"La ley mordaza tiene ecos indudables de los años de plomo que vivió mi generación"

Miguel Ríos | Cantante

El artista está convencido de que "siempre habrá hijos del rock and roll que tomen el testigo"

Estos meses se dedicará a "vivir, que no es poco" tras despedir su gira 'Symphonic Ríos' en Granada el pasado 14 de diciembre

Miguel Ríos, en una fotografía reciente. / Pepe Torres / Efe
Isabel Vargas

23 de diciembre 2018 - 21:23

Granada/A Miguel Ríos (Granada, 1944) le basta, como recuerda en la pegadiza canciónMemorias de la carretera, con "tener por bandera una banda rockera y un buen botiquín contra la ronquera". Lo demostró el pasado 14 de diciembre en el Palacio de Deportes. Acompañado de la Orquesta Sinfónica Universal Music y del cuarteto rockero los Black Betty Boys, el artista despidió la gira Symphonic Ríos con un espectacular concierto donde sus caderas rockearon tanto como sus fieles seguidores.

Hablar de Miguel Ríos es hablar de una historia de resistencia: la del rock español. Su voz, su carisma y su trayectoria lo convierten en el solista rockero por excelencia de este país. Nunca habrá otro Miguel Ríos, al igual que no habrá otro Elvis Presley, ni otro Chuck Berry, ni otra Aretha Franklin, ni otro Mick Jagger. El cantante granadino llevo subidos a los escenarios casi 60 años, sin contar sus actuaciones en las celebraciones de fin de curso cuando el artista no se imaginaba -y aún le cuesta creer- que llenaría estadios.

A punto de cumplir tres cuartos de siglo, el rockero se propone sencillamente "vivir, que no es poco". "La tarea de seguir creciendo, mientras tus facultades menguan, es el eterno aprendizaje. Por lo demás, desde el Bye, Bye Ríos todo lo que he hecho ha sido por invitación", reconoce en una entrevista con Granada Hoy. El músico pide que nadie se alarme: "Siempre habrá hijos del rock and roll que tomen el testigo".

-Rosendo dio ayer el último concierto de su gira de despedida. Usted dijo adiós al tour Symphonic Ríos el 14 de diciembre en Granada. ¿España se queda sin padres del rock temporalmente o hablamos de una retirada definitiva?

-En el caso de Rosendo, no puedo decir nada más que lo lamento. Un músico de su talla no debe retirarse nunca. El instrumento es el parapeto que le permite al músico seguir mientras el cuerpo aguante. Los solistas rockeros lo tenemos más crudo. Hay que mantener la energía, la actitud y la prestancia que nuestro estilo requiere, solamente apoyados en dos cuerdas vocales que sufren el óxido de la edad tardía. Pero no hay que alarmarse, por edad, y por ley de vida, siempre habrá hijos del rock and roll que tomen el testigo.

El cantante granadino y el guitarrista José Norte rockean en el último directo de 'Symphonic Ríos'. / Álex Cámara

-¿Qué tiene pensado hacer estos meses tras su gira sinfónica? ¿Componer? ¿Grabar? ¿Descansar?

-Vivir, que no es poco. Me encamino a los tres cuartos de siglo y la tarea de seguir creciendo, mientras tus facultades menguan, es el eterno aprendizaje. Por lo demás, desde el Bye, bye Ríos todo lo que he hecho ha sido por invitación.

-Lleva subido a los escenarios casi 60 años, sin contar sus actuaciones en las celebraciones de fin de curso. ¿La música en directo es lo más adictivo que ha experimentado nunca?

-En el mundo de lo intangible, sin duda. Actuar en directo reúne elementos psicológicos como el miedo al fracaso y la remuneración del aplauso, altamente adictivos. También la trampa del endiosamiento en edades tempranas, juega sus bazas en el desequilibrio que produce enfrentarte al síndrome del elegido. Claro que todo se cura con el primer revés. El fracaso enseña mucho.

-El azar jugó un papel importante en su carrera. Lo dice en varias entrevistas. Sin embargo, ¿a qué cosas renunció hasta llegar a ser el inmortal Miguel Ríos?

-En realidad, no tengo sensación de renuncia. No preveía una vida muy atractiva detrás de un mostrador de los Almacenes Olmedo. Además, la inmortalidad que me regala, está muy sobrevalorada. Mire si no, el triste caso del único inmortal planetario que ha dado esta tierra, Federico García Lorca. En medio de la indiscutible perdurabilidad de su obra gigante, Granada todavía desaprovecha la aportación que su marca, su nombre y su obra le daría, a la hora de buscar una capitalidad cultural eterna.

-Imagino que una de las cosas fue no vivir en Granada. ¿Qué sería de usted sin Granada? ¿Y de Granada sin Miguel Ríos?

-Sí, dejar Granada fue duro, sin duda. Pero con 17 años largarte de la tutela materna, de fichar en la tienda, de la misa del domingo, tiene sus compensaciones. No importa lo incierto del porvenir cuando estás en edad de trasformarlo. Luego cuando tuve la suerte de vivir a caballo entre la ciudad y el mundo, te das cuenta lo que te enseña viajar. Una de las cosas que aprendí, era que Granada es única, y que está por encima de todos nosotros. Pero que sin nosotros no sería la misma ciudad.

