Una OCG con esencia francesa
Crítica concierto
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Orquesta Ciudad de Granada
Programa: Gabriel Fauré, Pavana en Fa sostenido menor op. 50; Claude Debussy, Suite para violonchelo y orquesta; Georges Bizet, Sinfonía núm. 1 en Do mayor. Solista: Kathleen Balfe (violonchelo). Director: Joseph Swensen. Fecha y lugar: Auditorio Manuel de Falla, 29 de octubre de 2021.
Joseph Swensen, uno de los directores invitados que más veces ha visitado nuestra ciudad, vuelve a encontrarse con la Orquesta Ciudad de Granada en un concierto con esencia francesa. La química y perfecta comunicación existente entre el director y la formación orquestal se hicieron evidentes en un concierto emotivo y plagado de grandes momentos, entre los que destacamos el estreno en España de la Suite para violonchelo y orquesta de Claude Debussy a cargo de la violonchelista de nuestra orquesta Kathleen Balfe.
La primera obra del programa fue la Pavana op. 50 de Gabriel Fauré, una de esas joyas sutiles de la música cuya simple audición es capaz de conectar con las fibras sensibles más internas del ser humano. Esta breve página es, sin embargo, un bello juego compositivo, pues explora la capacidad expresiva de las distintas secciones orquestales, particularmente flautas, oboes y violonchelos, y las fusiona oportunamente con las voces del coro. Joseph Swensen, buen conocedor del buen instrumento que tenía frente a él, articuló una versión contenida y emotiva de la partitura, situando al Coro de la OCG en los palcos superiores del Auditorio Manuel de Falla y consiguiendo, de este modo, un sonido etéreo y envolvente muy a propósito para la obra. Mención especial merece la calidad y precisión del coro de nuestra orquesta, preparado por Héctor Eliel Márquez, que destaca por la belleza de sus timbres bien empastados y la exactitud en dinámicas y dicción.
Sin duda, el momento estrella de la noche fue la interpretación de la Suite para violonchelo y orquesta de Claude Debussy. La violonchelista solista de nuestra orquesta Kathleen Balfe subió al podio para ofrecer una versión técnicamente perfecta e interpretativamente sentida de esta obra de juventud del padre del impresionismo. Deudora todavía del romanticismo decimonónico, la partitura se articula en un preludio y cuatro partes de aires danzables; el trabajo de recopilación y orquestación se debe a Sally Beamish, que recreó la suite a partir de versiones para piano y piezas de juventud de la época, pues la versión original se había perdido. La interpretación llevada a cabo por Kathleen Balfe y la OCG, bajo la dirección de Swensen, se caracterizó por un perfecto balance y unas dinámicas muy apropiadas al carácter evocador de cada movimiento: Prélude, Réverie, Scherzo, Nocturne y Danse bohémienne. Con una pulsación precisa, unos movimientos de arco equilibrados y de gran desarrollo, y un virtuosismo al chelo de gran maestría, Kathleen Balfe embelesó al público con la interpretación de esta página, muy en el espíritu del compositor. La prolongada ovación que recibió del público asistente la persuadió para ofrecer fuera de programa un delicioso arreglo propio del Capriccio núm. 8 de Dall’Abaco.
Como tercera obra del programa se interpretó una espléndida versión de la Sinfonía núm. 1 en Do mayor de Georges Bizet, una página deudora en su estructura de los modelos clásicos, pero de una riqueza melódica muy característica del autor. El equilibrio de sus movimientos y la variedad de motivos y ritmos desplegados en sus cuatro movimientos hacen de esta sinfonía una partitura prácticamente perfecta, de carácter animado y sutiles referencias rítmicas. Joseph Swensen se mostró animado y dinámico en los tempi, definiendo entre las distintas secciones tímbricas los diferentes elementos melódicos. De este modo, entretejió con la cuidada mirada de un maestro cada elemento motívico, destacando particularmente los primeros violines y la sección de vientos de la orquesta, siempre oportuna y técnicamente perfecta en sus intervenciones.
El resultado fue un discurso dinámico y coherente que sonó de forma espectacular en manos de un instrumento tan bien calibrado como es la OCG, que contribuyó a cerrar el concierto con un magnífico sabor de boca, y recordándonos lo afortunados que somos de tener una orquesta como la OCG, de alta calidad y enorme ductilidad, en nuestra ciudad.
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