"Los andaluces no somos los graciosos, las limpiadoras y los operarios de obra de España"
Entrevista Curro Morales | Miembro de Califato 3/4
La folclórica banda estrena hoy el videoclip de 'Tó ba a çalîh bien mamá', rodado en una cueva escondida del Sacromonte, y actuará el próximo 18 de mayo bajo el formato de dj set en Granada
Granada/Mezclar marchas de Semana Santa, rap, electrónica y la banda sonora de Morricone en una canción es posible. También llevarlo a un videoclip con una estética salida de la película La vida de Brian mientras se resume en unas pocas líneas la plural identidad andaluza: "Ella es cristiana, mora y judía. Mi madre está to’ el día rezando. Su nombre es Andalucía". Lo ha hecho Califato ¾ en Çambra der huevê çanto, una de sus temas más pintones del nuevo disco. El grupo está triunfando allá por donde pasa (incluso le pusieron música al célebre anuncio de la Cruzcampo). La folclórica banda estrena justo este miércoles el videoclip de Tó ba a çalîh bien mamá, rodado en una cueva escondida del Sacromonte hace un mes, y actuará el 18 de mayo bajo el formato de dj set en Granada. Antes, uno de los miembros de la pandilla, Curro Morales (Lahiguera, Jaén, 1980), alias S Curro, atiende al teléfono de muy buen humor. "Para grabar el disco de Veneno se juntaron en un estudio dos días y se comieron un tripi. Esas historias nos han marcado. Hemos aprendido mucho. El primer disco al principio no iba a ser un disco. Quedamos para pasarlo bien y seguir la estela de esas bandas. A la hora de crear hay que ser bastante puro y hacerlo influido por las ganas de crear y pasártelo bien", cuenta el músico, uno de los fundadores del colectivo Breaking Bass, que compagina el punk-metal (con Narco) con géneros electrónicos del rap como el grime.
-El grupo está formado por sevillanos, malagueños y jienenses. Vuestra idea de Andalucía irá más allá de la histórica división entre la oriental y la occidental. ¿Qué es para ustedes ser andaluz?
-Ser andaluz es un estado mental, una forma de ser. Nos ha condicionado mucho la historia y las condiciones físicas del territorio. La mezcla cultural ha condicionado esa forma de entender la vida tan diferente aquí. Aún con sus variedades y sus diferencias entre los diferentes territorios de Andalucía, tienen unas notas en común. Aunque cualquier andaluz se vaya a vivir a Noruega o a otra parte siempre tiene eso ahí: esa forma de ser más abierta, de vivir la vida de la calle, la forma de relacionarse con las demás personas.
-De alguna manera representan lo opuesto al discurso oficial, a Canal Sur, al señorito a caballo.
-Esa realidad existe en Andalucía. Aquí ha existido el señoritismo y ese tipo de personajes, pero no representa al grueso de la población ni muchísimo menos. Que la gente fuera se forma una imagen en base a un pequeño porcentaje de la población que es de esta manera es algo erróneo. La mayoría de la gente no es así en Andalucía. Cualquier que venga o viva aquí un tiempo lo podrá comprobar. Gracias a dios la imagen de la Andalucía de los años 50 está desapareciendo, o se está transformando en otras cosas que tampoco son buenas. El que tenga esa imagen aún que se lo mire.
-¿Cuál es el estereotipo asociado al sur que más os molesta?
-Da mucho coraje el estereotipo de los graciosos sin gracia. Aquí la gente tiene mucho arte porque está todo el día sociabilizando y no está metido en casa. Eso hace que tú sepas desenvolverte con las personas, el estar todo el día en la calle por el clima y nuestras costumbres. Los andaluces no somos los graciosos, las limpiadoras y los operarios de obra de España. En Andalucía hay muchas personas talentosas que no son precisamente los graciosos de turno. A nosotros nos dan igual. Estamos aquí para combatir los estereotipos.
-La pandemia ha invertido el discurso. Ahora se critica a los madrileños mucho más que a los andaluces. Se habla de madrileñofobia, pero de alguna manera todos hemos sufrido no vivir en la capital y no tener acceso a tantos recursos o ser el centro del poder. ¿Dejaremos de ser algún día el hermano pobre y excluido de las autonomías?
