Eloy Tizón: "No puedo separar la historia de la manera en que está contada. Si elijo otras palabras, cuento otra historia"

Novedad literaria

El escritor Eloy Tizón presenta su obra en Granada.
El escritor Eloy Tizón presenta su obra en Granada. / Isabel Wagemann
B. R.

20 de febrero 2024 - 15:44

Granada/Leer a Eloy Tizón es adentrarse en el cuento español contemporáneo por la puerta grande. En su Historia de la literatura española De él Jordi Gracía y Domingo Ródenas han escrito del autor madrileño: "Hay un inequívoco centro de gravedad lírico (...) desde el que se explica su economía estilística, su sutileza verbal, el ritmo de una prosa cargada de notas sensoriales". Este miércoles Tizón volverá a Granada para presentar su última colección de cuentos, Plegaria para pirómanos. La cita será en la Librería Tremenda a las 19:30 y estará acompañado por acompañado de Ioana Gruia y Jesús Ortega.

Eloy Tizón (Madrid, 1964) ya es autor de tres libros de cuentos: Técnicas de iluminación (2013), Parpadeos (2006) y Velocidad de los jardines (1992 y 2017). También de tres novelas: La voz cantante (2004), Labia (2001) y Seda salvaje (1995); y de un ensayo literario Herido leve. Treinta años de memoria lectora (2019). Una producción que le ha servido para estar entre los mejores narradores europeos en la antología Best European Fiction 2013, prologada por John Banville. Sus obras forman parte de numerosas antologías y han sido traducidas a diversos idiomas. Colaborador asiduo en medios de comunicación desde joven, es el director del I Festival del cuento literario en España, celebrado en la localidad toledana de Torrijos y bautizado como TorrijosCuenta.

La obra

-Esta última obra contiene nueve cuentos entrelazados por destellos breves de un lenguaje esmerado, por el humor y por una prosa poética tallada con la precisión del orfebre. Eso es una constante en su obra pero, ¿qué encontrarán distinto sus lectores habituales? ¿Cómo ha evolucionado desde aquel Velocidad de los jardines 1992 y (reeditado veinticinco años después en 2017); 2006, Parpadeos; 2013, Técnicas de iluminación; hasta llegar a 2023, Plegaria para pirómanos. ¿Qué tiene de novedad esta última entrega cuentística?

-He querido darle a la estructura un aire distinto, porque primero son cuentos que tienen relación unos con otros a través de un personaje común, Erizo. Eso no lo había hecho. Y si los anteriores iban de lo no-narrativo a lo narrativo (la pieza de apertura solía ser casi de naturaleza musical, con una textura melódica), en este caso hay una obra más narrativa que presenta el personaje y en medio hay otros relatos que cuestionan la 'normalidad' del cuento para entrar en terrenos no tan claramente narrativos, más oníricos. Hasta llegar a la última parte, que es la más serena.

-Casi como un ciclo de dramaturgia convencional e incluso vital.

-Sí, yo creo que los libros tienen un desarrollo bastante orgánico. En parte yo dirijo el libro pero en parte creo que el libro también tiene sus propias necesidades que hay que escuchar, es un ser vivo que sigue su propio camino. Me gusta esa mezcla entre imponer la voluntad de lo que quiero escribir y también dejar espacio para que surja lo inesperado, la sorpresa, la epifanía.

-También es poeta y sus cuentos son artefactos narrativos que fingen ser poéticos. Esa prosodia musical, esa exactitud de la palabra, esa luminosidad del hallazgo, el aforismo escondido… ¿A eso no se renuncia?

-A estas alturas, me temo que eso ya es una enfermedad crónica. El trabajo con el lenguaje, la obsesión por el detalle, la minuciosidad verbal… No es que sean elementos ornamentales de la escritura, sino que son la escritura misma; su esencia. No puedo separar la historia de la manera en que está contada. Si elijo otras palabras, cuento otra historia.

-¿Hasta qué punto este es su libro más biográfico?

-Es evidente que entre el personaje de Erizo y yo hay una relación estrecha. Es una especie de alter ego, en el que me reconozco. No soy yo al cien por cien, hay sutiles diferencias, pero nos parecemos mucho. De todos los personajes de ficción que he creado hasta ahora, seguramente es el que siento más próximo a mí. De hecho, no descarto que Erizo reaparezca en algún otro momento; podría ser. Aunque no tengo pruebas para demostrarlo, sospecho que los dos hemos ido a los mismos colegios e institutos, leído los mismos libros, visto las mismas películas, visitado las mismas ciudades y amado a las mismas personas, o a otras muy parecidas. Entre nosotros dos existe un vínculo fuerte, para qué negarlo.

-Algunos críticos lo sitúan como el mejor cuentista español.

-Agradezco el piropo, aunque lo encuentro excesivo. En todo caso, lo hermoso de la narrativa breve es ser un género que vive en una crisis permanente. No podemos conformarnos con la idea de que ya está todo hecho o todo dicho, limitarnos a cumplir los decálogos como niños obedientes y aplicar la plantilla sobre cómo escribir cuentos. Así no llegaremos muy lejos. Si queremos ser honestos, siempre hay que ir un poco más allá, dar un paso adelante, arriesgarnos, ampliar el territorio, intentar hacer aquello que por prudencia no se puede o no se debe hacer; para lo que no estamos capacitados. Esa es la consigna constante de los maestros: atrévete. No hay literatura tímida, eso no existe. Es la literatura misma la que nos empuja y nos obliga a ser osados. Sin ese vértigo emocionante, qué sentido tendría escribir.

-Sorprende, porque muchos autores son muy tímidos en lo personal pero no dudan en abrirse en sus procesos de escritura

-Cuando escribimos o realizamos cualquier otra actividad creativa la timidez no sirve. Es un obstáculo porque lo único que importa es hacer una literatura valiente que se atreve a romper ciertos límites. Los libros que quedan al final del filtro del tiempo son los que se atreven, y eso es lo que nos admira como lectores: la valentía de los autores que dan ese paso, asumen ese riesgo. No se trata de repetir lo que ya sabemos o una fórmula que funciona bien. Solo atrevernos a hacer algo que igual no sale también abre un nuevo camino

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