Érase una vez el cuerpo humano

Ciencia hoy

El Parque de las Ciencias acoge un viaje único por la salud y la vida a través de la biomedicina, la anatomía, la genética o el patrimonio científico tecnológico

Cuerpo plastinizado.
Cuerpo plastinizado.

Érase una vez una maquinaria perfecta y fascinante formada por miles de pequeñas células, hidrógeno, huesos, neuronas, músculos... Un laberinto ordenado y complejo lleno de vida que todo el mundo conoce pero que muy pocos comprenden. El Parque de las Ciencias ofrece un viaje en el que el visitante puede tocar, sentir, aprender y divertirse. Un entusiasmado recorrido donde es posible comparar el esqueleto de un ser humano con el de una ballena o percibir los latidos de un corazón que descansa en una hamaca y otro que pilota un caza.

El pabellón Viaje al Cuerpo Humano es una puerta abierta a nuestro interior con los ejes de la salud y la vida como protagonistas. Si a alguien le quedaba alguna duda sobre cómo funciona una neurona o el aparato respiratorio no tiene más que visitar las nuevas instalaciones del museo.

Comisariada por Miguel Guirao, del Departamento de Anatomía y Embriología humanas, esta exposición permanente comienza con el mundo de la diversidad humana, "un guiño al año Darwin" donde es posible observar los distintos grupos étnicos que pueblan la tierra.

La experimentación es fundamental en la ruta. Algo evidente desde el principio del paseo, en la sección dedicada al origen de la vida. Para entender cómo es posible que a partir de sustancias inorgánicas puedan formarse moléculas orgánicas, el pabellón muestra el Experimento de Miller, un ejercicio práctico en el que basta con aplicar una corriente eléctrica al agua para que aparezca vida. Para ver la evolución de un microorganismo hasta llegar al género humano, se enseña una demostración llamada Columna de Winogradsky, que estudia dicha evolución en diferentes ambientes (sin oxígeno, con oxígeno o con la mitad de oxígeno).

El espacio se cierra con un esqueleto humano que muestra cómo somos vertebrados al igual que un numeroso grupo de animales de los que también se puede ver su esqueleto y que van desde una ballena a un ratón. "Nos sirve", explica Guirao, "para darnos cuenta de que el ser humano no está solo sino que pertenece al grupo de los vertebrados".

Si nadie ha visto una célula de cerca, tiene la oportunidad en el segundo paso de la ruta, donde es posible comprender de qué está hecho el cuerpo humano con multitud de fotografías de células y una maqueta.

DE LA CÉLULA A LA PIEL

De dentro a fuera. La piel se convierte en protagonista del siguiente paso de la ruta por el cuerpo humano. Si se extendiese sobre el suelo la piel de un ser humano adulto, cubriría nada menos que una extensión de dos metros cuadrados. Sus diferencias con el 'envoltorio' de otros animales como las serpientes o los cambios de temperatura que sufre y que prueba una cámara termográfica diferenciándola con colores son algunos de los ejercicios prácticos que ofrece el pabellón.

En esta zona hay un espacio dedicado en exclusiva al granadino Federico Olóriz, catedrático de Anatomía que introdujo las huellas dactilares, "fundamentales para que no se nos resbale un vaso de las manos". Él y Ramón y Cajal son los dos nombres propios a quienes se rinde un homenaje especial.

Los huesos y sus funciones son los siguientes. El visitante puede verlos a través de una radiografía, saber cuál es la cantidad exacta que posee el ser humano o descubrir, montado en una bicicleta, cómo se mueven. Pero si hay un lugar especial en la zona dedicada a los huesos, es la que propone un viaje al interior del cráneo. Con cinco cámaras distribuidas en su interior, se ofrecen panóramicas inéditas donde los huesos más recónditos dejan de ser un misterio.