-Eso tiene que pasar por un proceso de que todos se empoderen y sean conscientes de lo bonito que es ser andaluz y no se avergüencen y se conviertan en sujetos políticos de su propia historia. Mientras están decidiendo en Madrid por nosotros, cuando cualquier territorio del estado español tiene una representación en Madrid, y nosotros que somos el territorio con más población, no tengamos una representación allí que defienda nuestros intereses. Hasta que no cambien esas cosas es difícil que se subvierta ese orden. Somos la playa de España y de Europa. Para cambiar eso, ese papel asignado, hay que convertirse en sujeto político. La gente tendrá primero que concienciarse, dejar de avergonzarse de ser andaluz y tomar las riendas de su futuro.
-La Semana Santa está íntimamente relacionada con vuestra imagen y sonido. Muchos reniegan de ella, pero luego les gusta su estética, su música o la capacidad que tiene de reunir a tanta gente en la calle. ¿Pura hipocresía?
-Yo he rechazado la Semana Santa en una época de mi vida porque también tiene cosas que no nos gustan. Ha habido una clase que se ha apropiado de ella cuando la Semana Santa tiene un origen bastante popular. Ha habido un proceso de apropiación e identificación de ésta con unos grupos sociales que no se correspondía con su origen original. La Semana Santa, independientemente de que uno sea creyente o no, es un hecho cultural que hemos vivido todos. Yo lo he mamado desde pequeño. Me he criado con esa música, esas procesiones, ese ambiente. A mí no me pueden decir que eso no es tan mío como de cualquier otro. Porque forma parte de mi bagaje, mi vida y mi cultura. Lo asumimos como algo que forma parte de nuestra historia personal.
-C. Tangana también utiliza ahora marchas de Semana Santa en sus temas. Lo popular está de moda.
-Eso es consecuencia del trabajo que se está haciendo y de que hayamos puesto en valor algo que estaba desvirtuado y se consideraba rancio. El hecho de que mucha gente esté trabajando en subvertir eso tiene esas consecuencias. Los artistas del mainstream siempre se han fijado y han cogido ideas del underground porque así funciona la industria musical y el arte en general. Se trata de un síntoma de que la cosa va por el buen camino.
-Muchos llevan cadenita, escuchan a Camela y dicen presumir de orgullo de barrio. Pero también se idealiza la pobreza y el lumpen. ¿Hay más de postura que de impostura?
-Bueno, cuando algo se pone de moda siempre están ahí las dos cosas. Siempre va a haber gente que lo lleve haciendo tiempo y que sea su realidad; y habrá gente que se acerque a eso por una cuestión estética. Eso no tiene que hacer que la gente que siente eso deje de llevarlo por bandera. Cuando lo haces de verdad porque lo vives y lo sientes, el que haya gente que se acerque por moda no te tiene que influir. Que cada palo aguante su vela (ríe).
-En el programa de Broncano dijeron que no tenían nada que perder. ¿Os dan los ingresos para vivir de esto?
-Yo te puedo hablar de mí. Llevo unos once años dedicándome sólo a la música. Yo soy un mileurista. Hay meses que gano más, otros menos. La música me da para vivir, pero no me enriquezco. Como puede vivir cualquier persona que curra 40 horas a la semana y que no ha pegado ningún pelotazo. Soy una especie en extinción que es la clase media, media baja, de la música. Se está polarizando tanto en los últimos años y es debido a la digitalización de la música (las plataformas). O hay aficionados o hay gente que gana mucho dinero. Esa especie de clase media, que gana entre 800 y 3.000 euros al mes, está desapareciendo porque la industria no le da tregua. Se está creando una desigualdad muy grande.
-¿La pandemia ha puesto al descubierto esto que cuenta?
-La pandemia ha agudizado esto. Si ya estábamos en una nivel de precariedad alto, imagínate ahora. Los músicos o son autónomos o están contratados mal. Se han encontrado con una desprotección total cuando ha llegado la crisis sanitaria, y encima sin ayudas. Lo han pasado muy mal. La gente que estaba medio sobreviviendo se ha tenido que buscar otro trabajo. La pandemia ha puesto al descubierto esta situación de precariedad.
-Vuestra música bebe de muchas fuentes: el rap, la música electrónica, el flamenco, la Semana Santa, el reguetón. ¿Se ponen algún límite?
-No nos ponemos ningún límite. Tenemos nuestra forma de trabajo desarrollada. Lo que sale es lo que sale. A lo mejor el próximo disco tira para otro lado. Todo depende mucho del momento. La idea la sacamos en tres o cuatro días y nos vamos a concentrarnos a un sitio. Depende de nuestro estado de ánimo, de cómo nos sintamos o de lo que escuchemos en ese instante. Nos llevamos ideas que las vamos apuntando.
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