Crónica de un fracaso múltiple

'Los niños salvajes', historia sobre la incomunicación entre adultos y adolescentes que triunfó en Málaga.
'Los niños salvajes', historia sobre la incomunicación entre adultos y adolescentes que triunfó en Málaga.

Drama, España, 2012, 100 min. Dirección: Patricia Ferreira. Guion: P. F. y Virginia Yagüe. Fotografía: Sergi Gallardo. Música: Pablo Cervantes. Intérpretes: Marina Comas, Àlex Monner, Albert Baró, Aina Clotet, Ana Fernández, Eduardo Velasco, Marc Rodríguez, Israel Frías, Julia Ibarz, Elen Kun, Xavier Ripoll, Emma Vilarasau. Cines: Serrallo Plaza.

En la estela de otros títulos recientes como 7 Vírgenes, Cobardes, Blog, Cruzando el límite o Verbo, Los niños salvajes aspira al retrato o la crónica del sentir, la experiencia o el desconcierto adolescente (sic), confirmando de paso varios síntomas de un fracaso múltiple, tanto de los modelos de producción y comercialización, como de los moldes estéticos, temáticos e ideológicos del último cine español.

Por un lado, la cinta que dirige Patricia Ferreira (Sé quién eres, El alquimista impaciente, Para que no me olvides) busca a toda costa superar cierto complejo paternalista o adulto en su mirada al mundo adolescente (conflictivo) con un estilo suelto y fragmentario que no deja de ser otro cliché más sobre el cine y la cultura juvenil: la cámara inquieta, la banda sonora a ritmo de rap y una narrativa elíptica y no lineal parecen intentos de sacudirse el polvo del academicismo y ponerse a la altura de sus personajes o de su público potencial.

Por otro, puede detectarse también la labor de investigación de campo a la hora de dotar de cierta complejidad a los mecanismos y frentes que generan el conflicto, el desapego o la inadaptación de cierto tipo de chavales. Sin embargo, todo ello queda reducido al guión de siempre, a unos molestos estereotipos del niño solipsista y cabreado, el padre ausente y autoritario, la madre blanda y complaciente o el profesorado progre o desquiciado, junto con esa forzada voluntad de meter temas de actualidad vengan o no vengan al caso, desde la píldora del día después a la violencia en las aulas.

Más preocupante resulta el asunto del déficit de realismo, sobre todo teniendo en cuenta que la cinta juega todas sus bazas a la credibilidad dentro de este registro. Fruto de un penoso doblaje al castellano para saltar la barrera comercial del rechazo al catalán, la copia que hemos visto de Los niños salvajes juega siempre en su contra anulando matices de habla, ritmo, respiración y argot para crear un indeseado efecto rechazo que revela aún más la torpeza radiofónica y sentenciosa de sus diálogos y las dificultades del elenco por conciliar un tono que unifique la convivencia entre jóvenes y adultos, entre actores novatos y veteranos profesionales.

Sobre todo esto, Los niños salvajes es cine de falsa, peligrosa, ensordecedora y, por tanto, inerte alarma social, cine que busca alertarnos sobre el peligro de la incomunicación entre adultos y adolescentes, sobre el peligro de no saber escuchar a los hijos y a los alumnos, sobre el peligro que acecha incluso detrás de un sistema educativo que pone medios para paliar las desigualdades.

Hay quien se ha atrevido a compararla con Elephant de Gus Van Sant. Hemos debido ver películas distintas. Ahí donde la primera trabaja y libera sus formas en busca de una plástica de la incertidumbre frente al horror de la tragedia, la otra incide en clichés gritones y vaciados de contenido y eficacia. A su conclusión, nada conozco realmente de estos tres chavales rebeldes y a la deriva, casi nada me importa de sus vidas de ficción. Me son tan indiferentes como sus padres y sus maestros de manual, como sus músicas a todo volumen y sus carreras nocturnas por centros comerciales y descampados. El cine vuelve a darse de bruces con el desencuentro entre las buenas intenciones y el mensaje y las limitaciones de un modelo y una mirada incapaces de atravesar con vida propia el muro que separa la complejidad de lo real de las convenciones de la ficción.

Un último y no menos preocupante síntoma de fracaso es que esta película haya sido la gran ganadora del último Festival de Cine Español de Málaga.

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