"Chet Baker me pidió algo para comer"
Stéphane Belmondo. Músico
El reputado artista rinde tributo al gran trompetista norteamericano en la segunda noche del programa central del XXXIV Festival Internacional de Jazz de Granada.
Stéphane Belmondo, el protagonista de la segunda noche del Festival de Jazz de Granada, es uno de los más reputados y respetados trompetistas del jazz europeo y referente absoluto del jazz francés. A lo largo de su carrera ha compartido escenarios y estudios de grabación con grandes nombres del jazz como Dee Dee Bridgewater, Yusef Lateef, Milton Nascimiento, Jacky Terrason, Tom Harrel o Gregory Porter. También con el inolvidable Chet Baker, a cuyo legado rinde tributo en su último trabajo, Love For Chet, un disco en el que recupera algunos de los temas inmortales del malogrado cantante y trompetista y que junto al contrabajista Thomas Bramerie y el guitarrista Jesse Van Ruller, con un formato por el que Baker sentía especial predilección, presenta esta noche en el Teatro Isabel la Católica. Nos ponemos al habla con él para charlar del jazz y de la vida, y sobre todo para conocer cómo fueron sus encuentros con tan grandes artistas.
-Viene usted a presentar 'Love for Chet', todo un flechazo de juventud y madurez ¿Cómo se conocieron usted y Chet Baker?
-Fue en 1986 a través del batería Vincent Senó, con quien habíamos grabado mi hermano y yo. Él tocaba también con Chet y le pasó una cinta nuestra. Un día en un club de París, durante el descanso, el portero del club me dijo que había un tipo extraño en la puerta preguntando por mí, y era él, con su sombrero, su caja de trompeta, una bolsa pequeña, el abrigo, la bufanda y unas sandalias. Después de preguntar, con mucha suavidad, casi en tono de disculpa, si tenía algo para que comiera, me dijo que había escuchado y oído algo en mí, que tenía mucho que sacar de dentro. Y en el siguiente pase se subió a tocar conmigo. Fue mi padre espiritual y después de aquella noche me invitó a hacer algunos conciertos en Europa.
-Usted ha hecho el camino inverso al de Chet Baker. Se fue de París a los Estados Unidos…
-Sí, he vivido 8 años en Nueva York para vivir en el mundo de jazz americano, que es más importante incluso que el de París. Viví muy hermosas experiencias, encuentros con grandes músicos, conciertos, festivales, clubes, giras, grabaciones... Y por supuesto Nueva York dejó una marca indeleble en mi música. Se necesitaría demasiado tiempo para detenerse en los detalles de este período.
-También es usted hijo de un profesor de música que enseñaba en el mismo lugar donde daba clases Michel Petrucciani. ¿Eso marca?
-Sí. De hecho, soy de una familia de origen italiano y mi padre, antes de ser un excelente profesor, es sobre todo un gran músico. Hace tres años grabamos un disco, el Sexteto de la Familia Belmondo, con mi padre Yvan, y mi hermano Lionel (saxofonista, flautista, clarinetista, compositor, arreglista). De mi padre Yvan Belmondo recibí casi todo lo que sé y he aprendido en la música. Michel Petrucciani enseñó en la escuela de mi papá, yo tenía 12 años cuando conocí a Michel y se convirtió muy rápidamente en mi segundo hermano mayor y un gran amigo, por supuesto. Él fue uno de los que marcó mi música y mi vida también. Con mi hermano Lionel y mi hermano Michel, pasamos días y noches enteras tocando, discutiendo las cosas de la vida, de la filosofía, del amor… Le debo mucho a Michel, por ejemplo mi forma de ver la vida de hoy, y sobre todo la forma de tocar e improvisar música de jazz de forma natural. ¡Gracias Michel!
-Quería preguntarle también por dos nombres importantes en su trabajo, y también en Granada: Dee Dee Bridgewater, que este verano ofreció un concierto espectacular en Jazz en la Costa es el primero de esos nombres.
-De hecho, he tenido el honor de trabajar cuatro años con Dee Dee en todo el mundo. Este período ha sido muy gratificante para mí profesionalmente. Dee Dee es una cantante extremadamente precisa y exigente. Hemos tocado mucho en el tiempo, y no tuvimos ningún margen para el error. He aprendido mucho junto a esta gran dama del jazz.
-Y otro nombre es el de Jacky Terrason, que dio en Granada uno de los conciertos más hermosos de su historia…
-¿Qué pasa con Jacky? Apenas comenzamos a tocar nos conocimos, hace casi 30 años, nos encontramos de nuevo para apoyar a todos los cantantes, lo que nos proporcionó un extraordinario sentido de la escucha mutua. Jacky y yo tocamos, grabamos, escuchamos historias… hemos vivido días y noches maravillosas. Desde hace tiempo Jacky es mi bro (hermano) del corazón, la música y la vida: compartimos la música por supuesto, pero también la pasión de la vida, artes culinarias, grandes vinos... Todos los bellos placeres de la vida.
-Placeres de la vida… ¿Cuál es el mayor?
-Hoy, mi mayor alegría es llegar a las personas que vienen a escuchar mi música o que compran mis discos. Cualquiera que sea el proyecto, independientemente del estilo, trato de transmitir un mensaje universal de amor, para dar placer a través de mi música, con la motivación para mantener siempre el deseo, el placer, el deseo de jugar. Es este gusto infinito por tocar y dar al público lo que me resulta más caro, ¡mi corazón!
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