Cine Madrigal: el corazón de Granada vuelve a llenarse de espectadores
Juan Torres da las claves de un éxito inesperado: el avance hacia la era digital del Cine Madrigal
“Prefería perder un brazo y seguir, a perderlo todo”, confiesa
La estruendosa manera en que llegó el cine al país en medio de una agitada celebración de la Festividad de San Isidro en Madrid, con bailes populares, corridas de toros y verbenas, resulta muy diferente a la silenciosa forma de modernizarse que ha tenido el Cine Madrigal 126 años después de aquel acontecimiento. Está presente desde hace más de 60 años en el corazón de Granada y de muchos espectadores fanáticos del cine tradicional. Es indudablemente un espacio exclusivo para la cultura de aquellos que disfrutan de este cine fuera de lo comercial.
Ofreciendo una taquilla diferente, el Cine Madrigal sigue aportando valor a la cultura cinematográfica granadina, afianzando así los espectadores que a través de los años han ido a la sala a disfrutar de películas internacionales que contienen un significado más allá de lo común y comercial. Juan Torres, el propietario del Cine Madrigal, describe este cine como aquel “que te cuenta historias diferentes con directores que buscan romper con el cine común y aportar otro punto de vista”.
El Madrigal ha tenido un gran reconocimiento en los últimos años, ya que se conocía como el último cine de España con el sistema de proyección exclusivamente en 35 mm, “un formato de calidez donde yace la auténtica magia del cine, de la imagen fija que va repitiendo esos instantes hasta que se produce el movimiento. Eso en digital no se ve, no se conoce y es inapreciable”.
Torres describe el complejo proceso de proyectar películas en formato 35 mm desde antes de los 80, cuando aún se usaban dos carbones que producían una luminosidad intensa por donde pasaba el negativo, que en ese entonces era inflamable y bastante peligroso para proyectar la imagen: “La tecnología incorpora luego la lámpara de xenón que produce una luminosidad bestial, se cambian las linternas y se mantiene el crono, es decir la mecánica por la que pasa el negativo y se produce un cambio en la luminosidad de proyección. Al incorporar la linterna de proyección se produce una luz continua y no hay que cambiar los carbones durante la película”.
Aquí el Cine Madrigal empieza a experimentar sus primeros pasos hacia la era tecnológica en cuanto a proyección de películas se refiere. Este cambio fue una mejora necesaria, ya que los negativos que se producirían desde entonces serían ignífugos y la forma de dar luz al mismo sería también más cómoda y automatizada.
Hoy, con su transformación digital, el Cine Madrigal abandona la película como formato principal de proyección para dar paso a los archivos digitales y proyectar nuevos productos audiovisuales. “La digitalización siempre ha tenido ciertas ventajas interesantes, el 35 mm es más difícil a la hora de incluir la banda sonora del doblaje. Con el digital es muy cómodo, la proyección es automática y no tienes que pararte a enfocar mirando cuál es la mejor imagen que pueda tener una película y, por tanto, facilita la labor y mejora la oferta cinematográfica que pueda ofrecer el Madrigal”, explica Torres.
Su propósito es que Granada pueda ver el máximo de películas posibles y que la oferta para el espectador, dentro de que el Madrigal tiene solo una sala, pueda recuperar mucho más producto del que tenía anteriormente. Da como ejemplo el documental de Joaquín Sabina, Sintiéndolo mucho, que ha estado en la cartelera del Cine Madrigal pero era una pieza que “podría haberse quedado por el camino". Esto demuestra que se “están proyectando cada vez más películas que antes no se podían ver en el cine”. Hace también referencia a la película francesa Fire of Love que también ha estado en la cartelera tanto en versión doblada como en V.O., algo difícil de conseguir cuando se proyectaba con el antiguo formato.
A pesar del adiós del famoso taca-taca de las películas en 35 mm, el Madrigal vuelve a llenar su sala con capacidad para casi 600 espectadores. Tras su paso hacia la era digital ha llegado a conseguir cifras prepandémicas: “Es la razón que hizo que el Madrigal sobreviviera, debido a la pandemia y el coste del 35 mm estaba condenado a morir, no había público y era necesario cambiar a este formato para poder seguir adelante”. Por ello afirma de manera metafórica que “prefería perder un brazo y seguir, a perderlo todo”.
El Cine Madrigal despidió la proyección fotoquímica en el mes de agosto de este año con la película Promesas en París: “Hubo mucha nostalgia, fue una gran pérdida porque éramos el único cine que proyectaba en ese formato”.
La realidad es que el Cine Madrigal depende de su público fiel para mantener viva su sala. El profesor e historiador Antonio Segovia, organizador del Cineforum Cinestesia, describe al cine como “el gran teatro de los sueños” y defiende que se le debe tener un gran reconocimiento al Cine Madrigal por su perseverancia y valentía al conservar los valores del cine tradicional de autor: “Es un lugar de culto aquí en Granada, tiene mucho valor porque ha resistido en el paso del tiempo, conserva la misma estructura y enfoque que el de un cine que comenzó en los años 60 y que resistió también a la llegada del cine digital. Es una prueba de que los valores culturales se pueden conservar y luchar contra la modernidad”. Además, comenta cómo este lugar se ha mantenido presente en su vida y en sus recuerdos más preciados, siendo un espacio que le ha acompañado a lo largo de su vida y de las personas que han sido parte de ella. Es una prueba de que los espacios que perviven de forma natural y genuina son importantes para la memoria y para la vida cotidiana de las personas.
También la generación de jóvenes muestra un gran interés por el cine tradicional, como es el caso de la estudiante de Ciencias Políticas Ananda Manjón, que considera este espacio como un “centro cultural” y pone en valor el mérito de ir al cine como una actividad colectiva: “Es un espacio que ha conservado el cine de autor, presenta una cartelera muy variada y fuera de lo comercial, muy apegado a lo cultural y que abarca todo tipo de películas. Ahora se individualiza mucho más el cine, se pierde el hecho de ir en grupo, comentar la película, ir a comer unas tapas, mientras que con Netflix solo miras tu película en casa y no hay más allá”.
Diego Caballero, también estudiante de Ciencias Políticas, muestra su punto de vista con respecto al cine de 35 mm: “Me parece que ya es una cosa que no merece la pena con toda la tecnología que hay, creo que es mucho más práctico y útil utilizar los proyectores digitales, porque fallan menos. El cine, ya sea digital o analógico, tiene su esencia en compartir y expresar ideas, en su programación y qué se puede sacar de ella”. Describe al Madrigal como un sitio muy tranquilo que no solo está rompiendo con lo que es el cine comercial, sino que también tiene precios bastante más asequibles durante la semana y valora que “traen películas en versión original o comedias francesas que nunca se van a encontrar en Kinépolis ni en streaming. Es un espacio que hay que cuidar en la ciudad”.
El Cine Madrigal resiste como un espacio de gran interés sociocultural para el público granadino de todas las edades. Abre la mente y acaba con el letargo de encerrarse en casa con las nuevas plataformas que suministran dosis cada vez más veloces y en cantidades industriales una programación extremadamente comercial y con un medio de proyección totalmente individualista.
El cine como una forma de ver, pensar y compartir ideas. Un camino para dejar volar la mente y entender el mundo audiovisual como un medio de expresión y conciencia
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