EL OXÍGENO

En el pabellón es posible ver la diferencia entre un pulmón que ha sufrido las consecuencias del tabaco y otro que no. Una imagen clara. Lo repiten todas las cajas de tabaco pero ésta podría ser la mejor forma para entender que fumar perjudica seriamente la salud. El espacio dedicado al aparato cardiorrespiratorio compara los pulmones con dos racimos y los alveolos con sus uvas: una cantidad de uvas suficiente como para formar una cadena que llegase hasta el techo del pabellón.

Destaca la anatomía comparada entre el corazón de una ballena y el de un ser humano con gráficas explicativas entre las distintas especies o la diferencia entre una arteria sana y una obstruida.

Una interesante película alemana descubre al visitante las diferentes situaciones que vive un corazón dependiendo de lo que haga su dueño. "Se observa cómo late cuando una persona está descansando plácidamente o cuando es astronauta y pilota una nave espacial", como explica Guirao.

La visita al aparato digestivo realiza un exhaustivo recorrido desde la boca hasta el interior del aparato digestivo, profundizando en el metabolismo o la masticación.

Aquí es posible, tras pasar por la báscula, que un aparato mida la cantidad de agua que forma nuestro cuerpo, y llene con ella un tubo de plástico.

Todo es posible en Viaje por el Cuerpo Humano. Entender el sistema endocrino o el aparato urinario. Uno de los que más llama la atención, asegura Guirao, es el dedicado al embarazo y al parto. "Los espectadores pueden ver un parto real y un parto virtual. Incluso hay un ecógrafo que utilizan las embarazadas que nos han visitado". El aparato reproductor analiza los gametos masculino y femenino, la concepción y el desarrollo del nuevo ser.

En esta zona es posible ver una de las joyas del pabellón. Un cuerpo humano plastinizado que procede de los laboratorios del mismísimo Gunther Von Hagens, creador de esta novedosa técnica de conservación de órganos. Se trata de la única pieza original que posee un museo en España.

El funcionamiento de los billones de neuronas y su conexión se puede descubrir en la parte dedicada al sistema nervioso, mientras que la genética muestra qué son las mutaciones, cómo se produce el envejecimiento activo y, por supuesto, qué es el ADN.

Las nuevas líneas de investigación científica y tecnológica componen otra de las rutas fundamentales del pabellón, que no se contenta con exponer sino que propone curiosos talleres, hábitos saludables o demostraciones como las que se hacían en el pasado en los conocidos como anfiteatros anatómicos, en los que los profesores de las Facultades de Medicina clásicas explicaban a sus alumnos casos concretos de enfermedades y sus curas, por ejemplo.

HISTORIA

Además del cuerpo plastinizado, el pabellón ofrece a lo largo de un módulo expositivo la posibilidad de descubrir otros objetos igual de interesantes, como material quirúrgico y anatómico antiguo, equipamiento médico militar o reproducciones en cera de enfermedades provenientes del Museo Olavide. En este apartado, es posible ver cómo era una ambulancia de la I Guerra Mundial.

El visitante puede además completar la información en una zona que, con el título Para saber más, responde a los interrogantes que le hayan podido surgir a lo largo del recorrido con la consulta de libros, páginas web o audiovisuales. Asimismo, un laboratorio abierto al público descubre el trabajo de los investigadores en áreas como la plastinación de órganos. Como afirma Guirao, las colecciones de objetos guardados en sótanos pasan a estar al alcance de todos.

Otro de los lugares del pabellón se dedica a las exposiciones temporales, que en la actualidad muestra la tecnología médica.

La enorme exposición, en una superficie de 1.863 metros cuadrados, ha sido posible, como recuerda el comisario, gracias a la colaboración de un centenar de personas, una veintena de instituciones y multitud de empresas que han cedido algunas de las piezas que se muestran por primera vez al público, así como a la participación de una treintena de sociedades médicas nacionales, "fundamentales para tener una perspectiva de futuro basada en la colaboración".

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