Éxito rotundo de 'Cavalleria Rusticana' en el Teatro Isabel la Católica
Crítica
La elección de la obra de Mascagni fue ideal para un espacio como el de Acera del Casino, inhábil para una verdadera temporada de ópera
El trabajo en el diseño y dirección de escena de Cobo fue de lo más destacado de la noche

El Coro de Ópera de Granada y Juventudes Musicales presentaron este fin de semana la puesta en escena de Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni, contando con la Orquesta Filarmonía Granada y con Andrés Juncos en la dirección musical. La presencia en el escenario de grandes voces, la inteligente y efectiva puesta en escena de Tete Cobo y su equipo, así como la calidad de la formación lírica que auspicia la producción son muestra inequívoca de que Granada es una ciudad lírica, no solo como amante del género, sino también por ser la cuna de grandes voces e iniciativas como ésta, que ha supuesto un rotundo éxito.
La elección de la obra de Mascagni fue el primer acierto, ya que se trata de una página breve del repertorio lírico fácil de adaptar a las limitaciones de un espacio como el Teatro Isabel la Católica, inhábil para producir una verdadera temporada de ópera. Se trata de una ópera en un acto, con una duración de poco más de una hora y que desde el principio mantiene la tensión argumental engarzando diversas escenas que contienen algunos de los números líricos y orquestales más populares del género. Exitosa desde su estreno en 1890, la obra de Mascagni volvió a la vida con fuerza y con unas altas cotas de calidad este fin de semana.
Entre todos los elementos destacados de la producción, es digno de elogio el ingenioso trabajo en el diseño y dirección de escena de Tete Cobo y su equipo, que con una economía de medios casi minimalista consiguió dinamizar la acción de la obra, que transcurre en un pueblo siciliano durante Pascua de Resurrección. Las veladuras colgantes sirven en varias escenas para sugerir espacios y situaciones temporales alternativas gracias al juego de sombras generado por medio del hábil uso de la luz. Por otra parte, las cajas de madera para transportar vino y la elegante y bien escogida utilería de los personajes estructuraron y dinamizaron muy bien la acción: sillas plegables, maletas, botellas de vino y otros enseres menores iban entrando y saliendo a escena en manos de los cantantes, y creaban el necesario espacio psicológico de la acción que la preclara mente de Ana Gallegos contribuyó a definir. También la caracterización de Javier Dereux y el diseño de vestuario de José A. Riazzo fueron importantes en la puesta en escena, situando la acción en la Italia de posguerra con gran efectismo.
Entrando más en profundidad en los aspectos musicales, la magnífica elección de las voces solistas es otro valor añadido a esta producción, encarnando las complejas relaciones de amor, pasión y odio de este quinteto costumbrista tan al uso en el repertorio lírico español e italiano. Turiddu, interpretado hábilmente por Enrique Ferrer, es a la vez hombre deseado, amante entregado, amado hijo y rival para cada uno de los otros cuatro personajes, y en torno a él se construye toda la acción de la obra. Sus intervenciones fueron siempre brillantes. Poderosa y llena de matices fue igualmente la voz de su rival, Damián del Castillo, que con su torrente vocal bien timbrado y su enorme capacidad expresiva llenó la escena en cada intervención desde su aria Il cavallo scalpita hasta la escena final del enfrentamiento en la taberna. Los roles femeninos estuvieron a la par en exactitud interpretativa y calidad vocal, si bien destacó por la importancia argumental de su personaje Santuzza la soprano argentina Virginia Tola, una gran voz con muchas tablas. Igualmente oportuna estuvo Mar Campo como Mamma Lucia, expresión misma de la resignación y el dolor y perfecta partenaire de todos los personajes. Por último, la soprano granadina Rocío Faus brilló en escena pese a la mayor brevedad de su papel, no solo por la lozanía y desparpajo con que interpretó a Lola, sino porque su voz se ha convertido en un potente instrumento lleno de riqueza y belleza.
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'Cavalleria Rusticana' de Pietro Mascagni
Coro de Ópera de Granada y Orquesta Filarmonía Granada
Solistas: Virginia Tola (Santuzza), Rocío Faus (Lola), Enrique Ferrer (Turiddu), Damián del Castillo (Alfio), Mar Campo (Lucía).
Coro de Ópera de Granada (Pablo Guerrero, director)
Coro Infantil de Juventudes Musicales de Granada (Ángel Estero, director).
Director de escena: Tete Cobo
Director musical: Andrés Juncos
Lugar: Teatro Isabel La Católica. Fecha: 20 de enero de 2023
Hubo todavía un sexto protagonista, que no es otro que el Coro de Ópera de Granada, una formación lírica nacida huérfana al haberse truncado el tan deseado proyecto de construir un teatro de ópera en nuestra ciudad. Por ese motivo precisamente, su presencia en nuestra vida cultural es un verdadero lujo, pues constituye la última esperanza viva de que algún día Granada consiga finalmente entrar en la lista de ciudades con ópera propia y así poder trabajar en sintonía con otros teatros tales como el Teatro de la Maestranza de Sevilla en el desarrollo y esplendor de la lírica española. Las voces del Coro de Ópera de Granada demuestran haber tenido muy buena escuela, pues tras su preparación técnica y asesoramiento estilístico se encuentran profesionales de la talla de Mª del Coral Morales, Francisco Crespo o Pablo Gálvez, todos ellos granadinos. Mascagni dio en su drama lírico una gran importancia al coro, que encarna a los parroquianos y vecinos de los protagonistas, presentes desde el inicio de la obra, en el momento de la procesión y misa de Pascua cantando el famoso Regina Coeli, o en la escena post-interludio del brindis, y sugerido en el fatídico desenlace. La formación, dúctil y de muy alta calidad vocal, desarrolló además una imprescindible labor escénica al crear con su hábil coreografía los espacios y ambientes de cada escena.
Por último, hay que destacar la gran labor de dirección de Andrés Juncos al frente de la Orquesta Filarmonía Granada, que desempeñó muy oportunamente la función de orquesta de foso y cuyo director dotó de gran dinamismo la interpretación de la partitura. Granada vivió de forma excepcional una noche en la ópera, dejando a todos los asistentes con un buen sabor de boca y con ganas de más.
El éxito rotundo de taquilla y público, y la buena acogida de la crítica, hacen evidentes la importante afición a la ópera existente en Granada y el rico sustrato musical que posee esta ciudad, poniendo de manifiesto el fatídico error que se cometió en el pasado al no dotar a esta capital cultural andaluza de un teatro de ópera propio. Desde entonces, la crisis económica y las continuas idas y venidas políticas han hecho imposible que el proyecto se retomara, y si hay algo que un político tiene bien aprendido es que la mejor justificación de un proyecto no cumplido es el olvido colectivo. Esperemos que el teatro de ópera de Granada no sea uno de esos olvidos sin remedio, y que algún día podamos tener nuestra propia temporada lírica.
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