-Santa Lucía se ha convertido en una de sus canciones tótem. ¿Es cierto que al principio le daba reparo grabarla por si los rockeros le llamaban cursi? ¿Qué es lo más cursi que ha hecho por amor?

-No, siempre la quise grabar, pero no quería que tomara preponderancia en el Rocanroll Bumerang, que era un trabajo más rockero. No era cursi, era blando a lo que temía que llamaran al disco. Yo no he hecho nada cursi ni por amor ni por ninguna otra razón.

-¿Qué tema le gustaría versionar y no lo ha hecho aún?

-El río de Bruce Springsteen, Y no lo haré nunca, aunque la traducción del texto está muy cercano, su sonido en ingles es imbatible.

-¿Cree que la primera gran revolución del rock a nivel estético fue Elvis y sus caderas?

-Elvis fue el banderín de enganche, y sus caderas el signo del tiempo de libertades que se perseguía, aun sin saberlo.

El cantante granadino demostró su talento natural como 'frontman' en el Palacio de Deportes. / Álex Cámara

-La aparición de Bob Dylan en la escena rockera supuso un antes y un después en la historia de la música. Usted también abrió caminos en el género musical. ¿Qué se ha de hacer para encontrar nuevos caminos por los que transitar en esta música?

-La historia evolutiva del rock hasta convertirse en uno de los hitos en la evolución de las costumbres y la espiritualidad del ser humano, está llena de héroes. La lista sería interminable y cada uno pondría el acento en sus propias influencias. En cuanto a la evolución de una música que ha ido haciéndose, en la mayoría de los casos, bajo la influencia de lo que hacían otros solo que dándole su impronta personal, solo se tiene que mirar lo que están haciendo en la actualidad las nuevas bandas. Eso es el futuro.

-Fue el primer rockero en recibir la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Dylan ganó el Nobel de Literatura en 2016. ¿La imagen que se tiene del rock hoy día es mucho más positiva? ¿Tanto como para que se hayan dejado de lado prejuicios y tópicos?

-El rock, como género, no ha tenido en cuenta muchas consideraciones externas. Se ha convertido en una manifestación “clásica” en el sentido de su permanencia por décadas en el imaginario popular. Y es por su empecinamiento en contar su tiempo de una forma desprejuiciada, y por su innegable contribución al desarrollo de la dignidad humana, además de la maestría de infinidad de sus estrellas, por lo que ha conseguido distinciones y honores.

-"El rock ha contribuido al desarrollo de la humanidad. Tiene que ver con la libertad, el desarrollo personal y la búsqueda de referencias nuevas", reconoció en una entrevista para la UGR. ¿El rock es de izquierdas o derechas? ¿El rock le ayudó a ser mejor persona?

-El rock es un contenedor que cada uno llena con sus propias ideas. A mí me sirve para llenar mi conciencia de ideas solidarias y de imágenes de libertad. En cuanto a lo de ser mejor persona, no, yo ya era bueno antes de que el rock llegara a mi barrio.

-Usted ha vivido en primera persona una época gris y de silencios en España con la dictadura de Franco. ¿Piensa que la libertad de expresión está en riesgo en este país? ¿Hay partidos políticos que la amenazan?

-Sí, lamentablemente, la llamada ley mordaza promulgada por la última mayoría absoluta de la derecha, tiene ecos indudables de los años de plomo que vivió mi generación. Y parece que va a más. Es impensable que en el país adelantado en las libertades sociales de las décadas de los ochenta y noventa, se vivan las escenas de intento de amordazar la libertad de expresión, que se están viviendo.

-Comentó en otra entrevista que nunca se volverá a vivir algo como el boom del Rock and Ríos. ¿El internet es el demonio de la industria musical?

-No suelo ser tan categórico, pero creo que cada tiempo tiene su peculiaridad. Internet y las redes han cambiado las reglas, y la industria musical se adapta a todo, como es natural. Lo que yo opino es que la primera música que escuché fue en un disco de pizarra en el gramófono familiar, y que ahora escucho mi música por streaming. Estoy contento de asistir a cambios que puedo incorporar a mi vida. Hay que abrazar el modelo adaptable.

-En la última década hemos visto como la clase política despreciaba la cultura. Wert no acudió a los Goya 2014, por ejemplo. ¿Qué le pediría al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, si lo tuviera delante?

-No creo que lo peor que hizo Wert fuera su ausencia de los Goya. La cultura, y su industria, están lejos de las consideraciones de los políticos en sus día a día. Pero llegó a representar casi el 6% del PIB, ahora está por debajo del 3%. Qué le voy a pedir a nadie. Hay que ser torpes para no darse cuenta de que la cultura, además de bien común, crea riqueza.

-¿Piensa que el fenómeno Vox acabará siendo olvidado como UPyD?

-Ojalá.

El artista actúa en el homenaje a Pepe Habichuela este pasado fin de semana. / Álex Cámara

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