Estricnina, veneno para resucitar a los muertos
por Alba Rodríguez
El conjunto formado por Juanito Makandé y El Canijo de Jerez inyectan su sustancia esta noche en la Copera

La estricnina es un veneno empleado especialmente para matar pequeños pájaros y roedores. Y como dicen los componentes del grupo homónimo, el Canijo de Jerez y Juanito Makandé, "es una cosa peligrosa e intravenosa". Esta noche Estricnina derramará su flamenqueo gaditano en el imponente y simpático directo al que nos tienen acostumbrados. El lugar, la sala Industrial Copera, que en su 25 aniversario acoge un variado elenco de grupos durante esta temporada.
Su disco, Hemos visto cosas que harían vomitar a un murciélago, ya se 'patentó' en el festival Alrumbo el pasado año y se puede decir que sigue dando guerra allá por donde estos dos bichos se dejan caer. El Canijo de Jerez y Juanito Makandé son ya viejos conocidos, que cruzaron miradas hace más de una década en el ascensor de un hotel con hechuras de rascacielos en la ciudad del descaro y la playa llamada Benidorm.
Se puede decir que entraron al elevador como completos desconocidos y varias plantas después salieron abrazados como compadres. Eso pasa cuando hay muchas plantas en un edificio, y sobre todo, cuando dos personas tienen tanto en común como estos dos artistas.
El Canijo de Jerez, del grupo los Delinqüentes, y Makandé, son músicos sacados de un mismo acorde y no es extraño que hayan decidido juntarse para pasárselo bien haciendo lo que más les gusta: cantar.
Este encuentro fue el germen de una amistad que, tras interminables noches de música, risas y humo, cristalizó en Hemos visto cosas que harían vomitar a un murciélago, el primer disco de Estricnina, que se publicó el pasado 21 de octubre.
Efectivamente la estricnina es un veneno para matar a las ratas. También es una expresión común que utilizan los flamencos que habitan en Cádiz para referirse a alguien o a algo que es "mu malo".
De ahí han sacado El Canijo y Juanito Makandé el nombre del grupo que ahora publica una serie de canciones que, como cuchillos envenenados, se clavan y dejan las lenguas canturreando sus estribillos y letras descaradas.
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