nacimiento de Beethoven, con la integral de las nueve sinfonías -a cargo de la OCG, la Orquesta Nacional y las de la Comunidad Valenciana y Galicia,dirigidas por Gómez-Martínez, Pons, Afkham, Hengelbrock, Slobodeniouk, Juanjo Mena-, los cinco conciertos para piano y orquesta que interpretará y dirigirá el ilustre Krystian Zimerman, con la OCG; las tres últimas sonatas interpretadas por Igor Levit, las sonatas para piano y violoncello por Adolfo Gutiérrez y Christopher Park, además del concierto para violín y orquesta que tendrá como solista a la granadina María Dueñas. Leonskaja estará presente y las versiones que Liszt hizo de las sinfonías no se han caído tampoco del programa inicial con Eduardo Fernández, Javier Negrín, Miguel Ituarte, Juan Carlos Garvayo y Enriqueta Somarriba. Claro que no sólo nos olvidaremos de la ópera Fidelio, sino de la Missa Solemnis, que escuchamos en la anterior conmemoración, con la Nacional y el Orfeón Donostiarra, conjunto que pese a ser nacional no estará presente, cuando tan necesario sería para la Novena que, como ya comenté, no debe rebajarse a esa idea participativa, que está bien para los conciertos navideños de El Mesías; una obra tan fundamental en la música de todos los tiempos se deteriora en esa manía populista. La Novena ha sido la obra más programada del Festival -incluso la interpretó la OCG, con el Orfeón Donostiarra- a través de directores españoles y extranjeros, entre ellos Argenta, Frühbeck, Barenboim y, desde luego, Miguel Ángel Gómez-Martínez que un año interpretó la nueve sinfonías en un alarde de su sapiencia musical.
¿Músicas con mascarillas?
Lo único que el crítico se pregunta -y supongo que el público- es si tendremos que escuchar a Beethoven y a todas las demás músicas y espectáculos, ahogados en la mascarilla obligatoria, que aumentará las tórridas temperaturas que nos esperan en julio, mes elegido para un programa excesivamente largo para la fecha y las actuales circunstancias sanitarias que, a mi juicio, debería haberse trasladado a septiembre o, al menos, reducirlo a lo verdaderamente importante e imprescindible. Es verdad que la conmemoración beethoveniana obliga a mucho, pero todos hubiésemos comprendido las circunstancias. Ya sabíamos que, por ejemplo, era imposible reunir a centenares de cantantes, coros, orquesta en la esperada Octava Sinfonía, De los mil, de Mahler, que no podría guardar las distancias, precisamente, y preludiaba un sinfín de transmisiones de hipotéticos Covid-19 que, además de miles de muertos españoles, está doblegando festivales, reuniones musicales y escénicas y un largo etcétera, en su declarada enemistad con las personas y la cultura.
De todas formas, es un programa interesante, no sólo en el imprescindible ciclo beethoveniano, sino en otros ámbitos. La estrella sigue siendo, como decía en el anterior comentario, Sokolov, en su mismo programa, con su malabarismo mozartiano alla turca, la profundidad de Leonskaja, el virtuosismo de Martha Argerich y Capuçon, las músicas de cámara, Tomas Luis de Victoria y su Misa de difuntos, las incursiones por Bach, Mozart, músicos románticos, el barroco y otras importantes aportaciones en el flamenco -Poveda, Carmen Linares, etc.- y el mencionado Ballet, en un ciclo respetado, como lo ha sido el festival de los niños y el FEX. Obviamente no le falta calidad al ciclo programado con nombres nacionales y locales, pero esperemos que la dimensión internacional -los primeros conjuntos orquestales, por ejemplo- no se olviden en la próxima edición que espero no tenga que justificarse por ningún rastro de fatídicas pandemias.
Por cierto, recordando a las víctimas, el certamen honra en su inicio -luego interrumpido- con el Réquiem de Mozart con la OCG y su coro, bajo batuta de su director Andrea Marcon que se despide de Granada, después de esforzarse en mantener a flote con dignidad al conjunto granadino, azotado por las crisis económicas y la displicencia de las administraciones.
En fin, valga este comentario a vuelapluma para el esfuerzo de la dirección en medio de una pandemia que, esperemos, no dificulte aún más una edición, pórtico de la verdaderamente importante y que debe exigir la máxima trascendencia: la del 70 aniversario del certamen y el centenario del I Concurso de Cante Jondo del año 1922 que promovieron Falla, Lorca, Segovia, Jofré y muchos otros artistas e intelectuales de su tiempo.
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