Exquisita Maquiné
Festival de los Pequeños. Creación: Joaquín Casanova y Elisa Ramos. Compañía: La Maquiné. Intérpretes: Elisa Ramos, Lola Martín, Ana Puerta y José Rodríguez. Dirección, espacio escénico, proyecciones e iluminación: J. Casanova. Música: Xavier Montsalvatge y Claude Debussy. Lugar: Teatro Alhambra. Fecha: del 25 al 27 de junio de 2012.
Como si no hubiera llovido nunca... dice la historia de Noa contada en La casa flotante, el último trabajo de la compañía granadina La Maquiné. Un trabajo de empaque y factura exquisito, porque eso es el sello, el trabajo de La Maquiné. El radical sentido estético, plástico de la escena en el que cada elemento que se da a ver responde a un sentido, y se articula desde una partitura que nombra una y otra vez la escena como lienzo, dramaturgia de la imagen. De hecho sus piezas -que suelen desplegarse en escena a partir de un hilo musical de repertorio clásico interpretado por músicos en directo (Falla en El castillo rojo, Montsalvatge y Debussy en La casa flotante)-, pueden verse como una sucesión de cuadros (vivos) que van surgiendo y desdibujándose para dar paso a otro; narrando en escena igual si pintaran nota a nota.
En esta ocasión cambia La Maquiné el trazo grueso de la visual respecto a piezas previas como El castillo rojo. A caballo ahora entre el expresionismo -con tintes primitivos, tribales- y un colorista sincretismo naïf, desprendiéndose del aire sepia (y los materiales nobles, la madera) impreso en títeres y escenografía anteriores, más apegados a cierta recreación estética de lo literario y el tiempo remoto.
La historia de Noa, la niña que por causa de la desertización jamás había visto la lluvia, se da a la fabulación fantasiosa y colorista. Es una misión que conquistar, una aventura por tierra y por mar plagada, como la vida, de pequeños terribles peligros, dudas, retos y una tregua permanente al juego, la simpatía entre los seres, la amistad. El guión reescribe desde el laicismo naturalista (ecologista) la vieja historia bíblica del Arca de Noé, al hilo de la composición musical del mismo tema de Montsalvatge, y el viejo Noé transmuta en la pequeña Noa convocando -con la ayuda de un pez milenario- a la lluvia para salvar a la Tierra y sus animales.
Dos actrices, Noa y La Narradora, otro par de actores manipuladores, un pianista y un todo un desfile de animales singular y fabulosamente caracterizados (desde el inmenso elefante cuya trompa nombra al todo desde la parte a la pareja sincronizada de pingüinos, el genial cortejo de polluelos aprendiendo a identificarse sin saber muy bien si han de maullar o piar, junto una maravillosa gallina ponedora de largas patas que no puede evitar darse al ballet entre un huevo y otro), protagonizan todos, al son de la música, esta última pieza exquisita y sin tacha que no han de perderse de La Maquiné.
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