Belén Ortega, la nueva cara gráfica de la saga 'Millenium'
La dibujante granadina ilustrará una trilogía con guión del belga Sylvain Runberg basada en la obra de Stieg Larsson
Ayer visitó Picasso Cómics
Granada/Todos nacemos con un lápiz -o una tablet- bajo el brazo. Unos lo sueltan en la adolescencia y se olvidan del asunto para siempre, mientras que otros deciden seguir haciendo esos garabatos. Belén Ortega (Granada, 1986) fue una de esas niñas que se pasó toda la infancia dibujando, sobre todo personajes, poses y ropa que veía en Sakura, cazadora de cartas. "Mucha gente deja de hacerlo porque fomentan otro tipo de aprendizaje, alejado de la creatividad, que no te sirve de mucho", reflexiona la dibujante granadina, que es ahora la nueva cara gráfica de la saga de cómics Millenium (Dupuis). Ortega ilustrará una continuación de las novelas de Stieg Larsson firmada por el guionista belga Sylvain Runberg.
La primera parte de la trilogía, publicada en España bajo el título Las almas frías (Norma Editorial), cuenta cómo Lisbeth Salander y sus amigos de Hacker Republic están a punto de conseguir la proeza digital del siglo: infiltrarse en el gigantesco centro de datos del servicio secreto sueco y hacer grandes revelaciones. Una apasionante historia ambientada en la Europa actual con el telón de fondo de los Papeles de Panamá, Wikileaks y los refugiados. "Es bueno que Millenium sea un nexo con la realidad. Para mí es un aliciente. Estamos viendo cosas en los telediarios que desafían la lógica. Que Sylvain se base en la actualidad recalca una realidad: vivimos en un mundo corrupto y podrido. El guionista va incorporando al guión novedades, como la presidencia de Trump", explica.
La ilustradora empezó a ser más conocida por su serie de manga Himawari, ambientada en el Japón medieval, pero es capaz de cambiar de registro. Lo demostró en Pájaro indiano (Norma Editorial), en Marc Márquez: La historia de un sueño (Norma Editorial) y en la nueva trilogía de Millenium. "Mi objetivo es convertirme en una artista multidisciplinar, que sea capaz de dibujar cualquier cosa, de adaptarse a cualquier estilo y género, hasta un western, de colorear sus cómics. A eso aspiro", confiesa. Antes, señala la autora, "había una frontera más clara entre el cómic y el manga. Ahora esta más diluida. Las nuevas generaciones estamos muy influencias por el manga y algunas editoriales se atreven a publicar cosas menos clásicas. Sigue habiendo una separación de mercados, pero observo una evolución en los estilos. Americano rollo más cartoon, más manga".
Ortega estudió Bellas Artes en la Universidad en la Universidad de Granada y pronto su pasión por el manga japonés llevó sus pasos hacia la ilustración de fantasía y la creación de cómics, completando sus estudios en la Human Academy de Osaka (Japón). "Estudié el bachillerato de artes y tres años animación cuando era adolescente, experiencia que me marcó, pero siempre he sido autodidacta. Lo básico es empezar en las escuelas, donde no se habla de cómics ni de autores patrios. Yo lo descubrí por mí misma. Debería haber una biblioteca con cómics en cada escuela y que éstos tuviera más peso en los programas educativos", recomienda.
La dibujante, al hilo del tema, reflexiona: "Donde no hay dinero, las empresas no invierten. No pierdo la esperanza de que esto cambie y se consolide un mercado. Francia arrastra a muchos lectores desde hace décadas y trata a los autores como auténticas estrellas del rock. El público es fiel y auténtico. Allí sienten mucha pasión por el cómic". En nuestro país, apunta Ortega, "no hay mercado ni compras que lo consoliden. El problema es que las editoriales van a tiro seguro y no invierten en proyectos diferentes". Necesitamos, en palabras de la autora, "más lectores y hay que crearlos. Los mayoría de salones no crean lectores, crean gente consumista.... El Salón del Manga es un evento enorme... Lleno de merchandising".
La diferencia entre trabajar en el país galo o en España es, en palabras de la ilustradora, "abismal". "Lo que me ofrecen aquí no es ni la tercera parte de lo que puedes ganar en Estados Unidos o en Francia", señala esta dibujante que desde que trabaja con editoriales francesas como Dupuis tiene "una vida normal" y se puede costear vivir en "un piso normal". "Incluso puedes vivir hasta bien siendo autónoma con una fiscalidad española jodida. Nos lo ponen muy complicado para que estemos jodidos los de abajo", reprocha.
La autora también ha estado "en la cuerda floja". Una de sus obras más con conocidas, Pájaro indiano, la diseñó y dibujó en apenas tres meses por las circunstancias. Estaba sin trabajo y la quería presentar a concurso. "A vida o muerte (risas). Llevaba una racha muy mala. El certamen era la oportunidad perfecta para hacer lo que me diera la gana. La creatividad afloró y probé con un estilo que no había hecho antes. Me arriesgué", reconoce.
Cuando se le pregunta a Ortega si se ha sentido discriminada por ser mujer en su profesión, contesta de manera directa y clara: "No se mira en absoluto. Pasan cosas en festivales cuando te ven, pero es anecdótico. No miran si eres hombres o mujer cuando te contratan. He dibujado un cómic sobre un piloto de motociclismo español -Marc Márquez-, y he cobrado lo mismo que anteriores dibujantes de la saga Millenium siendo española y una mujer. El mercado del cómic se fija en el portafolio y no en el género".
La dibujante no tiene reparo en opinar sobre el término novela gráfica. "Es un eufemismo para llamar a algo tebeo. ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? Es otra manera pomposa de renombrarlo, de darle otra sonoridad. No es ni siquiera un género en sí mismo. El cómic es un lenguaje, una manera de contar historias. El término se ha creado para darle la importancia que tiene el cine o la literatura. Lo curioso es que la gente no sabe que cuando alguien se plantea rodar una película lo primero que haces es elaborar un storyboard, un guión gráfico". Según Ortega, cine, literatura y cómic "forman parte del mismo universo". "Hago escultura, pinto, elaboro tebeos e ilustraciones. No está separado. Son sólo expresiones diferentes", añade.
Sea con un pincel, un ordenador o un cincelador, Belén Ortega apunta alto.
También te puede interesar