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La pasión de Chavela Vargas por Federico García Lorca, consumada en su último recital, que dio en la Residencia de Estudiantes de Madrid antes de fallecer en 2012, llega al cine en forma de documental en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG). El amor por la obra del poeta andaluz ayudó a la cantautora costarricense a sobrevivir los últimos meses de su vida, afirmó ayer el mexicano Rubén Rojo Aura, director del documental El ruiseñor y la noche, que compite en el certamen cinematográfico.
Según Rojo, la cantante atravesó varios ciclos que pusieron en peligro su vida en los que se aferraba a cosas como el chamanismo, para sobrevivir, "sin embargo en esta última etapa de su vida no fue eso, sino que fue Lorca", dijo el realizador en una entrevista. El ruiseñor y la noche, que se exhibe en el FICG como parte de la sección oficial del Premio Mezcal, muestra a una Chavela Vargas de 93 años y en su último año de vida recitando de memoria los versos lorquianos, de los que era "profunda conocedora", afirmó.
Vargas solía contar que en 1993 vivió en la Residencia de Estudiantes, en la misma habitación en que lo hizo García Lorca, y allí recibía la visita de un pájaro en su ventana que para ella simbolizaba el alma del poeta. Desde entonces creció una admiración que perduró en el tiempo y la distancia y que fue el origen del último deseo de La dama del poncho rojo antes de su muerte: regresar a la residencia madrileña y cantarle a Lorca, lo que pudo cumplir en julio de 2012. "Fue el momento en el que más feliz fue, tengo la impresión que ella ya sabía que esa era su despedida", confesó Rojo. Más que una biografía, el mexicano, de penas 30 años, quiso mostrar en su largometraje "otra faceta de la cantante que poca gente conoce".
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