El origen de la Cruz de Mayo: entre lo divino y lo profano
Novedad editorial
El investigador Juan José Ruiz Montijano publica en Almuzara su último estudio de la historia local, en este caso sobre la festividad del 3 de mayo
Granada/"El Día de la Cruz en Granada es sin duda uno de los días más esperados del año. La ciudad se llena de alegría, belleza, amor y primavera (a pesar de que en ocasiones la climatología no acompañe)". El investigador Juan José Montijano Ruiz es uno de los mayores especialistas en las tradiciones locales. Con numerosos libros publicados sobre cuestiones como la Tarasca y el Corpus Christi, ahora aborda en Almuzara una de las fiestas locales que cuentan con más predicamento entre la ciudadanía granadina. Ha costado que el Gobierno local lo vea así y lo vuelva a instaurar como festividad en el calendario de la ciudad. En tiempos recientes, ha pasado por numerosos altibajos, desde las "Cruces del Botellón" a las "Cruces de la Ley Seca" en las que prácticamente desaparecieron. Pero la historia de esta celebración es "una montaña rusa de constantes altibajos" según Montijano Ruiz. Así lo recoge en su libro, La Cruz de Mayo en Granada, que repasa la historia y se remonta también a los orígenes paganos y religiosos de una fiesta ligada a la primavera y a "la Invención de la Cruz", fijada para el 3 de mayo.
Los orígenes
"El calendario de celebraciones que acaecen a lo largo del año en la ciudad de Granada, posee marcado carácter ceremonial en el que participan por igual la institución religiosa y la civil", explica el investigador, que señala como ejemplo fiestas como la del Patrón Cecilio, la Semana Santa o el Corpus. "Precisamente, una de las fiestas del calendario tradicional granadino que hundía sus raíces en motivaciones religiosas y que hoy en día ha devenido en una celebración totalmente alejada del ritual litúrgico es, qué duda cabe, la del populoso Día de la Cruz el 3 de mayo".
"La fiesta litúrgica de la Invención de la Santa Cruz el 3 de mayo se ha venido celebrando desde, al menos, el siglo VII, en que fuese fijada por el Fuero juzgo según la tradición cristiana y conmemoraba el supuesto hallazgo de la cruz de Jesucristo por parte de la madre del emperador Constantino, santa Elena", relata el filólogo e historiador. "La fiesta de la Invención de la Santa Cruz fue suprimida del calendario litúrgico con la reforma llevada a cabo por Juan XXIII en 1960, unificándola junto a la del 14 de septiembre, la Exaltación de la Santa Cruz". En esa celebración se conmemoraba la restitución para la cristiandad de la cruz por el emperador Heraclio que, según la tradición, la subió a cuestas desde la puerta de Jerusalén hasta el Monte Calvario el 14 de septiembre de 629.
Antecedentes paganos
Las vicisitudes comenzaron pronto: "Ambas celebraciones religiosas, tanto la de la Invención como la de la Exaltación, tuvieron altibajos a lo largo de la historia, puesto que una se superpuso a la otra, lo que llevó a la iglesia católica a unificarlas en una, el 14 de septiembre, en 1960". "La fiesta de las cruces, al carecer hoy en día de respaldo religioso, se ha conformado en torno a la celebración de un ritual de advenimiento de la primavera que claramente entronca con los antecedentes paganos de la fiesta obviando su génesis religiosa", explica Montijano.
Así quedó la celebración del 3 de mayo, mes de la primavera por antonomasia. Mes de las flores, de la Virgen María, mes en que dan inicio buena parte de las celebraciones festivas andaluzas como las romerías, ferias... o las cruces. "Relacionado con los diversos rituales llevados a cabo en mayo, José María Blanco White afirmaba que, encontrándose en Cambridge, pudo escuchar cómo unos niños vestían a la denominada "señora de Mayo" y la colocaban encima de una mesa con carácter petitorio, convirtiendo a aquélla en un claro reflejo de la Virgen María", señala Montijano en sus estudios.
"A este respecto cabe añadir que, en España, se continúa celebrando la fiesta de "las mayas", en las que se elige a una bella muchacha de la localidad para ser la reina de aquélla. En ella, casi siempre una niña o joven del lugar, ataviada con una corona u otros adornos con flores, se sienta en altares improvisados o canta y danza por las calles pidiendo propinas durante las fiestas populares que tienen lugar usualmente a principios del mes de mayo, de ahí quizás la célebre petición del chavico que tan popular se hizo entre la chiquillería granadina", explica el filólogo.
También relacionado con la festividad del quinto mes del año se encuentra el levantamiento de peleles o monigotes, antiguamente conocidos como Juás o Judas o también el "mayo" y que, en las últimas décadas ha sido agraciado con el nombre de alguna relevante personalidad de la actualidad. "Al parecer, dos palos cruciformes se erigían como esqueleto del mismo, al que vestían con alpargatas o zapatillas, cubrían con un mono o ropa vieja remendada, chaquetas de pana, camisas en desuso y lo rellenaban de paja, ramas y hojarasca", detalla Montijano, quien informa que "en unas localidades solían quemarlo el mismo día 3, en otras el 31 de mayo si coincidía en domingo y, si no, el primer domingo de junio e incluso el Domingo de Resurrección o primero de Pascua".
"Domínguez Ortiz matizaba, además, que la festividad de las cruces de mayo era una festividad "más que cristiana, cristianizada, muy ligada en su origen a los ritos agrarios de la primavera", denotando al respecto que la primera celebración de la misma pudo acaecer en la Málaga del siglo XVI, cuando el mercedario fray Alonso de Ribera, adornó una cruz que los Reyes Católicos habían edificado junto a una ermita cuando ganaron la ciudad para la cristiandad, lo que posiblemente pudiera ser "el origen de la devoción de adornar las cruces", cuenta Montijano Ruiz, quien establece el paralelismo entre las dos fuentes: "Lo mismo que los "mayos" eran el símbolo de renovación hacia la nueva vida que suponía la primavera, la cruz era para los cristianos el símbolo de la Resurrección y la Vida, del triunfo sobre la muerte que encarnaba el invierno, de ahí la explosión de luz, alegría, color y esperanza del quinto mes del año y de los distintos rituales que lo pueblan".
Además de sus orígenes, el investigador repasa en su libro toda la escenografía que acompaña a esas cruces, así como la gastronomía o la música entre otras cuestiones desde que se han empezado a encontrar referencias: primero en anales de historia y luego en los diferentes diarios locales, donde han quedado recogidos también todos esos "altibajos" sufridos por la festividad "en función del estado de las arcas municipales o las circunstancias políticas y sociales". Un completo repaso que responderá a todas las preguntas que puedan surgir en torno a una de las fiestas más singulares de Granada.
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