Eduardo Cortés, un músico catalán con raíces granadinas
Junto a Edith Salazar compuso la música del 'Poeta en Nueva York' de Rafael Amargo Considera a Paco de Lucía como "el mejor músico español de la historia"

Eduardo Cortés (Barcelona, 1980) está en Granada por amistad y por trabajo. El guitarrista forma parte del equipo de Poeta en Nueva York, el espectáculo de Rafael Amargo. Hace ya 13 años que se embarcó con el de Valderrubio en esta aventura, pero en su mente todavía está fresco el momento en el que comenzó todo. "Rafael me llamó y me dijo que tenía la idea de un espectáculo dedicado a Lorca", recuerda. Amargo le invitó a su casa y le entregó el primer guión del espectáculo. Con ellos estaba Edith Salazar quien, junto a Cortés se encargaría de poner música a la adaptación de Poeta en Nueva York.
El catalán tiene en gran estima a ambos artistas, ya que "cogieron a un chaval y le dieron una oportunidad". Cortés tenía en esa época poco más de 20 años y el trabajo con Amargo supuso un empujón a su carrera. "Era un niño y me siento bastante orgulloso de mi trabajo", asegura Cortés, quien siempre piensa en retocar algo de sus composiciones cuando las escucha tiempo después, pero Poeta en Nueva York es la excepción. Varios años después sigue contento con lo que hizo. "La oigo y me gusta todo", dice orgulloso el músico.
Pese a ese orgullo, el trabajo de creación no le fue fácil. El Omega de Morente le venía siempre a la cabeza cuando componía, "era muy difícil no coger el poema -La aurora- y no irte a esa melodía" señala Cortés mientras suelta algunos acordes y canta los versos de la adaptación de Enrique. Precisamente por eso le dio mucha alegría "superar ese bache", poder crear algo propio, sin relación con el cantaor.
A Cortés, el amor por el flamenco le viene de lejos. Aunque catalán de nacimiento, sus padres son andaluces y desde pequeño recuerda que en su casa se escuchaba a las grandes voces del flamenco, por ejemplo, Paco de Lucía. Él ya conocía al de Algeciras por los discos que ponía su padre, pero con 11 años tuvo la oportunidad de verlo actuar en el Palau de la Música. "Ver a Paco de Lucía en directo me cambió la vida", asevera Cortés, quien además tuvo la oportunidad de conocerlo personalmente en el camerino.
Aquel encuentro dejó marcado a un joven Eduardo Cortés, quien lo considera el "mejor músico español de la historia", es por eso que ahora, con la muerte del maestro, no sabe "por donde tirar, qué camino coger", dice el guitarrista, a la vez que la alegría y la calidez de su voz desaparecen para dejar paso a un tono más lúgubre.
El barcelonés establece una curiosa comparación entre el Paco de Lucía y Rafael Amargo. Ambos han dado la vuelta al mundo, pero siempre con su tierra en el corazón. Así, el primero siempre decía que era de Algeciras, allá donde fuese, mientras que el segundo hace lo propio con Valderrubio. Para Eduardo Cortés, las raíces son muy importantes, por eso cree que Amargo se merece, "no uno, sino dos" Generalifes para él solo, por llevar a Granada por todo el mundo.
Cortés también aplica el valor de las raíces a su tierra, por lo que no ve extraño que el flamenco tenga tanta importancia allí. "Cataluña está lleno de inmigrantes. Hay más granadinos que aquí", sentencia. Son esos inmigrantes los que, por añoranza, siguen cultivando el flamenco y manteniéndolo vivo. Es por eso que de esta comunidad han surgido, según el guitarrista, artistas como Montse Cortés, Miguel Poveda o Maite Martín, sin contar con las nuevas generaciones como Justo Fernández, 'El Tuto', un niño que "toca la guitarra como un genio".
Precisamente, las raíces y Cataluña fueron fundamentales para que comenzase en el mundo del flamenco. Su madre, La Tani, regenta una escuela de flamenco. Viéndola trabajar y tratando de imitar lo que veía fue metiéndose, poco a poco, en este tipo de música. Con 8 años su padre le regaló su primera guitarra, se la había comprado a un gitano que pasaba por un mal momento económico, y él iba practicando con el instrumento, copiando lo que veía. Recuerda, por ejemplo, que cogía la guitarra en los cumpleaños y se ponía a tocar por bulerías, sin más intención que la de hacer "que bailasen las niñas".
Comenzaba así la carrera de un niño que hoy ya suma 35 años, pero que mantiene intacto su amor hacia el flamenco. Una vida dedicada a este género que, sin embargo, no quiere que sigan sus hijos. "Yo quiero que mi hija sea la dueña del nuevo Zara, y que mi hijo sea jinete de una yeguada muy importante", asegura. La vida de un músico es muy complicada, y él no quiere que sus descendientes "se unan al carro de la fatiga". Eso sí, su hija será la única "dueña del Zara que baile por bulería", y su hijo "sabrá tocar la guitarra", puntualiza Eduardo Cortés.
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