David Gómez, escritor: "Las capacidades no entienden de discapacidad"
David Gómez: escritor y activista
El escritor David Gómez, residente en Granada, publica dos nuevos libros en formato álbum ilustrado en los que combina literatura con activismo social
Un universo de letras y azul
Granada/David Gómez Domínguez (Cádiz, 1977) es un escritor que vive en Granada, donde también trabaja en el Observatorio de la Infancia y Adolescencia de Andalucía (OIA-A), que compagina con el activismo social para la concienciación sobre la diversidad, sobre todo, con el autismo. Y es que David tiene un hijo autista, Sergio, de 15 años que con un poco de ayuda de su padre se ha convertido en escritor publicado.
David cuenta que siempre ha estado relacionado con el libro, tiene en la retina grabadas las historias que le contaba su padre y que ahora les cuenta a sus nietos. Vino a estudiar a Granada la licenciatura de Biblioteconomía y Documentación y ya se quedó en la ciudad de Alhambra. La historia de David se refleja, de alguna manera, en sus seis libros publicados que utilizan el formato del álbum ilustrado porque aúna sus dos pasiones: "la literatura y el arte”. Colabora con la granadina Carolina Luzón, ilustradora y licenciada en Bellas Artes. Entre los dos construyen historias narrativas y visuales, que, con poco texto e ilustraciones realistas y vívidas, condensan mensajes profundos y de gran relevancia social.
Su primer libro se titula Lila, la pequeña libélula (2018) y cuenta la historia de Sergio. Nos cuenta que tiene muchas dificultades en sus relaciones sociales y además de su autismo, tiene TDAH (hiperactividad): “Intenté mostrar una historia sin hablar del trastorno, naturalizándolo, dotando de ciertas características a los personajes, pero sin decir que el personaje tenía autismo. Lila es una libélula inquieta que necesita tener controlado todo lo que va a suceder, no le gustan los imprevistos y necesita un estado de control, por eso le pregunta a su madre constantemente “mamá ¿qué vamos a hacer hoy?”. Lila es Sergio y su mamá soy yo”.
A partir de ahí se dio cuenta de que la concienciación social sobre el autismo funcionaba por medio de la literatura infantil. Su segunda obra, Leo no es un extraterrestre (2022) es un microrrelato muy potente escrito a cuatro manos Susana Peix y la ilustradora Carolina Luzón. A través de un niño autista no verbal, trata la gran importancia de la comunicación entre los seres humanos y enseña cómo pueden existir otros tipos de comunicación que también son válidos y necesarios: “Hay personas autistas que no pueden hablar y sufren muchísimo de frustración, pero tienen otros medios para hacerse entender y cuando la familia los descubre, su mundo se ordena”. Eso es lo que se materializa en este libro, cómo con o sin hablar, somos capaces de comprender y empatizar con Leo sin dificultad.
David le leía cuentos a Sergio cada día y éste poco a poco se mostraba más interesado. Percibió cómo el niño podía memorizar el libro entero sin saber leer y así descubrió que la literatura iba a ser un punto de conexión con su hijo: "Tenía señales de que mi esfuerzo y trabajo no caía en saco roto”. Cuando aprendió a leer, todo lo que contaba eran historias, asique su padre comenzó a hacerle de escriba y entablaron una conexión muy importante en un momento muy difícil, fue justo cuando Sergio sufría la época más complicada de su trastorno. De repente, la literatura los conectó: “Se sentaba a mi lado y me contaba una historia que yo escribía. El tenía las ganas y la necesidad de contar historias y yo también aprovechaba para trabajar con él la expresión oral, era un trabajo doble”.
El editor Paco Espínola pensó que sería una gran idea publicarlos: David y Sergio siguieron con su tarea y publicaron una antología de microrrelatos titulada Mi Universo Azul (2019) en el que se recogen todos los cuentos que Sergio escribió con la ayuda de su padre y que reflejan un universo real y literario fantástico, de una riqueza imaginativa enorme y que sin duda no dejará pasivo a ningún adulto, porque como dice David: “Esto es una lectura para todos los públicos, de cero a cien años. Son cuentos surrealistas con tramas súper ingeniosas y en la que los personajes tienen una base real que sale de sus lecturas, aprendizajes y experiencias vitales”.
Este libro, además, se completa con un libro-prólogo en el que el profesor de la Universidad de Granada y escritor Juan Mata (que en su asociación Entrelibros trabaja en temas de lectura en voz alta en contextos de vulnerabilidad, “como una forma de salvar el alma”) cuenta el proceso de la lectura en voz alta a chicos con autismo y el propio David cuenta las fuentes inspiradoras de los cuentos de Sergio, así como el proceso tan importante que vivieron ambos a través de la creación artística.
Cuenta que Sergio ahora mismo ya escribe solo. Aunque le agencia todo el mérito a su hijo (que lo tiene), su padre, a través de su trabajo, esfuerzo, dedicación diaria, paciencia y amor ha conseguido ayudar a su hijo a desarrollar su don de escritor, su imaginación generadora de historias sugerentes y su capacidad de comunicarse con el mundo de una forma fascinante.
Ha sido un buen año para David, ha publicado otros dos libros, también en formato de álbum ilustrado. Con unas imágenes preciosas, Solo (2022), en el que explora la soledad a través de un erizo y La compañía de Nicoleta (2023) donde la escritura y la narrativa visual se completan para crear dos historias paralelas que forman, al final, una sola y se centran en los temas de la pobreza y la exclusión social. La Playa de los cangrejos violinistas (2023), se puso a la venta el pasado 5 de junio y a través del color, nos remite a Cádiz y rinde homenaje al poder evocador de ciertos lugares.
David nos cuenta que él ha utilizado la escritura como una forma de expresar sus emociones y experiencias vividas a raíz del diagnóstico de su hijo, pero sobre todo “se trata de intentar trabajar para que la sociedad vaya entendiendo y vaya dándole su sitio, en sociedad vivimos todos y tenemos que aceptarnos. La sociedad es diversa y el autismo, lógicamente, es parte de esa diversidad. Nuestra vida cambió muchísimo, como es natural, entramos en un proceso de duelo hasta que terminamos aceptando. Fui durante cuatro años presidente de la asociación Mírame e intenté poner el autismo en la calle, pero luego me di cuenta de que a través de la literatura, mi pasión, podía impregnar a la sociedad de características de personas diferentes, sin necesidad de decir lo que eran esas personas, todos somos diferentes. También entiendo que la literatura infantil y los cuentos a los niños desde pequeños les cala, y cuando lees que hay niños que tienen otras necesidades, la diversidad se va naturalizando. Sigo y voy a seguir escribiendo sobre el autismo, no voy a abandonarlo porque tengo un compromiso con mi hijo, conmigo y con la sociedad”.
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