La Catedral se llena de música en el solemne estreno de seis obras sinfónicas

Centenares de personas arropan la puesta de largo de las composiciones

Un instante del concierto de anoche en la Catedral.
Redacción / Granada

15 de noviembre 2009 - 05:00

Porta temporis y Absolve Domine, de Francisco González Pastor, Epiclesis II y Nunc dimittis, de Juan Alfonso García, y Psalmus XXII e In Paradisum, de José García Román, sonaron ayer grandes en la Catedral de Granada. Era noche de música. Tanto, que muchos de los que se dieron cita para entrar al concierto se quedaron en la puerta.

La Catedral de Granada fue escenario ayer de un concierto sin precedentes con el estreno de seis obras sinfónicas y corales de tres grandes compositores granadinos. Si ya el estreno de una obra es motivo de expectación en el Festival Internacional de Música y Danza o en el Auditorio Manuel de Falla, el estreno de seis obras lo supera.

Los tres son miembros de la Academia de Bellas Artes de Granada, que impulsa el proyecto, y los tres tienen una trayectoria de una enorme reputación. El motivo que los une es la idea de realizar una ofrenda musical a los miembros de la Academia fallecidos. La Orquesta Filarmónica de Málaga, el Coro de Voces Blancas de los Padres Escolapios, la Coral Lauda y el Coro de la Facultad de Ciencias de la Educación fueron los oficiantes. En total, más de 200 músicos sobre el escenario.

"Todo esto surgió en el año 2002, cuando se celebró el 225 aniversario de la creación de la Academia de Bellas Artes de Granada", explicó hace unos días José García Román.

"Se nos ocurrió que, entre los actos extraordinarios, podíamos hacer una ofrenda musical a los miembros fallecidos. Decidimos hacerlo en la Capilla Real, que es un lugar que representa una de las señas de identidad de la ciudad".

Los miembros de la Academia acordaron, para este año, organizar una gran ofrenda musical el 14 de noviembre, aniversario de la muerte de Manuel de Falla, pero esta vez en la Catedral, con un aforo de más de mil personas sentadas.

A García Román se le ocurrió la idea de que, en lugar de programar a compositores como Bach o Haendel, que había sido lo habitual en los últimos años, sería un buen detalle que académicos vivos compusiesen obras en recuerdo de los compañeros muertos.

Juan Alfonso García y Francisco González Pastor aceptaron con entusiasmo la idea y se pusieron a trabajar en las nuevas partituras.

La Orquesta Filarmónica de Málaga, por su parte, se ofreció a estrenar las obras de manera gratuita. Y el cabildo cedió la Catedral.

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